DE HERMÈS A LA PAROLACCIA: ¿CÓMO PRONUNCIAR BIEN NOMBRES EN BOCA DE TODOS? / POR VICKY GUAZZONE DI PASSALACQUA

parolaccia
Es uno de los restaurantes más exitosos pero CASI TODO EL MUNDO pronuncia mal su nombre

 
 

DE HERMÈS A LA PAROLACCIA: ¿CÓMO PRONUNCIAR BIEN NOMBRES EN BOCA DE TODOS? / POR VICKY GUAZZONE DI PASSALACQUA. (¡MUCHAS GRACIAS A LOS REPRESENTANTES DE LAS MARCAS POR HABERSE ANIMADO A PRONUNCIAR EN LOS AUDIOS!)

A veces es simple desconocimiento. Palabras en francés, italiano o inglés que se acentúan mal o leen tal cual fueron escritas, y entonces pierden la gracia de su correcta pronunciación. Otras también tiene que ver con un error tanto tiempo repetido que casi pasa a ser la opción idónea, y entonces hasta los que saben decirlo bien no lo hacen, por inhibición o por miedo a quedar como que son los que lo están diciendo mal. En el caso de las marcas de auto, por ejemplo, los ejemplos de mala pronunciación son miles (de Toyota a Hyundai, pasando por Porsche y Renault), y es común que los directivos argentinos las digan mal en nuestro país, aún a sabiendas. “Pero cuando hablan con sus jefes de la casa matriz, pronuncian mejor que el fundador mismo. Lo que sucede aquí es que influye el factor de ‘no quiero quedar como un nerd’”, apunta Carlos Cristófalo, periodista creador del sitio especializado Autoblog. Sin embargo, el saber popular también puede educarse. Y en busca de aportar un granito de arena en ese camino, en MALEVA armamos una lista de 10 nombres que suelen pronunciarse mal, aportando su correcta enunciación y la historia detrás de esta.
 
 

1) L’Occitane: Loxitán

Es tan común pronunciarlo mal que hasta la propia empresa hizo un video explicando cómo se dice. Aunque algunos leen la doble c como italiana y dicen “lochitan” y otros como k (“lokitan”) o leen su e final, la verdad es que el nombre se pronuncia “loxitán”. Deviene de Occitania, aquella región que se compone especialmente del sur de Francia, aunque también de una parte de España, la región italiana del Piamonte y el Principado de Mónaco, y está inspirado en las mujeres de dicha zona. Nacida en 1976 a manos de Olivier Baussan, un joven francés con gran conocimiento de las plantas que encontró en Provence su espacio de creación e inspiración, hace rato que esta reconocida marca de cremas, jabones, fragancias y cosméticos exporta y seduce al mundo. Lo que aún le queda pendiente, sin embargo, es instalar su forma correcta de pronunciarse.

 
 

2) La Parolaccia: La Parolacha

Es una de las cadenas de restaurantes más exitosas del país, pero incluso bajo ese dato, aquellos que la nombran bien son contados. Porque así como es tan común escuchar “¿y si vamos a La Parolakia?”, lo es poco oír “¡vamos a la Parolacha!”. Y no, no es falta de clientela sino de saber. En italiano, parolaccia significa mala palabra, y precisamente remonta su origen a Roma, cuando a mediados del siglo XX una familia funda bajo este nombre un humilde restaurante en el tradicional barrio Trastevere. Para 1988, cuando esa idea se muda a Buenos Aires (donde el ansia por la comida tana siempre está presente), el nombre ya estaba asociado al buen comer, y sus dueños quisieron mantener la tradición y así repetir la experiencia. 20 años después, con ocho sucursales, otras dos de la cadena La Bistecca y una más en Perú, la historia les da la razón.

 

3) Ralph Lauren: Ralf Loren

Pero no solo el francés y el italiano traen problemas al enunciarse. También el inglés tiene sus dilemas, y una de las marcas que más lo demuestra a diario es Ralph Lauren, muchas veces pronunciada tal cual se lee. La explicación de su nombre es muy simple: es el artístico de su creador (su apellido original es Lifshitz), quien hace 48 años fundó esta compañía que comenzó vendiendo corbatas y hoy es símbolo de la mejor versión del estilo de vida norteamericano. Si bien en Estados Unidos por lo genera se pronuncia bien, es probable que Ralph, gran viajante y dueño de una empresa con presencia en casi todos los países del mundo, viva seguido en carne propia la desazón de escuchar mal dicho su apellido. 

 

4) Porsche: Porsha

Ya lo anticipamos: las marcas de autos son una de las mayores víctimas de la pronunciación errónea. Y en el caso de Porsche, hasta existió un capítulo de “Friends” en el que el personaje de Joey encuentra las llaves de un 911 y, mientras simula que es suyo, dice varias veces “porsha”. Pero no todos ven la serie ni aprendieron la lección, y son muchísimos los que aún pronuncian “porsh”. Ferdinand Porsche, el ingeniero austríaco que fue su creador, murió en 1951, pero la empresa (hoy a manos del grupo Volkswagen) continúa trabajando en su legado y haciendo lo posible por difundir bien su nombre. Después de todo, la exclusividad de poder poseer un modelo de la marca bien debería ir de la mano de una buena noción de idiomas.

 

5) Hermès: Hermés

He aquí otra marca francesa de la que todos quisieran poseer algo pero no tantos saben decir correctamente. Mientras algunos le quitan la s final y otros lo acentúan al revés (“hérmes”), la solución es mucho más fácil de lo que parece: hermés (con la r raspada arriba de la garganta). Tal cual se lee, aunque con la tilde hacia nuestro lado. Su origen también es un apellido, dado que todo comenzó cuando la familia Hermès se radicó en París en 1828, dando pie a que, nueve años después, Thierry Hermès fundara un taller de arneses dedicado a abastecer a los nobles europeos. A través de los años, el negocio fue pasando de generación en generación y ampliando así su espíritu y ambiciones, para llegar a ser hoy una de las grandes marcas de lujo del mundo (que abastece a nobles y a muchos más). Graciosa y atinadamente, Hermes es también es el nombre del dios griego mensajero, de las fronteras, los viajeros y el comercio en general.

 

6) Veuve Clicquot: Vev Clicó

La reina de los champagnes debe tomarse con tanta responsabilidad como la pronunciación de su nombre. Esta marca, fundada por Philippe Clicquot en 1772, fue una de las grandes difusoras del champagne como bebida preferida de los nobles, ricos y poderosos. Por aquel entonces, sin embargo, aún no llevaba el nombre actual. Este llegó luego de que el hijo de Philippe, François, muriera y dejara a su viuda a cargo de toda la empresa. Lo que siguieron entonces fueron años de grandeza y también penurias, dado que Madame Clicquot no solo fue la primera mujer a cargo de una compañía de este tamaño y rubro sino que debió afrontar las guerras napoleónicas y el bloqueo a Rusia, llegando incluso a ser el primer champagne que superó dicha barrera. Para cuando murió, en 1866, la marca ya era legendaria. Y si bien en Francia nunca dejó de pronunciarse bien, al resto del mundo aún le falta aprender que cada vez que un festejo lo amerita, la preciosa botella amarilla que se descorcha es un “vev clicó (dicho con la «e» grave francesa).

 

7) Duhau: Duó

La cadena de hoteles de lujo Hyatt puede jactarse de elegir siempre locaciones increíbles. Y si se trata de la categoría Park, la apuesta se redobla. Por eso, no sorprende que el Park Hyatt de Buenos Aires se haya mudado en 2006 al Palacio Duhau, una espléndida edificación de 1934 en el corazón de Recoleta. Construida por el arquitecto francés León Dourge, supo ser un símbolo de la aristocracia porteña, y debe su nombre, precisamente, a Luis Duhau, Ministro de Agricultura de la Nación en los años ’30. Hoy uno de los pocos palacios que subsisten en la ciudad, es una pena que no todos sepan nombrarlo como se debe. Aunque la tentación inicial de muchos es leerlo tal cual se escribe, “duau”, lo correcto es “duó”. O, desde que la hospitalidad y exclusividad del Hyatt son parte, Palacio Duhau – Park Hyatt Buenos Aires.
 

 

8) Uniqlo: Iuniklo

Fueron el hit de este otoño-invierno, y no las podíamos dejar pasar: las camperas de pluma de Uniqlo pusieron de manifiesto no solo el furor con el que se instalan ciertas tendencias, sino también lo difícil que resulta para algunos decir la marca. Nacido de la contracción de Unique Clothing, su nombre no se pronuncia tal cual se lee sino “iuniklo”, con acentuación en la última sílaba (muchos lo dicen correctamente pero acentúan la primera o la intermedia). Japonesa, debe la Q a un error de tipeo en los papeles que debieron rellenar al tramitar los permisos para exportar a Hong Kong, China (quisieron poner Uniclo). Para cuando lo vieron, ya era tarde, y el destino del nombre estaba echado. Ubicados hoy entre los cinco mayores vendedores de ropa del mundo, junto a marcas como Gap, H&M e Inditex (dueños de Zara), el error no parece haberles costado nada caro.

 

9) Estée Lauder: Éste Loder

Debo confesar que incluyo este caso después de ver la película “Woman in Gold”, que versa sobre una historia real, y donde presentan al hijo de Estée Lauder acercándose a la protagonista (Helen Mirren) para ayudarla en un momento difícil. Más allá de lo que ellos hablan en sí, lo que más me interesó fue la diferencia con la forma de decirlo que solemos escuchar. Porque si bien el común de la gente le aporta un tono francés, “esté lodér”, lo cierto es que la propia Estée no nació en Francia sino en Estados Unidos, y de padres húngaros y checoslovacos. Su verdadero apellido era Mentzer, pero adoptó el de su marido Joseph (aunque en el inicio era Lauter y luego lo cambiaron a Lauder) al fundar la compañía en 1935. Desde entonces, la correcta pronunciación de este gigante de los cosméticos es “éste loder”, con acentuación en la primera sílaba del apellido.

 

10) La Bourgogne: La Burgóñ

Finalmente, entra en la lista un caso adorado por muchos: el restaurante La Bourgogne, del afamado chef francés Jean Paul Bondoux. Tanto en su versión uruguaya como en la argentina que se encuentra dentro del Alvear Palace Hotel, son varios los que la visitan sin saber bien cómo enunciarla. Para todos ellos y para el bien de los oídos de Jean Paul, sepan que se dice “la burgóñ ”. Significa Borgoña, y es la región de la que proviene el chef, quien al desembarcar en Sudamérica quiso recrear su Francia natal con todo el savoir faire, y por eso llegó con muchísimos productos y su personal de cocina. El resultado fue una primera apertura en Punta del Este en 1980 y en Buenos Aires en 1992. Desde entonces, tanto franceses como argentinos han sido parte de la brigada que acompaña a Jean Paul en su exitoso emprendimiento.