CON ANTHONY MC CALL POR SU "ALEPH" EN EL FAENA ARTS CENTER

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Anthony McCall, abajo de una de sus esculturas de luz en el Faena Arts Center
 

Con Anthony McCall por su «Aleph» en el Faena Arts Center. Por Santiago Eneas Casanello. Fotos: Jacinto Freixas.

“A ver, usando un lenguaje cinematográfico, yo diría que cada una de las proyecciones son como películas”, dice a Maleva el legendario creador de cine experimental inglés Anthony McCall (67). Se refiere a las figuras escultóricas de luz que está exponiendo en el Faena Arts Center (en paralelo se presenta Mischka Kuball) durante todo octubre y que – idea del curador Alfons Hug – se presentan como una referencia al cuento El Aleph de Jorge Luis Borges “y su punto que contiene todos los puntos del universo”. McCall es alto, es flaco, antes de responder siempre se toma cinco segundos para pensar lo que va a decir en un inglés british pausado, tiene algo de stevejobiano: “esta es una instalación con proyecciones de luz y para que las luces sean visibles lo primero es contar con oscuridad alrededor”.
Lo que intimida es la oscuridad (todo el segundo piso del Faena en penumbras). Los visitantes somos ciegos, con miedo a tropezarnos, que nos acercamos con pasos breves de diez centímetros, tanteadores, hacia unas figuras místicas: las pirámides de luz. Tridimensionales, que dibujan – atravesando una fina capa de niebla – contornos blancos en el suelo. La experiencia es misteriosa, como si se caminara en una representación mental del universo, en un templo críptico, con referencias ajenas, al que se ingresó sin permiso.

Misteriosa luz rodeada de una oscuridad que descoloca
 

«Lo que intimida es la oscuridad (todo el segundo piso del Faena en penumbras). Los visitantes somos ciegos, con miedo a tropezarnos, que nos acercamos con pasos breves de diez centímetros, tanteadores, hacia unas figuras místicas: las pirámides de luz.»

 
La oscuridad al principio descoloca ¿Eso fue buscado?
Para proyectar luz tiene que haber oscuridad y se me ocurre que es la la condición básica de todos los cines. Pero ojo, cuando uno se queda más de diez minutos en el lugar ya empieza a percibir las formas, ya empieza a ver con mayor claridad y empieza a ser consciente de la totalidad del espacio. Y además empieza a distinguir las distintas obras que se proyectan. A los halos de luz que son como paredes. Cada proyección tiene cualidades únicas y las formas también son únicas, pero también comparten similitudes.
¿Y qué significa cada una de las proyecciones de luz?
Si uso un lenguaje cinematográfico, yo diría que cada una es como una película distinta, y lo que se proyecta es una luz blanca que va dibujando el suelo, muy lentamente, pero también hay algo más en el espacio: una neblina. ¿Y para qué está? Para que la luz la atraviese y se formen esculturas con formas tridimensionales a las que uno puede dirigirse, en las que uno puede caminar.
Tienen hasta “puertas” de entrada (luminosas)
Sí, claro, tienen puertas, y tienen planos arquitecturales, que incorporan al visitante. Lo que busqué es que se perciban dos cosas: primero, el trabajo arquitectónico volumétrico en el espacio y segundo, el dibujo en el suelo.

Los visitantes caminan en las proyecciones de luz
 
¿Cómo se encara el proceso de creación de una obra lumínica así?
Yo empiezo dibujando, de dos maneras distintas, primero con el concepto de story boards del cine (ilustraciones mostradas en secuencia) con fotogramas que van cambiando cada treinta segundos y así voy explorando la manera en que la luz va cambiando constantemente y también hago dibujos tridimensionales y combinando estos dos métodos me empiezo a hacer una idea concreta de cómo va a quedar mi trabajo.
 

«Hay algo fascinante y es que aunque los muros sean aparentes, porque son de luz, la gente cuando ingresa en las figuras intenta respetarlos. Y los respetan aunque sepan que podrían perfectamente atravesarlos.»

 
¿Y qué tenés para decirnos del lugar donde se exponen instalaciones de este tipo? Porque sí o sí tienen que ser grandes, como estudios de televisión o cine.
Sí, de diez metros de altura por ejemplo, la escala es muy grande. Pero además son espacios que tienen que ser capaces de volverse absolutamente oscuros.

Para McCall sus luces siempre tienen una referencia con el cine
 
¿Cuál es la reacción típica de los visitantes cuando entran en las figuras? La mía por ejemplo fue de ingresar en el halo de luz y mirar para arriba.
Hay muchas maneras en que la gente aborda la obra, pero hay una paradoja. Acá tenemos paredes de luz y lo que la gente siempre hace es tocarlas, y después ingresan adentro de la figura, la recorren y otra gente hace lo mismo y en definitiva se genera una dinámica muy social de abordaje de la obra. Y hay algo fascinante y es que aunque los muros sean aparentes, porque son de luz, la gente cuando ingresa en las figuras intenta respetarlos. Y los respetan aunque sepan que podrían perfectamente atravesarlos.
¿Y eso que creés que simboliza? ¿Es respetar una ilusión?
Lo que pasa que en verdad, acá no hay ilusión: acá hay una luz que pasa por una niebla y que se proyecta hacia el suelo. Ilusión sería si la gente viera un señor con un sombrero, un holograma (risas)

Los visitantes respetan los muros imaginarios de luz como si fueran reales
 
También uno podría pensar que es una metáfora del espacio, de la oscuridad, y las estrellas.
Sí, de la inmensidad oscura y las estrellas, y sentirse perdido en esa inmensidad oscura, aunque siempre teniendo en cuenta que en pocos minutos esa oscuridad va a ir disipándose.
¿Buscaste ese “despertar”, que las sombras se disipen?
No, no, fue una consecuencia.
 

«Lo que me gusta del trabajo de Alfons Hug (el curador) es que ser un curador es un acto de creatividad antes que nada, y la verdad es que le propuso al público de Buenos Aires un camino de aproximación con la obra, es la primera vez que se hace esta aproximación y creo que fue grandiosa.»

 
¿Qué opinás de la relación que hizo el curador con Borges y el Aleph?
Es maravilloso, el protagonista del cuento de Borges está en el suelo y ve una luz que se convierte en el universo. Eso está en mi obra, por las luces, pero también, y esto visto desde un lugar metafórico, es el descubrimiento del cine (risas). Lo que me gusta del trabajo de Hug es que ser un curador es un acto de creatividad antes que nada, y la verdad es que le propuso al público de Buenos Aires un camino de aproximación con la obra, es la primera vez que se hace esta aproximación y creo que fue grandiosa.

La metáfora lumínica borgeana del Aleph en el Faena Arts Center
 
¿Y que opinás de Buenos Aires?
Es mi primera vez acá y me encantó la ciudad ¡It´s amazing! Además es inmensa y tienen esos árboles y avenidas gigantes. Ahora me voy a Salta una semana y espero que también me guste.
¿Cuál es el mensaje de tu arte?
Como artista, cuando creo, siempre está la posibilidad, de que algo no sea bien comprendido, pero también es cierto que cada uno de los visitantes va a tener una experiencia distinta cuando se asome a la obra, y lo que cada uno va a ver estará determinado por quién es y por los conocimientos que posee. A algunos artistas les gusta explicar el concepto de lo que hicieron, pero yo soy reticente, porque considero que lo que hago siempre va a ser diferente a lo que el observador considere que es.
Data de la exposición: http://www.faena.com/es/node/1729#!/