La zona de Villa Ortúzar y sus alrededores, comprendidos en gran parte por el Distrito Audiovisual, está creciendo considerablemente a nivel cervecerías y bares copados para pasar un rato con amigos, familia o pareja. Si bien hay lugares que datan de algunos años, la mayoría de los espacios abrieron en los últimos meses. Presentando cada uno su distintivo, los seis seleccionados por MALEVA, a continuación.
Su nombre significa “tostado” en lengua mapuche y hace referencia al proceso de la malta de la propia producción. Las hamburguesas son para deleitarse y Rubén Ulloque, gerente y creador de la carta, dice que llegó a la receta “pensando en lo que no puede faltar en ninguna parrilla: asado y bondiola”; eso, sumado al tradicional roastbeef, tiene como resultado una combinación explosiva. La recomendada del chef: Rulk –con provoleta y panceta–, acompañada de una Scottish Roble. Y, por qué no, mientras se disfruta del show de stand up de La Pastora, la apuesta fuerte de cada martes.
La casa donde funciona tiene cien años. Combina un ambiente tradicional y de barrio con algunos elementos de decoración más vanguardista. Tiene dos canillas propias y siete invitadas, elegidas muy rigurosamente porque, explica Manuel Annecca, uno de los dueños y quien ideó la carta, dan prioridad a la calidad. También, cuenta, dentro de poco van a lanzar un tercer estilo del bar. Recomienda probar la IPA que hacen, por ser muy lupulada, frutal y ligera; y, con humildad, reconoce que el sándwich de bondiola a la cerveza es lo que más halaga el público.
Ubicado en Barrio Parque Donado-Holmberg, este bar de cuatro meses de antigüedad es ideal para sentarse afuera y apreciar la tranquilidad; o adentro, entre el rock nacional e internacional. Martín Gallino, el dueño y quien da nombre al lugar, considera que gracias a la gente del barrio y el espacio verde, no solo es una gran opción para ir con alguien, sino también para interactuar y conocer gente. Recomienda acompañar la hamburguesa homónima al bar –huevo frito, cheddar, cebolla caramelizada y panceta– con una pinta de Rubia Argentina, de Baronesa.
Funciona desde hace dos meses. Los martes y miércoles hay talleres de tango, costura y dibujo. Algunos viernes, jazz en vivo. También, una obra de títeres sobre la migración de Bolivia a Argentina y de México a Estados Unidos. Mesas, bancos y decoración, hechos a mano por los mismos dueños. Federico Velázquez, uno de ellos, comenta que para el verano tienen planeado agregar cerveza artesanal para maridar con el shawarma de falafel con hummus, que es la especialidad.
Pionera en el barrio, hace las ocho variedades que ofrece. Es una casa con patio que en 2013 abrió al público. Con la experiencia que eso implica, César Ruiz, encargado desde entonces, afirma: “Apuntamos a que se aprenda sobre cerveza artesanal, y está sucediendo. Si bien el mercado se amplió, el público no mermó porque viene a buscar los estilos que ofrecemos”. Es casi obligatorio probar la Golden, medalla plateada en la Copa Argentina de Cervezas del pasado agosto, y el Mix Birrero: una picada caliente con bombas de papa, bastones de muzza, albóndigas, salchichitas y pan con calabresa. Imperdible.
“Caminando por la zona, vimos que había mucha gente joven, lo que nos inspiró a apostar a ese lugar y a ser parte del gran crecimiento gastronómico que está experimentando”, explica Juan Ponti, uno de los socios. Y agrega: “Entendemos que somos muchos los que no queremos ir hasta Palermo para pasar un buen momento”. El espacio es íntimo, adentro tiene luces tenues y poca capacidad, pero también está la posibilidad de tomar algo afuera, en banquetas o de pie. Ofrece 18 canillas en constante rotación, de las cuales se destacan las IPAs de Beata y Bierhaus. De comer, Juan prioriza dos opciones: la hamburguesa pulled pork por ser “la especialidad de la casa”, y la full ternera doble, “el desafío del bar”.