Cuando la tecnología es para dar una mano: crónica del último (y muy buena onda) hackaton de «Developers for Good»

Un evento que es todo lo que está bien/Equipos de chicos sub 25 que con sus aplicaciones y proyectos tec buscan ayudar a la sociedad/Desarolladores, «senseis», marketing de guerrilla e ideas geniales/¿Cómo surgió esta organización y por qué son una rara avis en el mundillo tech?

 

Cuando la tecnología es para dar una mano: crónica del último (y muy buena onda) hackaton de «Developers for Good». Por Camila Barreiro. Fotos: Matías Quintana.

 – La sección #Emprendedores de MALEVA es patrocinada por Hit-Cowork –

Al llegar al piso seis del edificio de Baufest, podés convertirte en ninja, padawan, wizard o warrior. En definitiva, como explica Jorge Roldán: “un sensei”. Un río de personas con camisetas de colores llamativos se pasea por la oficina vacía, que a su vez, está colmada, dueña de una energía difícil de poner en palabras. ¿Qué es la cuarta edición de Developers for Good BA? Un espacio donde cinco grupos de jóvenes de entre 13 y 24 años proponen una solución innovadora a los problemas que los atraviesan en su día a día, la llevan a cabo mediante un prototipo programado y la exponen en formato “marketing de guerrilla” con los invitados al evento.

«¿Qué es la cuarta edición de Developers for Good BA? Un espacio donde cinco grupos de jóvenes de entre 13 y 24 años proponen una solución innovadora a los problemas que los atraviesan en su día a día, la llevan a cabo mediante un prototipo programado y la exponen en formato “marketing de guerrilla” con los invitados al evento…»

A diferencia de otras hackatones, acá no hay jurados, solo un espacio de feedback para que “humanos” le den una mirada a los proyectos y los ayuden a encontrar un camino más certero. Tenemos en nuestras manos tres monedas: impacto, prototipo y escala. Cuando todos los grupos hayan acercado su pitch cara a cara a los sensei (prensa, gobierno, empresas, etc), deberemos entregarles las monedas al mejor producto mínimo viable, a la idea que mejor resuelve la problemática que plantea y al proyecto con más posibilidades de crecimiento.

Mientras me acomodo a la dinámica se acerca Mirko, de Mano Amiga, y me pregunta si me puede contar sobre su Escuadrón Vial. “En mi escuela hay muchos casos de accidentes viales. También los sufrimos en mi familia. Además, vas a sacar el registro y tenés que leer un pdf de 80 páginas, es un montón. Por eso te presento a Foxy”, dice, mientras abre su celular y me muestra a un personaje muy similar a “Fantastic Mr. Fox” que me guía pregunta tras pregunta a descubrir qué sé (y qué no) sobre dispositivos de seguridad en vehículos. Luego se acercarán Manuel y algunos participantes más: están convencidos de haber hecho algo por ese problema que resonaba en sus vidas, ellos están cambiando su mundo.

¿Cómo nace un proyecto cuyo objetivo es empoderar a los más chicos, sin discernir entre ganadores y perdedores, entre ideas buenas o malas? Según Camila Alanis, una de las developers, de la necesidad de “transformar la realidad”. “Utilizamos la tecnología para generar impacto social. Para que los más damnificados puedan resolver los problemas que los afectan en el día a día…»

Hicimos cuatro encuentros previos, de cuatro horas cada uno. Ponemos en jaque todas las hipótesis de problemas. Se lo tiramos a la basura para que lo vuelvan a sacar y defender ellos. Queremos que se saquen todas las dudas y tengan en claro las líneas de solución. Así, el día de la hackatón, se dedican a programar”, le dice a MALEVA Matías Córdoba Stepke, mientras orquesta el paso de los chicos por los sensei.

Hay cinco ideas que merodean por la oficina de Baufest: NODIX, de Mano Amiga -que propone concientizar sobre dislexia y ayudar a los niños con esta dificultad-, Matemáticamente, de Fundación Forge – que busca atacar la problemática asociada al bajo interés y la poca comprensión de la matemática en relación con sus aplicaciones cotidianas-, Reformulate de Fundación Forge -que aborda el desinterés de ciertas personas hacia la realidad política, derivado del poco acceso a conocimientos e información precisa sobre los candidatos-, Mapa del Barrio 31, de Aprendé Programando -una aplicación que brinda un mapa completo de la villa 31 con información de caminos principales, frecuentes y alternativos para que los vehículos que brindan servicios puedan ingresar- y EV&Game, de Mano Amiga -un juego para reconocer y aprender las señales y normas de tránsito-.

«Los sensei cuestionan y felicitan a los ideadores. Las monedas empiezan a circular. Los chicos se sacan fotos con aquellos que los eligieron. Agradecen, sonríen. Encontraron la solución a sus problemas, solos pero en equipo. Están un paso más cerca de la tecnología, del mundo. Sin saberlo, cambiaron nuestras vidas. Sin premiarlos, todos fueron ganadores…»

Nuestro caso más conocido es CRESI, una app de trivia sobre la ESI. Su clase de educación sexual era un embole y, eso hace que terminemos googleando cualquier verdura y haciendo caso a eso. Hoy dan talleres de jóvenes para jóvenes, es hermoso. Se me cae la baba. Es un problema que los atravesaba. Como los chicos de EV&Game, fueron a sacar el registro y le dieron un pdf de 80 páginas. Nos enfocamos en estudiantes de 13 a 24 que tienen algo que les jode”, cuenta Jorge, que también señala los puntos favorables para las empresas que se suman: les sirve para el reclutamiento de talento porque conocen haciendo, prueban nuevas tecnologías con productos de bajo riesgo, y además mejoran el engagement.

¿Cómo nace un proyecto cuyo objetivo es empoderar a los más chicos, sin discernir entre ganadores y perdedores, entre ideas buenas o malas? Según Camila Alanis, una de las developers, de la necesidad de “transformar la realidad”. “Utilizamos la tecnología para generar impacto social. Para que los más damnificados puedan resolver los problemas que los afectan en el día a día. Además, hoy en día creemos que la tecnología es de difícil acceso, imposible para chicos de población vulnerable, que es un mundo lejano. Ciertas personas terminan siendo los cuellos de botella para que accedan a este mundo. Entonces, acercamos chicos que quieren encontrar soluciones a sus problemas a generar la experiencia, de que es posible”, explica Camila, que también acompaña la sinergia entre las empresas que quieran ayudar y los chicos que desean continuar su camino programando.

«Queremos encarar problemáticas sociales desde la tecnología. Pasar la protesta a la propuesta. Soy docente -cuenta Jorge, uno de los organizadores -, he dado clases en la 1.11.14 y lo que dijimos es: ‘no inventemos la rueda, juntémonos con otros a quienes les preocupe lo mismo y hagamos cosas juntos…»

Somos un grupo de amigos, una fraternidad. A todos nos conmueve mucho que los jóvenes estén involucrando herramientas a sus vidas. Creemos que la realidad se puede transformar, y que hay que unir mundos: conectar personas que tienen necesidades con la tecnología. Vivimos la experiencia de qué problemas relevan sobre su realidad y apostamos a que se formen grupos diversos y heterogéneos para que mejoren sus prototipos”, confiesa Camila, una psicóloga a la que, justamente, su pánico por la tecnología la motivó a involucrarse.

Tomaban unas cervezas con amigos, y todos eran críticos de algunas hackatones donde el objetivo era generar un proyecto sin importar el problema inicial. “Queremos encarar problemáticas sociales desde la tecnología. Pasar la protesta a la propuesta. Soy docente, he dado clases en la 1.11.14 y lo que dijimos es: ‘no inventemos la rueda, juntémonos con otros a quienes les preocupe lo mismo y hagamos cosas juntos’. Yo podría estar en un asado puteando, pero tenemos que aportar desde el lugar que tenemos. Es fundamental que los proyectos de los chicos estén atravesados por su subjetividad, sus barrios y su comunidad”, profundiza Jorge.

“Nuestro caso más conocido es CRESI, una app de trivia sobre la ESI. Su clase de educación sexual era un embole y, eso hace que terminemos googleando cualquier verdura y haciendo caso a eso. Hoy dan talleres de jóvenes para jóvenes, es hermoso…»

El sistema de Developers for Good funciona tan bien que, una vez que se arma el equipo multidisciplinario (donde los ideadores se reúnen con desarrolladores, testers, diseñadores UX/UI y coordinadores), la organización no hace nada hasta que se presentan los pitches. “Nos juntamos algunas veces con los coordinadores para que nos cuenten cómo va el grupo. Después de la jornada del sábado y el domingo, los chicos se llevan las devoluciones y lo que importa es el acompañamiento posterior. Hay mentorías de 3×3 en empresas de tecnología y tenemos varios casos exitosos”, narra Matías.
Los sensei cuestionan y felicitan a los ideadores. Las monedas empiezan a circular. Los chicos se sacan fotos con aquellos que los eligieron. Agradecen, sonríen. Encontraron la solución a sus problemas, solos pero en equipo. Están un paso más cerca de la tecnología, del mundo. Sin saberlo, cambiaron nuestras vidas. Sin premiarlos, todos fueron ganadores.

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