BONNAROO: ASÍ SE VIVEN CUATRO DÍAS INCREÍBLES DE FIESTA EN EL MIDSOUTH YANKEE / POR SOFÍA EDELSTEIN (DESDE TENNESSEE)

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Ciento cincuenta bandas tocaron en la última edición
 

BONNAROO: ASÍ SE VIVEN CUATRO DÍAS INCREÍBLES DE FIESTA EN EL MIDSOUTH YANKEE. POR SOFÍA EDELSTEIN (TEXTO Y FOTOS, DESDE TENNESSEE) 

El imaginario colectivo divide a Estados Unidos en la Costa Este y la Costa Oeste, esos dos eternos rivales donde generalmente la batalla se da en la música, el arte y la cultura en general. En una esquina el hippie de Cali (fornia) amante de los deportes al aire libre, gay, eco y de todo friendly, con una obsesión por el avocado (palta) y el smoothie de kale. En diagonal, con actitud sobradora, el cool de Manhattan, acostumbrado a caminar con un café en la mano, visitador de galerías de arte y un Spotify con sugerencias de techno y electrónica. Pero el país es grande y la gente mucha, y esta nota rescata al medio sureño que carga con una reputación dudosa y una presencia casi invisible.  Es el Midsouth yankee.
Asociados a la política conservadora, las armas y la barbacoa, el sur fue también una cuna musical que introdujo al mundo sonidos que lo cambiaron para siempre: Memphis trajo a Elvis que a su vez trajo el rock, B.B. King el blues en Mississippi y Louis Armstrong fue pionero en el jazz allá por Nueva Orleans. Nashville, capital de Tennessee, se consagró como centro de la música country, y fue cerca de ahí, en Manchester, donde uno de los festivales más celebrados del año tuvo lugar el fin de semana pasado.
“Bonnaroo Music & Arts Festival” nació en 2002 y desde entonces se realiza todos los años en un predio espectacular a cielo abierto. Más de 70 mil personas viajan desde todas partes del mundo e invaden el Midsouth para vibrar con lo que la Rolling Stone denominó uno de los “50 momentos que cambiaron la historia del Rock & Roll”. Se trata de una experiencia integral que incluye: 150 bandas y artistas tocando en simultáneo; proyección de películas en una carpa circense; shows de comedia (en los que pasaron Amy Schumer, Judd Apatow, Zach Galifianakis, Chris Rock y John Oliver); stands gastronómicos con menús de burgers, pizzas gourmet, tacos, barbacoas, bocados orgánicos y muchísima cerveza artesanal; una playa artificial con palmeras, hamacas paraguayas y DJs; una maratón, clases de baile y yoga; una disco silenciosa; un mercado de artesanías y diseño; y una “vuelta al mundo” con una vista 360 espectacular. Alrededor, cientos de carpas básicas y de lujo para los que eligen acampar y permanecer en el oasis sin contacto con el exterior.
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«Además de las bandas, stands gastronómicos con menús de burgers, pizzas gourmet, tacos, barbacoas, bocados orgánicos y muchísima cerveza artesanal; una playa artificial con palmeras, hamacas paraguayas y DJs; una maratón, clases de baile y yoga; una disco silenciosa; un mercado de artesanías y diseño; y una “vuelta al mundo” con una vista 360 espectacular.»

Este año MALEVA estuvo presente y el line up tuvo estrellas sólidas y artistas emergentes, como U2, Red Hot Chili Peppers, The Weeknd, Lorde, Chance The Rapper, Major Lazer, The XX, Travis Scott, Cage the Elephant y Kaleo. A la mañana los ensayos hacían de despertador y fogoneaban la ansiedad galopante que culminaba el mediodía, cuando se encendían los micrófonos y las cuerdas estallaban hasta pasada la madrugada. Lo que uno quisiera sonaba: rock clásico, indie rock, hip hop, jazz, americana, bluegrass, country, folk, reggae, pop y electrónica. Música para todos y todas, durante doce horas consecutivas.
Entre escenarios el desfile humano fue hipnotizante: flores, estampas, glitter, bikinis, bralettes, shorts y bermudas, bandanas, riñoneras, pelo multicolor, batik, trenzas y gorras. Era un vale todo, una libertad sin reglas. El “people watching” era inevitable y un placer casi culposo que muchos aprovechaban abajo de los árboles cuando el sol era más cruel y las temperaturas alcanzaban los 35 grados.
“Bonnaroo crea lo más cercano que tenemos al espíritu de Woodstock”, afirma la Rolling Stone, y sin dudas es así. Es difícil explicar el clima que reina esos días, pero una cosa es clara: lo mejor siempre es lo más simple. Escuchar música bajo el sol con birra en mano y compartirlo con los demás, de eso se trata tener un “Happy Roo”.
 

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