Así suena Buenos Aires: nueve propuestas para gozar del gran presente de la música electrónica en la ciudad

Entre clubes que apuestan por la curaduría, espacios que cruzan arte y tecnología, y proyectos que expanden los límites del movimiento, la escena porteña vive una etapa de madurez y proyección.

Artlab, una plataforma creativa donde confluyen sonido, imagen y performance en clave contemporánea.

Así suena Buenos Aires: 9 propuestas para gozar del gran presente de la música electrónica en la ciudad. Por Benja García para MALEVA.

En los últimos años, nuestra capital se consolidó como una de las más estimulantes de la música electrónica en América Latina. Hoy atraviesa una efervescencia creativa: artistas, sellos, productores y colectivos impulsan una identidad sonora que combina la herencia local con una mirada global

Hoy la noche porteña se reinventa con una energía distinta: conviven grandes producciones con espacios íntimos donde la exploración y el riesgo siguen marcando la diferencia. La oferta se multiplica y los sonidos se expanden más allá de la pista, hacia una cultura que mezcla música, imagen y experiencia.

Para entender el momento de la electrónica porteña hay que mirar más allá de los grandes festivales y los nombres consagrados. La verdadera intensidad está en otro plano: en las fiestas que se construyen como comunidad, en clubes donde la selección musical pesa más que la parafernalia, y en artistas que experimentan sin fórmulas. Quienes viven la escena saben que ahí, en esos encuentros que mezclan riesgo y sensibilidad, se gesta lo más interesante del sonido porteño actual. Este recorrido por espacios, fiestas, proyectos y artistas revela dónde gozar de Buenos Aires  como una de las ciudades más fiesteras y singulares del mundo.

Para entender el momento de la electrónica porteña hay que mirar más allá de los grandes festivales y los nombres consagrados. La verdadera intensidad está en otro plano: en las fiestas que se construyen como comunidad, en clubes donde la selección musical pesa más que la parafernalia, y en artistas que experimentan sin fórmulas.

1) Ir a bailar a Deseo / Av. Chorroarín 1040 — Villa Ortúzar


«Buenos Aires es un semillero de talentos y un polo de interés global. La escena electrónica, en particular, se encuentra en un momento vibrante y Deseo logra potenciar y darle escala a esta expansión. Al ser una plataforma artística y un espacio para la creación y expresión del arte en todas sus formas, se vuelve un ámbito de producción e influencias«, nos cuenta Lu Arzt, socia fundadora y directora del club de baile ubicado en Villa Ortúzar. Ubicado en el corazón de su polo industrial, su programación semanal funciona como un termómetro de lo que está ocurriendo en la región: propuestas que van desde KlaV, un ciclo nocturno que combina artistas internacionales con talentos locales, hasta fiestas icónicas del house porteño como Vicio Fantasía. Un espacio donde la curaduría, la energía del público y la calidad del sonido logran esa alquimia que sólo los grandes clubes alcanzan. Este año ya pasaron por sus cabinas artistas como Gerd Janson, Marie Davidson y Matías Aguayo. «Para nosotras, desde Buenos Aires, es clave tender puentes con otros colegas de la región; en Latinoamérica hay un talento increíble y mucha fuerza para darle vida a la escena a través del intercambio cultural. Nos alegra mucho poder ser parte de esta cadena y construir desde el club una referencia«, reconoce Arzt.

Pero Deseo no es sólo nocturnidad, para quienes prefieran bailar a la luz del día, la fiesta Solar ya se instaló como una de las opciones más atractivas de los domingos porteños. Una vez por mes, el ciclo propone una versión diurna del espíritu del club, donde los DJ sets conviven con shows en vivo, poesía, gastronomía y performances. Una experiencia que traslada la energía nocturna a un entorno más abierto y sensorial, sin perder el cuidado estético ni la profundidad musical que distingue al espacio. 

«La curaduría del club nace de nuestra pasión y sensibilidad por la música. Buscamos que cada propuesta refleje no solo nuestro criterio artístico, sino también lo que sucede con fuerza en la escena actual. Miramos lo que pasa en Argentina y en el mundo, entrecruzamos escenas musicales, generamos conexiones artísticas y construimos comunidad«, concluye Arzt .

2) Ver a MissLupe tocar en vivo

«Creo que Buenos Aires ocupa un lugar importante internacionalmente, gracias al trabajo que han hecho muchos artistas y personas que trabajan en la música electrónica. Las propuestas hoy tienen proyección y atención internacional. Sin embargo, veo distintos mundos dentro de la misma ciudad, mucha cultura naciente, constante, propia y rica, y en paralelo un mainstream que solo se mira a sí mismo«, reflexiona MissLupe, DJ, productora, intérprete, y una de las figuras esenciales de la electrónica argentina actual.  

MissLupe tiene una presencia en vivo que transforma cada espectáculo en un ritual colectivo. Con letras difíciles de olvidar y una energía que viaja de clubes a espacios más chicos como El Maquinal, la artista construyó un vínculo genuino con un público que la sigue por su autenticidad, no por etiquetas: no se define “underground”, simplemente se entrega por completo a la cultura que habita. Ha tocado en sótanos, fiestas y festivales sin perder su centro, y justamente por eso verla en vivo importa: porque convierte cada presentación en un momento irrepetible donde la música, el cuerpo y la comunidad laten al mismo ritmo. «Para mi, cada encuentro en persona es la oportunidad de llevar la música al plano compartido, en tiempo real. Nada supera eso, mucho menos los celulares«, reconoce. 

MissLupe no se define por el tamaño del lugar, sino por el contexto. Si se trata de un show ligado a Reset, sú último álbum, lo interpreta completo; si la ocasión es una fiesta, opta por un híbrido entre DJ set y sus propias canciones; y cuando la convocatoria es una aparición breve, se inclina directamente por cantar. «Voy adaptando según el contexto (siempre comunicándolo antes) porque tengo las herramientas para hacerlo y esa versatilidad me mantiene viva«, reconoce. 

3) Vivir una experiencia en ArtLab / Roseti 93 — Chacarita

«Creo que Buenos Aires hoy es una de las capitales globales de música electrónica más viva y con mayor crecimiento cultural. A diferencia de lo que pasa en muchos lugares, ArtLab aborda la música electrónica desde una mirada más reflexiva y amplia, trabajando en el desarrollo cultural y no tanto del entretenimiento«, reconoce Gonzalo Solimano, DJ, productor y fundador de ArtLab. En ese equilibrio entre la escala y la búsqueda personal, la ciudad confirma su magnetismo: un punto de encuentro donde la electrónica se convierte en lenguaje, en comunidad y en una forma de pensar el presente cultural. En la escena porteña, ArtLab ocupa un lugar singular. Concebido como el primer centro cultural dedicado al arte digital y las nuevas expresiones tecnológicas de vanguardia en Buenos Aires, aborda la música electrónica desde una mirada más reflexiva y amplia. Más que un club, funciona como una plataforma creativa donde confluyen sonido, imagen y performance en clave contemporánea. Declarado de interés por la Legislatura porteña en 2023, el espacio se distingue por su sistema de sonido de alta fidelidad que permite percibir cada textura y matiz con una nitidez excepcional.

En ese equilibrio entre la escala y la búsqueda personal, la ciudad confirma su magnetismo: un punto de encuentro donde la electrónica se convierte en lenguaje, en comunidad y en una forma de pensar el presente cultural.

Entre sus propuestas más destacadas se encuentra Círculo de Sonido, un ciclo que invita a regresar a la esencia del house como ritual compartido: “un refugio sensorial donde el sonido, el movimiento del cuerpo y la comunión de los sentidos recuperan su poder transformador”. Los DJ sets de los sábados, desde las 23 horas, prolongan esa búsqueda.  “En cuanto a la curaduría, trabajamos con dos enfoques: por un lado, el de los DJ sets, donde nuestro eje es la música house; y por otro, el de los perfiles en vivo, que abarcan desde proyectos ambient y experimentales hasta propuestas pensadas para la pista”, reconoce Solimano. 

En lo que va del año, han pasado diversos artistas y productores como Nicola Cruz, Carlos Alfonsín, Franzizca, Guido Sartoris, Cristobal Paz, Mike Grant, y por supuesto su creador y residente Gonzalo Solimano. ArtLab no busca entretener: busca expandir la escucha, desarmar las convenciones del club y recordarnos que la música electrónica también puede ser una forma de arte contemporáneo.

En estos diez años el impacto que ha tenido ArtLab trasciende el espacio propio del centro cultural. Desarrollando proyectos con impacto, en continuo diálogo entre la comunidad artística, festivales e instituciones”, concluye Solimano. 

4) Bailar y escuchar un álbum de principio a fin en Discos Completos

Otro de los eventos destacados del último tiempo es Discos Completos, una propuesta que nace de una idea tan simple como poderosa: en la fiesta suenan álbumes enteros, de principio a fin. Unos seis por fecha, funcionando como una experiencia colectiva donde bailar y escuchar se vuelven parte del mismo viaje. La selección tiene un combustible claro: discos que orbitan cerca del house y del pop electrónico. Por sus parlantes ya pasaron álbumes de Moby, Las Bistecs, Daft Punk, DJ’s Pareja, en un mapa sonoro tan diverso como coherente. «La idea surgió del deseo de vivir en la pista lo que no puede verse en un show de una banda en vivo —un disco que suena de principio a fin— y compartir esa emoción con otros«, reconoce Maca Viva, DJ´S y una de las creadoras.

Cada encuentro arma su propio relato: un recorrido discográfico que atraviesa épocas, géneros, afectos y cuerpos en movimiento. La curaduría surge de una búsqueda casi arqueológica de discos que no solo te inviten a bailar, sino también a conectar con un momento, un recuerdo o una textura.

En una escena donde muchas fiestas apuestan al vértigo del hit, Discos Completos propone lo contrario: entregarse a la totalidad de una obra, compartirla con desconocidos que están viviendo lo mismo que vos y dejar que un álbum entero se convierta en una experiencia común. Es, sin dudas, una de las celebraciones más sensibles y singulares de la noche porteña actual. «A diferencia del misterio del track ID tan propio del house, acá todo es transparente: publicamos el tracklist, no hay secretos. Es un espacio seguro frente a la ansiedad del no saber. Sabés exactamente qué música vas a escuchar, pero la sorpresa aparece igual —en compartir en la pista eso que quizás solo escuchabas en tu casa o en los auriculares, y de pronto cantarlo o bailarlo junto a otros«, concluye.

La curaduría surge de una búsqueda casi arqueológica de discos que no solo te inviten a bailar, sino también a conectar con un momento, un recuerdo o una textura. En una escena donde muchas fiestas apuestan al vértigo del hit, Discos Completos propone lo contrario: entregarse a la totalidad de una obra, compartirla con desconocidos  y dejar que un álbum entero se convierta en una experiencia común.

5) Escuchar a Ana Hagen en Avant Garden (y en los distintos espacios que se presenta en la ciudad) / Av. del Libertador 3883 (Mooi Rosedal) — Palermo

«En lugares grandes juego con la escala, con la arquitectura del espacio. Te permiten generar más tension-build-release. En espacios pequeños, el set se vuelve más íntimo. Ahí puedo explorar texturas y cosas más experimentales. Me encantan ambas dimensiones y soy igual de emocional e introspectiva más allá de donde esté tocando«, nos cuenta Ana Hagen, curadora de Underground Music & Friends, un ciclo que se realiza un sábado al mes en el ya mítico Avant Garden, DJ, y creadora de Manso Club, un punto de encuentro para talentos emergentes, para personas que crean, emprenden, producen, diseñan, investigan, construyen cultura.

Esa misma búsqueda la empuja a no elegir nunca el camino cómodo. “Me gusta incomodar un poco y no caer en lo fácil. Siempre digo que soy una DJ a la que le gusta tomar riesgos. Si lo que estoy haciendo podría sonar en cualquier lado… no me interesa”, afirma, casi como un manifiesto personal. Su misión, dice, es amplificar a quienes traen ideas nuevas y valores claros, abrir espacio para lo que todavía no está del todo nombrado y permitir que la pista funcione como territorio de exploración.

Mi misión es amplificar a quienes traen ideas nuevas y valores claros, abrir espacio para lo que todavía no está del todo nombrado y permitir que la pista funcione como territorio de exploración.

«Estamos en un momento clave para hacer cosas curadas por personas que realmente aman la música y tienen criterio. A veces esas personas son las que menos sostén y recursos tienen. Por eso creé Manso Club«, explica. Y al mirar el presente de la electrónica porteña, agrega: «Lo mejor de Buenos Aires, sin dudas, es esa pasión visceral que nos caracteriza. Eso hace que para los artistas internacionales sea un destino atractivo. Y sobre todo cuando el público realmente tiene hambre de música y no de validación social«.

6) Ir por lo menos una vez a la fiesta Quitapenas 

«Quitapenas hoy une a los clubbers de los ’90 con la nueva generación interesada en el house, al mundo del cine con el de la música. Hay algo muy hermoso en ver compartir la pista a un grupo de veinteañeros con gente de 60«, describe Andrés Balaciano, una de las cabezas artísticas del proyecto junto con Javier Zuker, ambos DJs residentes de la fiesta. Balaciano suele recordar que todo comenzó casi por azar, como una reunión improvisada que, con el tiempo, fue tomando forma hasta consolidarse como uno de los espacios más consistentes de la noche porteña. La premisa, dice, nunca cambió: priorizar la calidad musical por encima de cualquier tendencia pasajera. Aunque el corazón del proyecto late en clave house, la dupla se desplaza con naturalidad entre matices que van del techno a una electrónica más expansiva, siempre con una curaduría que privilegia la sensibilidad antes que la espectacularidad.

Con los años, Quitapenas se convirtió en algo más que una fiesta. Sus impulsores la definen como un “lugar de encuentro musical”, una pista donde nadie espera nada del otro salvo respeto y ganas de compartir el viaje. Incluso su nombre (tomado de las muñecas tradicionales del norte argentino que se colocan bajo la almohada para alejar las pesadillas) funciona como manifiesto. “La señora que me vendió la muñeca en Purmamarca, la misma que ponemos en la cabina en cada edición, me dijo que se llama así porque te quita las penas con sus colores llamativos”, recuerda Balaciano.

En cuanto al lugar que ocupa hoy Buenos Aires en la escena electrónica internacional, Balaciano es directo: «La ciudad tiene grandes artistas y, por suerte, todavía resiste con eventos muy buenos. Pero el terreno es difícil: se está perdiendo lo esencial de una fiesta. Hay público que filma en vez de bailar y DJs más preocupados por mostrar en redes la música que ponen que por ofrecérsela a la pista. Somos presos de las redes para vender (y vendernos)«.

7) Ir a bailar techno y vivir el under porteño a TCQ / Rivadavia 1132 — Ciudadela

Es un proyecto familiar, donde cuidamos mucho a la comunidad, el sentido de pertenencia y, sobre todo, la calidad”, cuenta Minau, DJ y creador de TCQ, probablemente el espacio más “bajo perfil” de toda esta selección. Lejos del formato de club tradicional, TCQ, ubicado sobre Avenida Rivadavia, a solo 20 metros de 9 de Julio, se despliega como una plataforma creativa internacional que entrelaza arte, música y tecnología para dar vida a experiencias culturales de alto impacto.

TCQ es un ecosistema multidisciplinario donde conviven artistas locales e internacionales, colectivos creativos, marcas y organizaciones que buscan transformar ideas en proyectos innovadores, inmersivos y estratégicos. En una ciudad donde la noche se reinventa a cada rato, se afirma como uno de los espacios más inquietos y visionarios de la escena electrónica actual. «A la hora de curar a los DJs y artistas, priorizamos primero que sean buenas personas, que hagan buena música y que sean dedicados. No nos interesa la cantidad de seguidores ni la exposición, sino las personas comprometidas, que se alinean con nuestra forma de trabajar y con la energía del espacio«, concluye Minau. 

8) Ir a HiedraH a vivir una fiesta que combina música electrónica, perreo y compromiso social

En la noche de Buenos Aires conviven universos sonoros cada vez más amplios y audaces, y entre los espacios que mejor encarnan esta identidad mestiza aparece la fiesta HiedraH, quizás el punto más variado de todos los seleccionados. Lo incluimos porque pocas propuestas logran que el reggaetón, la cumbia villera y la electrónica coexistan con tanta naturalidad en una misma noche, generando una pista que es a la vez manifiesto cultural y territorio liberado. Nacido en 2013 como una fiesta casera que defendía a las minorías identitarias, hoy HiedraH es un colectivo de artistas, DJs y productoras que exporta su lenguaje desde Buenos Aires al mundo. Con curadurías que atraviesan lo electrónico, lo afrolatino y lo villero, y una ambientación que vuelve cada encuentro una experiencia sensorial total, el proyecto se consolidó como uno de los espacios más influyentes de la ciudad.

«Estamos viviendo un proceso de reestructuración de la noche porteña, uno más de tantos, con sus pro y sus contras. Hay nuevos actores privados en juego con mayor capital económico que antes. Hay mayor interés de sponsors, mayor oferta de venues especializados, y un renovado interés de las grandes productoras locales también en producir nocturnidad y música electrónica, como dos cosas que van de la mano«, analiza Yby, A&R del label y de la fiesta. 

En lo que va del año, por HiedraH pasaron DJs tan selectos como diversos —entre ellos J Catriel, Mabel, Jabex y Anita B. Queen—, figuras que encarnan lo más inquieto de la electrónica local e internacional. Fiel a su espíritu nómade, la fiesta también orbitó por distintos espacios porteños, dejando en claro que, más que un punto fijo, HiedraH es una energía en movimiento: se desplaza, se reconfigura y sigue marcando el pulso de la noche en Buenos Aires.

Estamos viviendo un proceso de reestructuración de la noche porteña, uno más de tantos. Hay nuevos actores privados en juego con mayor capital económico que antes. Hay mayor interés y oferta de venues especializados, para producir nocturnidad y música electrónica.

9) Ir a bailar house a Vicio Fantasía

Enfocada al house, Vicio Fantasía es una de las propuestas más consistentes de la noche: una fiesta que trabaja el género con elegancia, ambición y una identidad estética definida. Nada queda librado al azar. Desde la curaduría musical hasta la puesta en escena, todo responde a un concepto claro donde los ritmos de raíz house (desde clásicos hasta actuales) trazan la hoja de ruta. Su minuciosa y su clima siempre en construcción le dan un carácter singular selección, con un toque fresco que nace de la coherencia y del buen gusto, nunca de la pose. «A la hora de curar el line up siempre tratamos de que el DJ se acerque lo más posible al sonido de Vicio, que a grandes rasgos es el house. Después también es importante la ubicación de la fiesta para determinar el line up: no es lo mismo una fiesta para 300 personas que una para 1.500«, explican desde la organización.

Y por eso hay que ir. Porque Vicio Fantasía no busca deslumbrar con artificios sino armar una experiencia honesta, bien hecha, donde la música de pista, los grooves precisos y la lectura del ambiente van construyendo un viaje que fluye sin esfuerzo. Cada edición se siente viva, vibrante, con una apuesta que crece sin perder la calidez porteña ni la espontaneidad del baile. Es una fiesta donde la música de club encuentra un espacio cuidado y potente, y donde siempre hay lugar para descubrir algo nuevo. “Nos gusta siempre bookear artistas frescos, que a lo mejor no son tan conocidos en la escena, pero que sentimos que pueden aportar bastante a ella”, reconocen.