El oasis verde de Mar del Plata: cinco planes (y coordenadas) en el bosque Peralta Ramos.

Quinientas hectáreas de naturaleza pura y la cercanía con las cancheras playas del sur/Un entorno muy relajado donde conviven propuestas de arte y gastronomía/¿Por qué se convirtió en uno de los destinos más interesantes del verano en la costa?/Además: los hostels con más onda para quedarte y los paradores que más se ponen (¿alguien dijo bandas en vivo y fueguito?)/Surf, árboles y buena gente.

El Peralta Ramos es la zona verde de La Feliz: quinienta hectáreas de pinos, eucaliptos, aromos, tamarindos, robles, nogales y araucarias. 

El oasis verde de Mar del Plata: cinco planes (y coordenadas) en el bosque Peralta Ramos. Por María Paz Moltedo desde Mar del Plata.

Sotto Voce es el adverbio italiano que en español significa “en voz baja”, y sería una muy buena forma de describir este bosque silencioso, esta zona de La Feliz a donde no llega el churrero. Es que esta reserva verde que se conecta y desemboca en las playas del Sur, aún tiene una mística de eso que no se ve a simple vista entre todos los estímulos de esta ciudad costera. En 1952 los Peralta Ramos, dueños de Mar del Plata, hicieron una plantación de especies no nativas en este predio, con el fin de hacer un aserradero. Con los años ese proyecto cayó, y crecieron en su lugar 500 hectáreas de pinos, eucaliptos, aromos, tamarindos, nogales, robles, araucarias, magnolias y jazmines.

«Afortunadamente todavía hay una zona que conforma una reserva natural intacta. Muchas historias encarnan estos árboles que ya tienen más de setenta años…Los habitantes del lugar, entre ellos artistas, músicos, surfers y gente que busca una vida rodeada de naturaleza, hoy intentan preservar este lugar mágico…»

La familia decidió lotear la parte sur del bosque y hacerlo barrio. Afortunadamente todavía hay una zona que conforma una reserva natural intacta. Muchas historias encarnan estos árboles que ya tienen más de setenta años – algunos dicen hasta haber visto duendes -; Los habitantes del lugar, entre ellos artistas, músicos, surfers y gente que busca una vida rodeada de naturaleza, hoy intentan preservar estas especies, que están en emergencia, porque muchos ejemplares caen año a año y no vuelven a ser reforestados. Mes a mes, se juntan en jornadas de plantaciones para reforestar de a poco este mágico lugar, con spots escondidos, que vale la pena conocer:

1) Bosque Color Humano: una aldea de arte y naturaleza. 

Cuando caminás por las calles del bosque, de repente aparecen flechas y carteles que anuncian la cercanía de un lugar mágico. Como en una escena de Alicia en el País de las Maravillas, algo te atrae a seguirlos. Y cuando llegás, te encontrás con una casona rodeada de árboles, plantas, un laberinto con cuadritos, lucecitas, adornos y hasta un domo gigante. Es la aldea de Rorro López Oliver, publicista y productor artístico, que durante muchos años trabajó en publicidad y desarrolló Ritmos del Mundo, una productora de músicos y artistas. Cuando hacía producciones, los cantantes paraban en esta casa y se ponían a tocar, y a filmar lo que pasaba en ese lugar. Ese fue el inicio de este “templito”, que decidió armar Rorro para poder disfrutar y vivir el arte. Tiene seis hijos, uno de ellos, Caetano, falleció, y este lugar mágico es como un homenaje a él, y también un club de arte para que sus otros hijos tengan alternativas de expansión.

Con el tiempo y el boca en boca, fueron cada vez más las personas que tuvieron la suerte de descubrir este templo en el que se dan desde shows musicales, hasta ciclos gastronómicos, clases de arte, retiros, y encuentros de todo tipo. Pasaron a tocar artistas de Perú, de Noruega, de China, y también Tito La Roza, Jaime Torres, Tonolec, Adrián Berra, Paloma del Cerro, Perota Chingó, Diego Frenkel, y muchos más.

Abren todos los días para comer, y sus hits son los rolls veggies, elaborados con verduras de su propia huerta, el pollo al disco y la pesca del día. Su ciclo clásico es el encuentro de arte y gastronomía que hacen todas las lunas nuevas y lunas llenas junto con el Proyecto Viralata.

En verano van a inaugurar el ciclo “Martes Chef”, en una alegoría a MasterChef. Todos los martes un cocinero distinto generará un menú especial. “Color humano es amor al arte, a la familia, a lo que consumimos, y está abierto con el corazón de cada uno de mis hijos y de los que vinieron y dejaron su cuota artística en el lugar. Los que llegan lo sienten, lo notan”. Rorro trabaja en conjunto con el Proyecto Planta y Canta, creado por un grupo de artistas y habitantes del bosque que pregona la importancia de reforestarlo, a través de jornadas de plantaciones, una huerta con un voluntariado y proyectos audiovisuales.

2) Woodside hostel: surf, mar y fuegos. 

Emiliano Iglesias nació en La Florida, en Mar del Plata, y de muy chico iba y venía al Bosque Peralta Ramos. Trabajaba gratis para la estancia del Viejo Tom, en ese entonces, solo para llevar gente a cabalgar y poder andar a caballo. Después viajó por varios países, pero nunca abandonó su amor por el surf, el mar y la naturaleza. Por eso en diciembre de 2019 volvió al bosque para “salir de la jungla de cemento” y abrir su hostel, que es en definitiva una gran casona en el medio de este espacio natural, muy cerca de las playas del sur. En el verano todas las noches se encienden los fuegos y Emiliano cocina para todos los huéspedes, en general amantes del surf, argentinos y de diferentes partes del mundo (tiene un surfer italiano que para siempre allá). También organizan surf trips con todo incluido: clases de surf, gastronomía, yoga y skate. La ambientación, el jardín, la energía de la gente que se hospeda, el jacuzzi (a pesar de ser hostel, ¡tiene uno!), los fuegos encendidos, los fogones y la música que a veces se genera espontáneamente, lo vuelve un gran lugar para quedarse. La idea es expandir este concepto de hostel a lugares de playa y montaña; el próximo destino de Woodside: Brasil.

3) Playa Pura Vida y bar: la mejor vista al mar de los acantilados. Atentos a los «happy sunsets». 


Pura Vida es una expresión común en Costa Rica. Los “ticos” se la dicen en general a la gente cuando se despiden. Esa frase debe haber quedado grabada en Santiago, que vivió años allá. Hoy es dueño de este lugar en el que funcionan un hostel, un club de surf y un bar, bastante oculto entre las playas del sur. Hay que perderse un poco para encontrarlo en lo alto de los acantilados, desde donde podés tener una vista cenital del mar, imponente, como si lo vieras desde un dron. Los happy sunsets de Pura Vida tienen música en vivo, fogones y pizzas a la piedra. Además, otro de sus hits son las tortillas de papa babé, bien altas -según Santiago hacen honor a su herencia de familia española-, los falafels y las croquetas de espinaca.

4) La Cabaña del Bosque – Casa de té: creatividad y pastelería casera en un rincón mágico.

Entrar en esta cabaña escondida en medio del bosque, es lo más parecido a sumergirte en un cuento. La madera, las piedras, el estanque con peces carpa, los juegos de té, todos diferentes entre sí, la chimenea, las flores. Todo está puesto con mucho amor y pasión por el té. Eso es gracias a Sonia de Francesco, su dueña, que abrió el lugar hace 36 años, con el propósito de despertar en la gente “momentos de paz, creatividad, empatía y agradecimiento”. “La naturaleza para mí, cada día que me despierto, es una fiesta”, cuenta Sonia. En su lugar se rinde culto al té, que para ella es una forma de “vivir la naturaleza de manera plena; cuando le das el tiempo al té, el té te lo devuelve”. Hace pastelería casera, con “cariño y amor”, desde scons hasta tartas de manzanas, tortas de naranja, de frutos del bosque. Todo lo aprendió en La Dulce, el pueblo marplatense que albergaba a una comunidad danesa, donde nació y vivió de chica.

5) Parador Antares La Lejana: como Brasil pero en Mar del Plata (un espectáculo los atardeceres con bandas en vivo).

Es una de las playas más rodeadas de naturaleza y menos concurridas, está bien al sur, y tiene una energía brasileña que te transporta. Uno de los mejores spots donde podés encontrar un parador Antares. En la parte de abajo funciona el bar de día, para la gente que está en su sombrilla de paja en la playa. Y a fin de tarde todos suben al de arriba, bien en altura, donde se hacen after beachs con bandas en vivo, y se encienden los fuegos con carnes al asador y otras delicias.
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Fotos: son todas gentileza de los locales, hostels y paradores mencionados. Foto destacada: gentileza Unsplash PH Biel Morro (es ilustrativa y no corresponde al bosque Peralta Ramos).