Artista imprescindible del mes: Santiago Paredes (porque tiene la llave de nuestros universos privados)

Es parte de una generación que reivindica el amor por el pincel y la potencia de la tela/Una formación gracias a las pantallas, obras en nuevos «territorios conquistados» como una prenda de moda o una almohada, su interés por las marcas/Además: una enseñanza maorí que lo marcó, la opinión de un importante galerista sobre su obra – «todo lo que hace es arte» – y su rol de él mismo como galerista al frente de Moria Galería junto a su pareja/¿Cómo afectó al ánimo de la pintura y el estilo de sus pinturas el confinamiento?

Además de artista es galerista y co-fundó junto a su pareja Lucía Evangelista, Moria Galería 

Artista imprescindible del mes: Santiago Paredes (porque tiene la llave de nuestros universos privados). Por Melisa Boratyn. Fotos: Rodrigo Mendoza.

La obra de Santiago Paredes (Buenos Aires, 1988) es sensual, poderosa y como un torbellino te da vuelta la cabeza. Podríamos decir que pertenece a una nueva generación de pintores que reivindican el amor por el pincel y la potencia de la tela, sin embargo él representa mucho más, logrando conquistar territorios que alguna vez le fueron ajenos como la moda o la gestión. De estos desafíos nace la posibilidad de gestar creaciones que se cuelan en el día a día y hacen de nuestra cotidianidad algo especial. Gracias a eso a Santiago, el artista del mes de MALEVA, lo podemos encontrar en la campera de alguien que espera el colectivo, en una almohada que decora una cama o en las paredes de una galería, lo que hace que la posibilidad de vivir rodeados de arte se vuelva algo más factible. Hablamos acerca de estos temas y mucho más para sumergirnos en el universo «Paredes», uno auténticamente único. 

Leí en una nota que de chico aprovechabas tus momentos libres para ver tele y dibujar. ¿Por entonces ya te había picado el bichito del arte?

Mi instrucción fue mayormente autodidacta y siempre supe que quería ser artista o quizás arqueólogo, pero nunca astronauta, médico o abogado, sino que pensaba que terminaría trabajando para Disney o ilustrando para las cartas Magic. Sentía que dibujar era una manera de aprender y descifrar el mundo. De adolescente estudié música muchos años hasta que me di cuenta que mediante la pintura me podía expresar de una forma más directa. La música es un trabajo muy colaborativo, donde cuando una de las partes no está de acuerdo todo se cae. En cambio pintar es más personal, una práctica más privada parecida a la poesía.

¿Cómo entró el interés por la música en tu vida y de qué manera te conectaste con ella?

En mi casa se escuchaba mucho, mis viejos Morphine, Spinetta, Sumo y los Redondos y mis hermanos Los Brujos o Babasónicos. Fue entonces cuando entendí que la música también obedecía a un concepto estético más amplio. En la  adolescencia me la pasaba haciendo tapas de discos de bandas que me inventaba. Probaba diferentes tipografía, hacía collage en la compu, los imprimía y ponía en una caja de CD para ver como terminaría siendo el formato físico de un producto improbable. De alguna manera esa práctica derivó en lo que hago ahora, por eso mis imágenes tienen esa tensión entre tapa de disco y de revista. Cuando pinto a veces pienso en la revista WIPE y esa simultaneidad de pequeñas imágenes satisfactorias una detrás de otra logrando un poco de contenido, un poco de frivolidad, un toque de neoclasicismo y otro poco de ambigüedad.

«De adolescente estudié música muchos años hasta que me di cuenta que mediante la pintura me podía expresar de una forma más directa. La música es un trabajo muy colaborativo, donde cuando una de las partes no está de acuerdo todo se cae. En cambio pintar es más personal, una práctica más privada parecida a la poesía…»

Me interesa saber cómo dejás entrar a esa primera libertad de la niñez y adolescencia en tus trabajos actuales.

Mantener la intención del juego es clave, como cuando sos chico y te entretenés con cualquier cosa como mirar por la ventana o jugar con un palito. También ayuda a no ponerse muy solemne o técnico. Cada vez que tengo una hoja en blanco, una servilleta o un anotador, agarro una lapicera e inmediatamente me pongo a hacer algún tipo de fantasía narrativa o diseños de cosas abstractas, es un impulso. Por otro lado, los años de entrenamiento musical me dotaron de una sensibilidad particular para componer pensando en el ritmo, la armonía y el tono de la imagen.

¿Cómo fue tu formación? Por que pasaste por varios lugares más cercanos al circuito académico pero siento que tu verdadero aprendizaje lo lograste apartir de tu espíritu inquieto y búsqueda hacia una identidad propia como artista.

Mi mayor educación fue la carpeta “Mis Documentos” donde guardaba todas las fotos que me bajaba de Internet. Siempre fui medio coleccionista de imágenes y por eso los libros también fueron clave, porque ahí podés ver de cerca detalles de las pinceladas y entender cuánto miden las pinturas, dónde están y sus historias. Entendí que aprendés mirando y que podés componer música y pintar sin tener un instrumento en la mano, sino que vas diseñando constantemente imágenes en tu cabeza, las relaciones de color y la dinámica de los espacios, lo específico en el tema y la manera en la que va a ser representado, si va a tener una apariencia suelta y desentendida o si va a ser más cerebral y filosa.

«Mi mayor educación fue la carpeta “Mis Documentos” donde guardaba todas las fotos que me bajaba de Internet. Siempre fui medio coleccionista de imágenes y por eso los libros también fueron clave, porque ahí podés ver de cerca detalles de las pinceladas y entender cuánto miden las pinturas, dónde están y sus historias…»

Ahora me gustaría meterme en tu cabeza y en la intimidad de tu proceso creativo. ¿Cómo y dónde empieza y cuáles son los elementos que te generan mayor inspiración?

Lo primero que hago es componer la pieza y luego pienso que método de reproducción realzaría mejor sus características. Al principio experimentaba en Photoshop y con un retroproyector pintaba eso mismo hasta que me dí cuenta que las obras que hacía en la computadora me gustaban tal como eran y empecé a pensar de qué manera podía convertirlas en un objeto. Quería que los trabajos se vieran como en la pantalla pero no lo conseguía a través de los pinceles y así fue como llegué a usar diferentes procesos. Puede ser una superficie sublimada por ejemplo en plush, algo peludo y sensual o una impresión UV en plexiglass, rígida y transparente, que deje filtrar la luz pero no pierda la definición del diseño, algo brilloso como la seda o lucir como una acuarela.

En relación a esta experimentación de materiales que mencionás, en un momento se coló en tu procesola moda. Hablemos un poco de eso, ¿de qué manera logras que tus pinturas se traduzcan en piezas de indumentaria?

Empecé a diseñar sin ninguna idea, simplemente dibujaba la ropa en Photoshop como si fuera para muñecas de papel, las imprimía en diferentes telas e iba obteniendo resultados. De a poco me fui sofisticando pero el inicio del proceso era mas o menos el mismo, quería que se tratara de una pintura en uso más que una ropa estampada. Me encanta la dimensión vivencial de la ropa y cómo evoluciona con sus dueños, si la usan para un evento especial o no, si solo la llevan dentro de casa, la cargan de su perfume o la llevan de viaje. Gozan de una vida muy diversa a un rectángulo en la pared.

«De a poco me fui sofisticando pero el inicio del proceso era mas o menos el mismo, quería que se tratara de una pintura en uso más que una ropa estampada. Me encanta la dimensión vivencial de la ropa y cómo evoluciona con sus dueños, si la usan para un evento especial o no, si solo la llevan dentro de casa, la cargan de su perfume o la llevan de viaje…»

En tus obras conviven una infinidad de disparadores que me hacen pensar en referentes icónicos del arte, la historia o la cultura popular y detalles cotidianos propios de nuestra generación relacionados a lo urbano y el diseño. ¿Dónde encontrás nuevos focos de inspiración teniendo en cuenta que la conexión con el mundo cambió? 

Mi conexión con las imágenes fue a través de las pantallas, primero la tele y después Internet. Siempre las coleccioné porque me llamaban la atención, sin ningún motivo, desde recortes de revista, bolsas estampadas, postales o discos. Cuando uno está con ganas de aprender ve la belleza en todos lados. Me gusta que mis pinturas refieran a cosas concretas porque se genera un código compartido con el espectador. También me gusta ver como otros artistas resolvieron ciertos problemas estéticos y partir de la solución en vez de luchar contra el problema. Una vez vi un documental sobre las pinturas maoríes donde entrevistaban a una persona que repasaba las líneas de sus pinturas rupestres y decía que no importaba la autoría sino que no se perdiera el mensaje. Pienso lo mismo de muchas conquistas de las artes visuales y trato de retrotraerme en la historia para ver como una idea que quiero representar va mutando en su representación. Las imágenes son como una puerta que siempre está disponible y que podés ver mucho tiempo o saber todo lo que dice en un pestañeo.

Continuando con esta idea de crear obras cargadas de información, me queda resonando la frase que dijiste antes «un poco de contenido, un poco de frivolidad, un toque de neoclasicismo y otro poco de ambigüedad», ya que ahora que lo pienso tus trabajos siempre me parecieron una fantástica licuadora de información. ¿Cómo logras eso y tener al mismo tiempo una identidad propia? 

Siempre me interesó el aspecto corporativo del artista. Pienso en Dali, Warhol, Duchamp o Miró que son como decirte Nike, Adidas, McDonalds o Zara. Con tan solo ver el logo de la firma te imaginas todo lo demás. Que se te asocie tan fuertemente a un solo registro es algo que me copa porque te da un límite muy claro. En los últimos meses los ánimos de las pinturas cambiaron un montón, obviamente por el encierro y todo lo que estamos viviendo. Las veo menos pop y más intimistas con un carácter melancólico y menos agresivo. Cuando empezás a trabajar otro tipo de imagen hay un bache en la recepción con el público que está adecuado a un tipo de apariencia determinada. Avanzar en ese aspecto se vuelve más difícil porque siempre hay que ser autorreferencial y endogámico dentro de la imagen de uno.

«Nunca me costó relacionarse comercialmente con el arte, con mi producción o con los agentes del medio. Hay muchos artistas que son muy buenos en lo que hacen pero malos para estos temas. Con Lucia (Evangelista) empezamos Moria Galería en el 2016 haciendo muestras en lo que era mi taller con la idea de trabajar con artistas que nos interesaban y veíamos que nadie les daba bola…»

Para terminar me gustaría saber en qué momento y por qué decidiste apostar a un proyecto de galería y cruzarte hacia el lado de la gestión, una labor que no muchos se animan a encarar. ¿Dirías que es un guante que te queda cómodo? 

Nunca me costó relacionarse comercialmente con el arte, con mi producción o con los agentes del medio. Hay muchos artistas que son muy buenos en lo que hacen pero malos para estos temas. Con Lucia (Evangelista) empezamos Moria Galería en el 2016 haciendo muestras en lo que era mi taller con la idea de trabajar con artistas que nos interesaban y veíamos que nadie les daba bola. Hoy habitamos un caserón en Villa Crespo (Apolinario Figueroa 134) participamos de ferias dentro y fuera del país y representamos a diez artistas que comparten una sensibilidad común, arraigada a un espíritu generacional de fin de siglo XX. Nos parece vital darle libertad total a la hora de planear sus exposiciones y nos interesan las necesidades individuales de cada uno, llevando así el work in progress y el trabajo de taller a una situación expositiva. Para la música están los recitales, para los actores el teatro. La galería funciona como punto de encuentro e intercambio de ideas para los artistas, transformándose en una especie de club social del arte.

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Recordé lo mucho que me gusta el trabajo y la mirada de Santiago en una visita reciente a la casa de Guido Calvaresi, director de la galería Calvaresi, donde en las paredes había obras de artistas como Cotelito, que forma parte de Moria, mientras que sobre el sillón se encontraba uno de los almohadones diseñados por Paredes. «Lo que más me gusta de la obra de Santiago más allá de los colores y lo cancheras que son estas telas es que parecen pinturas a mano. En todo lo que hace, sus papeles, sedas o lo que sea hay arte». Ahí es donde se encuentra la magia, en haber encontrado múltiples formas de sumergirse en nuestros universos privados de las maneras más frenéticas o las más sutiles.

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Para nuestras producciones de fotos y coberturas en MALEVA utilizamos los celulares #OneVision y #OneAction de MOTOROLA