Asados de cordero que son un ritual pagano, terroirs de vinos excepcionales, cabalgatas junto a gauchos, amaneceres y atardeceres de otro planeta entre caldenes y praderas/¿Cómo es una estadía – road movie emocionante incluida -, en uno de los últimos rincones desconocidos de Argentina en la Provincia de la Pampa?
Médanos, praderas y lagunas: la Provincia de la Pampa es bella y salvaje.
Donde se detiene el tiempo: días de lujo y felicidad en Terra Pampa, un lodge en uno de los últimos paisajes inexplorados de Argentina. Por Leandro Vesco desde la Provincia de La Pampa para MALEVA.
La llaman la “Otra Patagonia”, La Pampa y su desierto de caldenes es una incógnita para la mayoría de los argentinos, una provincia de paso hacia la Cordillera y sus lagos, la costa solitaria de aguas cristalinas rionegrinas y las extensas playas chubutenses. Dimensión desconocida para el turismo clásico, es acaso uno de los pocos territorios inexplorados de Argentina, salvaje y tradicional, primitiva y misteriosa. Su extenso horizonte es cruzado por rutas desoladas, rectas que parecen nacer y morir en el horizonte crepuscular. En el corazón de este escenario de silencios, el lodge Terra Pampa es la mejor manera para sentir la belleza desnuda pampeana.
Llegar hasta el campo es una aventura. La road movie es emocionante, la ruta 14 cruza por parajes como Cachirulo, El Tropezón y El Durazno, en un cruce de caminos donde la humanidad parece terminar un poste con una luz insociable ilumina un cartel, es el mojón que anuncia el portal hacia la intimidad del mayor campo ganadero de La Pampa. El camino de entrada es un preámbulo a los arcanos de un mundo nuevo transitado por aves atrapacaminos, maras, cuises, peludos y zorros, un paraíso perdido. “Queremos crear un nuevo estándar de lujo”, confiesa Remigio Donnely, cuarta generación de ganaderos, es la mente que está detrás de cuidar cada detalle del guión complaciente del lodge.
«Dimensión desconocida para el turismo clásico, es acaso uno de los pocos territorios inexplorados de Argentina, salvaje y tradicional, primitiva y misteriosa. Su extenso horizonte es cruzado por rutas desoladas, rectas que parecen nacer y morir en el horizonte crepuscular. En el corazón de este escenario de silencios, el lodge Terra Pampa es la mejor manera para sentir la belleza desnuda pampeana…»
“Es una zona desconocida para el turismo”, dice Remigio. Terra Pampa es una nave nodriza de cemento, madera y vidrio en lo alto de un albardón. Alrededor del lodge, la pradera y el monte, el desierto y la más completa soledad. La experiencia es de aislamiento del mundo, de despojo de agendas y obligaciones para recuperar una mirada enfocada en la naturaleza y sus caprichosos movimientos. Cinco habitaciones en suite, amplias y minimalistas, donde es posible caminar para descubrir y asimilar pensamientos mientras ocurre un pretencioso milagro: inmensos ventanales ofrecen la visión de la naturaleza en su esquema más íntimo. “Es el corazón de La Pampa, la menos explorada”, argumenta Remigio.
“Visitar Terra Pampa es sumergirse en la cultura ganadera argentina, es entender la simpleza de la vida en el campo, donde las tradiciones gauchas aún perduran”, resume. El concepto de lujo aquí se basa en el propio confort del lodge, su living, la contemplación en alguno de sus sofás para disfrutar de la vista panorámica y la posibilidad de explorar el bar y su carta de vinos pampeanos. La Pampa es una tierra bondadosa con una dispersión climática perfecta para el desarrollo de terroirs con características únicas. Sus vinos tienen personalidad propia, el suelo del desierto los robustece.
«El concepto de lujo aquí se basa en el propio confort del lodge, su living, la contemplación en alguno de sus sofás para disfrutar de la vista panorámica y la posibilidad de explorar el bar y su carta de vinos pampeanos. La Pampa es una tierra bondadosa con una dispersión climática perfecta para el desarrollo de terroirs con características únicas…»
La gastronomía es otro viaje. El más inquieto y sorprendente. El lodge está asentado en el campo ganadero más grande en una provincia donde las proporciones son desmedidas. La carne aquí es una religión, una manifestación litúrgica. Las miles de vacas pastan en libertad en potreros grandes como el mundo. “Para nosotros el asado es un momento mágico y queremos que se sienta así”, confiesa Remigio. No tienen que ir lejos para buscar la carne, en este paraíso la tiene a mano. “Es la mejor de argentina”, expresa sin dudar Remigio.
El plan es probarla en un templo pagano, en amable ceremonia. A los pies del lodge, un círculo de sillas que miran a otro círculo más pequeño de piedras en cuyo centro se clava solemne una estaca, allí el chef asa costillares, pero también corderos. El tiempo se detiene y prolonga la felicidad, la espera se aquieta con embutidos y quesos de los pueblos vecinos. Contemplar el fuego de esta manera, con la promesa de luego sentarse en una única y larga mesa, es una epifanía. “Queremos llevar la mesa al campo”, sugiere el joven Remigio. El menú se amplía a platos de olla. Guisos fundantes de largas sobremesas. También carne estacionada.
En pocas palabras la historia de la estancia es para un guión de una serie. Perteneció a Juan Alberto Harriet, considerado “el rey de la carne”, tuvo 180.000 hectáreas, fue el productor ganadero más importante del mundo, llegando a tener más de 80.000 cabezas. Logró hacer del desierto pampeano, un vergel. El método que usó fue revolucionario: sembró alfalfa desde un avión. Tiene un record imbatible aún, en un único tren envió al Mercado de Liniers, 5.500 vacunos. Los Saltos de Moconá, en Misiones, eran de él, y donó esa tierra a la provincia de Misiones, hoy es un Parque Provincial, un área protegida y una de las maravillas de Argentina. “Era un visionario”, cuenta su bisnieto.
«El lodge es explícito en su guión: escapar del mundo moderno y retroceder el almanaque para poder recuperar la vida sencilla en el campo con sus actividades, esto significa algo maravilloso: compartir los días con los gauchos y ser parte de su dinámica laboral. A los visitantes se los invita a cabalgar para arrear hasta mil cabezas de ganados por las praderas, comer un asado en una manga o en un puesto. Placeres sencillos, ampliar la mirada en un horizonte medular…»
“El verdadero viaje transformador es aquel que nos permite conocer nuevas culturas, historias y formas de vida, enriqueciendo nuestra perspectiva del mundo”, cavila Remigio. Recuperar la cultura gaucha, en pocas palabras. El lodge es explícito en su guión: escapar del mundo moderno y retroceder el almanaque para poder recuperar la vida sencilla en el campo con sus actividades, esto significa algo maravilloso: compartir los días con los gauchos y ser parte de su dinámica laboral. A los visitantes se los invita a cabalgar para arrear hasta mil cabezas de ganados por las praderas, comer un asado en una manga o en un puesto. Placeres sencillos, ampliar la mirada en un horizonte medular. Cruzando aguadas, lagunas y descubriendo una pampa fértil y fresca. Otra opción: hacer un picnic en la pradera.
“Queremos encontrar momentos de tranquilidad y experiencias auténticas, lo común, conectar con la vida y las tradiciones locales”, resume Remigio el concepto de Terra Pampa. Desde las habitaciones el despertar se vive con el sol naciendo entre los pastizales y al caer la tarde, el cielo se disuelve en tonos violáceos, morados y fuegos celestes. Ciervos, antílopes, caballos y muflones se dejan ver entre los árboles, por la noche las estrellas iluminan y los ojos de los animales también, curiosos espectadores. Ningún humano interrumpe la visión, no existen pueblos cercanos, ni sonidos que no sean el crepitar de la leña en el fuego y las pisadas de los silenciosos habitantes del mágico desierto pampeano.
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