¿Cómo encontrar a Frida Kahlo en Buenos Aires? Rincones (obra, rastros y conexiones) para escuchar su eco en la ciudad porteña

Ícono de América latina, del arte y de las mujeres, el mito mexicano no tuvo una relación estrecha con la Argentina pero aún así hoy es posible «encontrarla» en Capital/En colecciones permanentes, en obras alusivas y en artistas que aún tienen puntos de contacto con ella/Además: ¿por qué su legado sigue tan vigente?

Frida como una palermitana más, en el mural de Campos Jesses en la avenida Dorrego

 

¿Cómo encontrar a Frida Kahlo en Buenos Aires? Rincones (obra, rastros y conexiones) para escuchar su eco en la ciudad porteña. Por Azul Zorraquin. Foto mural Frida Kahlo: gentileza © Buenos Aires Street Art.

La relación entre Argentina y Frida es distante, pero a la vez, es posible encontrar en Buenos Aires a la artista latinoamericana que más fuerte pisó en el mundo y en las generaciones posteriores. Sólo hay que saber detrás de qué puerta o qué esquina. Tanto en colecciones permanentes, como de forma más abstracta, en artistas que tienen puntos de contacto con ella. MALEVA indagó en sus composiciones y en su historia de vida para tejer un recorrido especial entre Frida y su legado en nuestro país, simbólico y literal.

Frida fue una mujer y artista sufriente, pintó sus dolores, la destrucción y mutilación de su cuerpo; un accidente en la adolescencia la dejó estéril y le generó severas complicaciones el resto de su vida. Fue un ícono, pionera de la libertad sexual e hija de la revolución mexicana. Triunfó en el mundo del arte, lo cual no es poca cosa, siendo mujer en el siglo XX y además, siendo pareja del muralista estrella Diego Rivera, en un contexto en el que el hombre, primaba. De esta manera, Kahlo se convirtió en un ícono feminista que dejó una huella imborrable.

1) Yeguas del Apocalipsis, Las dos Fridas, (1989): una imagen desafiante de la legendaria dupla chilena Francisco Casas y Pedro Lemebel / En la colección Permanente de MALBA

En esta recreación de “Las dos Fridas”, la emblemática pintura en la que Frida se desdobla en un autorretrato, los artistas chilenos, Francisco Casas y el escritor Pedro Lemebel, travisten a la artista. La obra está exhibida en Buenos Aires, en la colección permanente del MALBA. Ambos conformaron el dúo “Yeguas del Apocalipsis” entre 1987 y 1997, en el umbral entre la dictadura de Pinochet y el pos, en Santiago de Chile, y realizaron distintas prácticas político-artísticas. El nombre que adoptaron fue polémico porque ponía en juego un modo de enunciación travestido, y a su vez, era un insulto a la mujer.

Como en la pintura de Kahlo, estos artistas exhiben sus cuerpos, y sus corazones, conectados por una transfusión. “En los años de la expansión del VIH, la escenificación de Las dos Fridas por dos artistas homosexuales es también la imagen desafiante de cuerpos marcados como peligrosos y, a la vez, expuestos al peligro frente al pánico que despertaba, en esos años, la circulación descontrolada de los flujos corporales”, explica Fernanda Carvajal, socióloga, investigadora y docente. A su vez, Casas y Lemebel exhiben un torso masculino con faldas femeninas, y de esta manera resaltan la ambivalencia sexo-genérica.

Socialmente provocadores e intimidantes, Casas y Lemebel, al igual que Frida, constituyeron una figura política rebelde, y supieron visibilizar el dolor de temas tan intensos como el VIH.

2) Ícaro de Raquel Forner: lo femenino y el dolor en una artista porteña que tuvo muchas semejanzas con la mexicana / En la fundación Forner – Bigatti. 

Raquel Fornier fue una de las grandes protagonistas de la escena artística porteña; gran parte de su obra se puede visitar en la fundación Forner-Bigatti, su ex taller. Ella y Frida Kahlo tienen muchos puntos en común. Fueron mujeres. Mujeres artistas en el siglo XX. Mujeres que, en un contexto hostil, recibieron reconocimiento en vida, por sus obras. Mujeres que se casaron con artistas importantes, Bigatti en el caso de Forner, y Rivera en el caso de Kahlo. Y aún así, lograron sobresalir y brillar. Las obras de ambas conversan, se entretejen, y se perciben como pinceladas de dolor. En la obra Ícaro, expuesta en la fundación en San Telmo, vemos cómo las ramas curvas de un árbol seco, envuelven a una cabeza sufriente. “El parecido de éstas con vasos sanguíneos o heridas instala una nueva metáfora en la cara de ojos desmesurados que contemplan la caída del varón utópico cuya tragedia ha sido la de toda la humanidad”, explican José Emilio Burucúa y Laura Malosetti Costa en Iconografía de la mujer y lo femenino en la obra de Raquel Forner. Frida, de igual manera, recurre en muchas de sus obras a la sangre y las heridas del cuerpo para expresarse, y en sus imágenes convive la naturaleza con la revolución.

Su obra, al igual que la de Kahlo, es dramática, sobre todo en series como la de España, que retrata la Guerra Civil Española, y “Drama”, a la que pertenece Ícaro. El dolor, la naturaleza, figuras desgarradoras, esqueletos, e imágenes cargadas de simbolismo, acercan la obra de ambas mujeres que en un contexto similar, encuentran una manera análoga de expresarse.

Dato de color: sus obras también estarán expuestas en “Canon Accidental”, Mujeres artistas en Argentina (1890-1950), en el Bellas Artes, a partir de esta semana.

3) Mural de Frida Kahlo: ¿y si Frida fuera una chica de hoy en día? Por Campos Jesses / Av.Dorrego 1700. 

En pleno Palermo Viejo, el artista Campos Jesses le rinde homenaje a la mítica artista mexicana, con un enorme mural. La Frida que retrata, sin embargo, es una contemporánea; es una especie de recreación de lo que sería Frida, hoy. Bajo las pinceladas de Campos, viste jeans gastados y una remera atada a la cintura, en vez de sus vestidos típicos de Tehuantepec y abrigos guatemaltecos. El único punto de contacto entre la Frida de los ‘50 y la de los 2000, quizás, sea el tocado floral y la ceja salvaje que la caracteriza.

4) “Baile en Tehuantepec”: porque no hay Frida sin Diego, y no hay Diego sin Frida / Colección permanente del MALBA. 

“A Diego: yo sufrí dos accidentes graves en mi vida, uno fue el tranvía, el otro fuiste tú. Tú eres de lejos el peor”, escribió Frida. Lo cierto es que no hay Frida sin Diego, ni Diego sin Frida. La relación tumultuosa que mantuvieron a lo largo de todas sus vidas, los fusionó y marcó su arte, el dolor, la vida y la muerte.

En la Colección Permanente del MALBA, se puede admirar la obra “Baile en Tehuantepec”, hecha por el emblemático muralista, que si bien no habla directamente de Frida, deja su huella por el eterno vínculo entre estos dos artistas mexicanos.

5) “Autorretrato con Loro y Chango”: la ´única obra de Frida en la Argentina / Colección permanente del MALBA 

Quizás esta sea la más obvia y el vestigio literal de Frida en nuestro país, pero lo cierto es que a la vez, ningún otro museo argentino exhibe obra suya. En este autorretrato de principios del ‘40 vemos que la artista lleva un huipil corto con un bordado amarillo hecho a máquina, usado típicamente por las mujeres del istmo de Tehuantepec, y posa con un loro y un mono. Hay varias obras de esta serie, y si bien nunca se supo el significado exacto de estos animales, podrían representar los hijos que Frida nunca tuvo, un especie de álter ego o contrastes de dinamismo para su posición estática.
La obra está expuesta en la Colección Permanente del MALBA.

6) Ejercicio Plástico de David. A Siqueiros: una obra majestuosa de otro artista enorme (y amigo y de la misma generación que Frida) / En el museo del Bicentenario

Siqueiros fue uno de los muralistas más importantes y referentes, y junto a Rivera, expresaba los ideales sociales de la revolución mexicana y encabezaba el movimiento de muralistas del país. Por ende, era amigo de Kahlo y compartía su visión política.
Esta envolvente obra fue realizada en 1933, con la colaboración de Berni, Spilimbergo, Castagnino y Lázaro, jóvenes ríoplatenses con los que el artista se identificaba políticamente. La historia posterior, es un vaivén. La obra vistió, primeramente, el sótano abovedado de una casona ubicada en Don Torcuato; los techos, pisos y paredes, sirvieron para generar un efecto “caja de cristal en el mar”. Cuando falleció el dueño de la casona, arrancó un proceso de reubicación y restauración de la obra, que culminó con su aterrizaje en el Museo del Bicentenario, emplazado en la Aduana Taylor (hacia el lado este de la Casa Rosada), y puede ser apreciado por todos los argentinos.

7) El psicoanálisis  – “con rabia roía el cráneo por dentro y por fuera” -, de Marcia Schvartz / En Terapia – muestra temporal del MALBA  

La incipiente muestra “Terapia”, en el MALBA, expone una obra de Marcia Schvartz, artista argentina galardonada, en la que una mujer pare y se come su propio cráneo. Si bien la obra pertenece a la serie “Infierno”, que remite a una de las partes que componen la Divina Comedia, de Dante Alighieri, y es mucho más contemporánea, su composición, indudablemente, dialoga con la de “Mi Nacimiento”, en donde Frida retrata a una mujer pariendo, con la cara tapada, una cabeza muerta.

Salvando las distancias, las épocas y el propósito de la obra, creo que las pinceladas de Schvartz y Kahlo dialogan, sobretodo en estas pinturas. Frida habla del ciclo de la vida, de la agonía que da vida, y que a su vez, se muere también; fue realizada en el contexto del fallecimiento de su madre, pero también se puede vincular con sus abortos y su incapacidad de parir. En la obra de Schvartz, la posición de la mujer sugiere que la cabeza fue parida, y a su vez, la madre – o ella misma – se la devora; juega, de la misma manera, con la vida y la muerte como ciclo. Además, ambas imágenes tienen un tinte dramático y oscuro, y una composición análoga.