BAIRESHENGES: ATARDECERES URBANOS

En Manhattan (¡usina de tendencias si las hay!) prendió en los últimos tiempos una moda extraña pero alucinante y que tiene mucho de ritual: juntarse a observar los mejores sunsets urbanos. A estas ceremonias las llaman Manhattanhenges, en alusión al monumento prehistórico inglés de Stonehenge, que estaba dedicado al sol. En Maleva nos encantó la idea y nos propusimos – ¿porqué no? – encontrar los mejores atardeceres porteños. A ver si logramos fomentar tan lindo hábito.
Por más complicado que sea en cualquier metrópolis observar la puesta del sol, siempre hay puntos estratégicos donde hacerlo. El atardecer convive con las sombras de los edificios que parecen obstruir los rayos naranjas, hasta que se encuentran esos recodos que nos permiten conectar con el ocaso del día.
 

¿Cuándo?

Acá en el hemisferio sur, en pleno invierno porteño, hay que estar atentos para presenciar el ocultamiento solar ya a partirde las 5 de la tarde. Ese es el momento para sacar nuestros dispositivos y registrar el instante en que la luz amarilla colorea los edificios y las avenidas. Para Alicia Clerici, Profesora de Geografía que trabaja para el Planetario de la ciudad y experta en movimientos solares, “alrededor de las 17.47 h ya es momento de prepararse para ver el crepúsculo vespertino, ese tiempo de claridad que podemos apreciar después de la puesta del Sol”. Maleva seleccionó algunos de los spots más cautivantes.
 

¿Dónde?

El casco antiguo de la Ciudad
En el microcentro, en San Nicolás y en San Telmo hay muchas calles escondidas entre edificios que atestiguan la influencia francesa de la Belle Époque porteña. Caminando a la hora indicada se encuentran recovecos donde el sol se filtra desde el punto de fuga que trazan los viejos edificios y casonas e impregna todo de una pátina anaranjada muy cinematográfica. Como si hubiéramos entrado a una postal en sepia de la vieja Buenos Aires.
“Me encanta caminar mientras voy para mis clases de arte en San Telmo y veo en las bocacalles cómo en el horizonte finito se va poniendo el sol. Más en invierno, cuando se mezcla la intensidad de la luz con el aire frío y tiñe el empedrado gastado de la calle”, opina Federico Gilardi (29), artista y diseñador gráfico, quien no está al tanto del término que se usa en la gran manzana para definir ese momento del día. Federico recomienda esta zona, así como las diagonales que salen del Obelisco para sentarse a contemplar el sol que se esconde detrás del cemento.

Jardín Japonés
Cuando la luz mortecina pega en el puente del lago nos sumergimos en una atmósfera tipo Kaiga (la pintura tradicional nipona) que invita a la pausa mental y a la relajación. Es un gran momento para ejercitar técnicas de respiración controlada. “Coincido que los atardeceres acá tienen su encanto particular y creo que no hay que perdérselos», señala María Grisú (25), desarrolladora de aplicaciones web, mientras mira la despedida del sol en este enclave oriental de Palermo – me encanta saber que ya inventaron un término para definir este tipo de crepúsculos citadinos”. Inmediatamente, registra el instante con su Iphone.
 

 
Puente de la Facultad de Derecho
El puente sobre Figueroa Alcorta que une la facultad de la UBA – Universidad de Buenos Aires – con la cabecera de la Avenida Pueyrredón y el Museo Nacional de Bellas Artes es un spot ineludible. El sol empieza a caer en esta época a las 5 y 15 de la tarde y se va apagando tras los edificios de Figueroa Alcorta en perspectiva norte. La clave de esta ubicación es su modalidad mirador sobre una de las avenidas más elegantes de la ciudad. Y Las hileras de tipas y jacarandás pintadas de colores cítricos en esos pocos minutos en los que la noche apura su llegada. Además se puede apreciar también el sol del poniente sobre las hojas metálicas de la Floralis Genérica situada en la plaza de las Naciones Unidas. Este es uno de los pocos sunsets spots que ya fueron descubiertos por la gente. Es común, sobre todo los fines de semana, que muchas personas se paren a contemplar la escena.

Que cada uno elija su propio Baireshenge

Andrea Clerici sostiene que para deslumbrarse con la secuencia más poética de la jornada no hay que atarse a un itinerario cerrado de lugares “porque en Buenos Aires está lleno de atardeceres maravillosos”. Y explica en términos técnicos porqué los atardeceres son tan atrayentes: “si uno se detiene a contemplar el fenómeno y sus colores cambiantes, se puede ver la coloración rojiza que rodea al sol. Esto es porque la luz solar atraviesa, durante el atardecer, un mayor espesor atmosférico, debido a la posición de esta estrella respecto al horizonte.”
En Nueva York ya se dieron cuenta, pero como intentamos demostrar, en Buenos Aires ni la vorágine ni las medianeras deberían impedirnos deleitarnos con las puestas de sol. ¡Que bien valen la pena celebrar!
¿Y para ustedes, cuáles pueden ser buenos spots para disfrutar atardeceres urbanos en Baires?