«Como en Japón, pero en Villa la Angostura: así fue vivir un «baño de bosque» en el sur (una conexión natural profunda, detox y que te marca fuerte)

¿Cómo es zambullirse en este «baño», una práctica nacida en Japón y casi inédita en Argentina? ¿Cuáles son los beneficios para la mente, el cuerpo y el espíritu? ¿Cuál es su filosofía detrás? La energía del agua, el círculo de los celtas, el paisaje sonoro y el increíble efecto anti estrés/Además: la historia del pionero de esta experiencia en la Patagonia

El apuro está prohibido durante un baño de bosque

 

«Como en Japón, pero en Villa la Angostura: así fue vivir un «baño de bosque» en el sur (una conexión natural profunda, detox y que te marca fuerte). Por María Paz Moltedo (texto) y Mercedes Moltedo (fotos) / Desde Villa la Angostura.

“Cuando vayas al sur tenés que hacer un baño de bosque”, me dijo mi amigo Gonzalo. En ese instante vinieron imágenes absurdas a mi cabeza. No terminaba de imaginar algo coherente, así que decidí investigar un poco más. Y así llegué a Juan Aubert, uno de los dos instructores de esta práctica que existen en Argentina. Enseguida su buena energía, más la recomendación de Gonza, que conoce mi insaciable sed de descubrir cosas nuevas, me hicieron reservarme una mañana de mi viaje patagónico para zambullirme en este baño inédito, que tiene como objetivo conectarnos con la naturaleza de una forma mucho más profunda que lo que acostumbramos.

Todo era bastante misterioso, porque ni mi amigo ni Juan me terminaban de contar exactamente de qué se trataba la experiencia. No era como esas excursiones en las que te llega toda la data de lo que vas a hacer, desde el principio hasta el final. Y después de vivir mi práctica, pacté con mi instructor, que en la nota no iba a develar todo lo que sucede en un baño de bosque, porque eso apagaría la magia. Además, ningún baño es igual. La actividad siempre cambia, y lo que te genere, también va a cambiar cada vez que lo hagas.

«Si bien todos sabemos las bondades del contacto con la naturaleza, la ciencia también lo afirma: los factores físicos beneficiosos de un entorno forestal, son la temperatura del aire, la humedad, la luminancia (la luz solar da vitamina D), la velocidad del viento, la limpieza del aire (es buena para la salud respiratoria) y el paisaje sonoro…»

Era un sábado a la mañana, con un sol espectacular, y un clima ni frío ni caluroso de este enero en que las costas del sur argentino se poblaron más que las de Buenos Aires. Invité a mi hermana a sumarse a la experiencia para sacar fotos y filmar. Solo pudimos hacerlo hasta donde la conciencia y el contacto con el mundo occidental nos lo permitió. Porque son los japoneses quienes descubrieron esta tradición centenaria, y la regla básica para poder vivirla es estar en el aquí y el ahora, para dejar de lado todo lo que te lleve a vivir en el futuro o en el pasado. Por eso el celular, Instagram, y cualquier dispositivo que medie entre esa realidad y su percepción, estaba totalmente de más.

Nos metimos en un bosque que bordeaba una de las costas del Nahuel Huapi con Juan. Él es necochense, pero vive desde hace 17 años en el Sur, donde creó Anfitriones, un emprendimiento enfocado en darle experiencias únicas a los turistas, y en darles un acompañamiento desde que llegan hasta que se van. Por eso el concepto de anfitrión: te reciben, te acompañan y te despiden, y organizan todos los momentos de tu viaje. Mientras caminábamos y empezábamos a tomar contacto con las diferentes especies de árboles autóctonos -arrayanes, coihues-, nos contó un poco cómo descubrió esta práctica milenaria. Un empresario le pidió que encontrara una actividad interesante para los huéspedes de su hotel. Y se puso a investigar, hasta que dio con el baño de bosque.Se contactó con la única escuela que lo enseña en Japón, y ellos lo contactaron con el Forest Therapy Institute, un instituto que capacita en esta práctica en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. En 2019 viajó a España para estudiar la parte teórica, y terminó la parte práctica en Necochea y Villa La Angostura; así se recibió de guía de baños de bosque. Él y Rocío Ferraro (guía en Cariló), son los únicos argentinos que lo realizan.

«El modelo de baño de bosque más común es el 5 X 5, que tiene como premisas claves: Conectar con la naturaleza, es decir, desplazar la mente, tratar de abrir los sentidos para realmente percibir la presencia propia en el entorno natural; no tener prisa, la idea es caminar despacio -no es “trekking”- y la caminata no es de más que dos kilómetros…»

ShinrinYoku, o Forest Bathing, consiste más que nada en pasar tiempo en el bosque, con un único objetivo: mejorar la salud y el bienestar general. Más allá de que es una tradición centenaria, se le puso un nombre en 1982, cuando Tomohi de Ayikama, en ese entonces secretario de la Agencia de Bosques de Japón, quiso investigar más sobre qué pasaba cuando la gente iba a los bosques japoneses. Y así descubrió, a través de la observación, que quienes entraban a un bosque y pasaban más de dos horas, al salir, tenían una expresión facial y hasta un andar diferentes a los que tenían al ingresar. Eso motivó a diferentes científicos a estudiar el fenómeno.

Si bien todos sabemos las bondades del contacto con la naturaleza, la ciencia también lo afirma: los factores físicos beneficiosos de un entorno forestal, son la temperatura del aire, la humedad, la luminancia (la luz solar da vitamina D), la velocidad del viento, la limpieza del aire (es buena para la salud respiratoria) y el paisaje sonoro. Y los factores químicos son los fitoncidas, compuestos volátiles de las plantas y los árboles, y los terpenos (compuestos orgánicos) que al aspirarlos generan beneficios para nuestra salud mental y física; estimulan el sistema inmune y aumentan las defensas contra las células “natural killer”, como por ejemplo las cancerígenas. También se estudió que el estado de ánimo mejora, y desciende la hormona del estrés, el cortisol, al permanecer más de cuarenta minutos en un entorno de bosque o naturaleza; además se estimula el sistema nervioso parasimpático, disminuye el ritmo cardíaco y mejora el descanso. Y al permanecer muchas horas, aumenta la creatividad y la concentración.

«Antes de empezar, el guía nos hizo una especie de inmersión en la naturaleza, para calmar la mente, distraernos: “La menté está en el futuro y buscamos que esté en el aquí y ahora con nuestros sentidos. En la cultura oriental el aquí y ahora es más importante que el futuro…»

El modelo de baño de bosque más común es el 5 X 5, que tiene como premisas claves: Conectar con la naturaleza, es decir, desplazar la mente, tratar de abrir los sentidos para realmente percibir la presencia propia en el entorno natural; no tener prisa, la idea es caminar despacio -no es “trekking”- y la caminata no es de más que dos kilómetros; dejarse llevar por los sentidos: para eso es necesario frenar, sí o sí; dedicarle tiempo; dejarse guiar por un experto; pasear no es lo más importante: la idea es reconocer que no somos la única especie sobre el universo, relacionarnos más profundamente con lo que nos rodea; encontrar un “Sit Spot”, buscar un lugar en la naturaleza donde ir y simplemente sentarte a mirar lo que pasa a tu alrededor.

«También nos reímos al rodearnos haciendo ochos entre nosotros, para intercambiar nuestras energías. Después, tuvimos una meditación guiada a orillas del lago, en la que realmente, sentí viajar un rato a Melmac, o a ese lugar en el que no corre ni el tiempo ni en espacio, por unos cuantos segundos…»

Antes de empezar, el guía nos hizo una especie de inmersión en la naturaleza, para calmar la mente, distraernos: “La menté está en el futuro y buscamos que esté en el aquí y ahora con nuestros sentidos. En la cultura oriental el aquí y ahora es más importante que el futuro. Nosotros estamos en una pista de patinaje sobre hielo por donde vamos corriendo. La pista es cada vez más grande, y nos cuesta cada vez más llegar a ese lugar”. Nos cuenta, mientras de a poco nos invita a conectarnos: con el olfato, al oler un poco de enebro; con el tacto, al poner un buen rato los pies en el lago (solo sentir ese contacto de la planta del pie con el agua y las piedras del fondo); con la vista, al invitarnos a buscar un objeto de gratitud, algo de todo el bosque que nos llame la atención, una especie de amuleto para llevar durante la práctica; y el oído, a través del silencio con el que permanecemos, que solo se interrumpe cuando él hace un sonido medio robado de la naturaleza, una especie de “hu, hu” -que me recuerda a mi infancia, cuando mi papá en el medio de cualquier bosque hacía sonidos de pájaros exóticos, como para invocarlos-.

“Venimos pensando que todo sigue igual. Y después del baño de bosque, vamos a ver si todo sigue igual, o si hay cosas que puedo cambiar”. Esas fueron frases célebres que me quedaron, de los distintos momentos de este viaje guiado a cargo de Juan Aubert…»

También nos reímos al rodearnos haciendo ochos entre nosotros, para intercambiar nuestras energías. Después, tuvimos una meditación guiada a orillas del lago, en la que realmente, sentí viajar un rato a Melmac, o a ese lugar en el que no corre ni el tiempo ni en espacio, por unos cuantos segundos. Y ya con los sentidos más dispuestos dimos inicio a esta experiencia que dura unas dos horas, en las que las sensaciones, las percepciones, y las emociones, realmente se abren, se transforman, fluyen diferente.

“Me dejo llevar por esa energía que es el agua, que es la vida”;“Nos ponemos en círculo, como los celtas, que lo hacían para sociabilizar y tomar decisiones. Porque es una forma de respetarnos, de escucharnos y que no haya ningún líder autoritario. Solo lidera el que tenga el elemento de la palabra. Todo lo que se hable queda aquí”; “Venimos pensando que todo sigue igual. Y después del baño de bosque, vamos a ver si todo sigue igual, o si hay cosas que puedo cambiar”. Esas fueron frases célebres que me quedaron, de los distintos momentos de este viaje guiado a cargo de Juan Aubert. Y la que más me llevo para atesorarla y ponerla en práctica: “¿Qué es la felicidad? ¿qué es mejor, buscarla o vivirla cuando se presenta?.