N.Y nunca para, pero el cuerpo lo pide. Por eso terminé en Nassau, Bahamas
Por Conz Preti (texto y fotos)
Dado a que la ciudad nunca para (es N.Y) uno tampoco. Pero el cuerpo lo pide, así que nos fuimos de vacaciones para ‘desenchufarnos’ de la vida misma. Terminamos en Nassau, Bahamas donde el agua es turquesa, la arena blanca y la brisa constante hace que sea la situación perfecta para dormir siesta.
La realidad es que Nassau no es el destino ideal si se quieren hacer muchas cosas. La isla tiene tres puntos turísticos que pueden ser vistos en literalmente una hora. Los negocios cierran súper temprano (5pm la gran mayoría) y esta súper americanizado. Frente a nuestro hotel teníamos un Dunkin Donuts, un McDonalds y un local de pizza. Es ideal para el turismo de cruceros que se quedan 24 horas y parten para la próxima isla.
Igualmente, dado a que nuestro plan era dormir como morsas, tirarnos al sol como lagartijas y comer cual chanchitos, la pasamos fantástico. Entre nuestro morseamiento hicimos lugar para una experiencia increíble: nadar con delfines. Había visto antes playas en las que se ofrecían jugar con delfines o darles de comer, pero este programa aseguraba ser diferente. Así que partimos con cámara para al agua en mano hacia una isla donde se encontraban los delfines. Si bien la experiencia es bastante cara (casi 200 dólares por persona) fue fantástico. Te meten al agua con los delfines, ellos te nadan alrededor, te dan besitos, te bailan, se dejan rascar la panza, te abrazan y te bailan. Por ultimo te llevan a nadar con ellos: dos delfines te empujan de los pies mientras salís propulsado del agua. La inteligencia de estos mamíferos es abrumadora, tenían comandos para un millón de acciones y cuando se aburrían partían hacia lo profundo a jugar entre ellos, que era básicamente saltar y reírse. La comida, atracciones y souvenirs en la isla son ca-rí-si-mos. Está todo en dólares y una cena para dos sin alcohol ronda los 60 dólares, así que si planean ir vayan con mucho efectivo.
Luego de 7 días de desenchufe estamos de vuelta. La piel se nos está pelando un poquito y eso de tener que trabajar 5 días seguidos cuesta más de la habitual. Por suerte empieza la primavera (¡finalmente!) en New York y dentro de poco vamos a poder morsear en el balcón de casa.