Entre Vicente López y San Isidro: tres restós con bar para cerrar el día en Zona Norte/ El objetivo en común: relajar y compartir/ Una cantina cool que se ganó el corazón del bajo, un bar que hace oda al vermú y un jardín súper escondido con fuegos y horno de barro.
Kits de vermú, reversiones de tragos, tapeo con onda y un patio íntimo entre plantas: así es Vermudez en Vicente López.
Escapadas al Norte/ Segunda Parada: tres patios secretos para unos brindis de verano al aire libre. Por Lenchu Rodríguez Traverso.
No hay nada más lindo que las noches de verano. Cuando baja el sol y el termómetro llega a ese punto justo los bares al aire libre se encienden. No pasa solo en Capital, Zona Norte también tiene sus lugares de encuentros veraniegos. Con MALEVA fuimos en busca de patios y jardines escondidos – entre plantas y lucesitas – para cerrar un día de río y aire libre con copas frescas, tapeos y la linda vibra que trae esta estación.
1) Taller Cantina: el bar de barrio (con vibra cool) que se ganó el corazón del bajo/ Tiscornia 1081.
El bajo de San Isidro es un barrio particular. Su onda solo la entienden bien los que se mueven por ahí cotidianamente. Sus dueños, cuatro amigos jóvenes que venían trabajando en movidas gastro clásicas de por ahí – como Lo de Facu y Peru Beach -, ya conocían a su público. Por eso mismo – y por nacer en esa plena urgencia pandémica por reunirnos – creo que Taller estaba destinado a ser un éxito.
“Siempre quisimos ser el bar de barrio, con la cultura del barrio bien impregnada”, nos contaba Juan, “Pata”, Benavidez, uno de sus dueños que a su vez es arquitecto del lugar y de varios spots más de Zona Norte. Ese “cantina” como segundo nombre le sienta bien; tiene algo de amistoso y familiar. Incluso, muchos lo tienen como su bar de cabecera, y se toman algo ahí más de una vez por semana.
La carta fue una novedad también, y muy bien recibida en la zona. Quebró el monopolio de hamburguesas y frituras clásicas del boom cervecero, acercando al bajo un tapeo más de autor, con creatividad y buena ejecución. Desde sus inicios, los buñuelos verdes con mayonesa de cilantro y yogurt son un boom. Lo mismo la provoleta con chutney. Las empanadas, con el tiempo, se fueron ganando su lugar en el podio: la de queso azul y puerro y la de remolacha y queso de cabra, arrasan.
No se encerraron en el tapeo (aún), sino que se reconocen también como un restaurante. Es por eso que en la carta también se encuentran principales que gustan mucho, como la milanesa de bife de chorizo – el puré de papa y hierbas es supremo -, los ñoquis de remolacha con salsa de morrones asados y la ensalada de fainá y stracciatella.
Un sueño compartido es convertirse en un centro cultural. Están abriendo una segunda barra en el patio – ya serían 3 en total – y, para su cumpleaños, hicieron un mockup del evento ideal: comida simple, barra completa, música, flash tattoo y artistas pintando murales en vivo. Estaremos esperando a ver cuándo repiten.
2) Vermudez: un poema al vermú que atrae por su bebida y sorprende por su comida / Italia 440.
Hay pocos bares en Buenos Aires que hagan tanta oda al vermú como Vermudez. Y en Zona Norte menos aún. Valentina Bulacios y su novio Nicolás volvieron de Mendoza fascinados con La Central, la vermutería (hoy, parada obligatoria) que acababa de abrir el primo de ella en la ciudad. Ahí descartaron la idea inicial de una verdulería boutique y se sumaron a la ola del renacimiento del vermú.
Empezaron como un bar, aprovechando ese espectacular deck al aire libre envuelto en verde. “Algo cerca del río, con onda y para compartir”, esa era la búsqueda desde el inicio según nos cuenta Valentina. Tienen una carta de tragos autor interesante – probamos el Nórdico al que le suman whisky macerado con nuez pecan, almíbar y crema stout, muy power – y algunos clásicos reversionados con vermú, como la “Vermú Caipi” o el “Vermú Tonic”.
Pero sin dudas, la estrella es “El Kit”, un producto que no se replica en ninguna otra vermutería de la ciudad (y una idea que llena de orgullo a su autora). Con variedad de marcas para seleccionar, te acercan una bandeja con la botella de vermú, dos sifones de soda, aromáticas y cítricos para que lo vayas armando a medida. Tan sencillo y tan genial.
Como todo proyecto foodie, la realidad fue mutando las ideas originales y jamás se imaginaron que la carta iba a gustar tanto. Se divide entre Tapas (para compartir), Tapitas (raciones) y Tapón (plato fuerte) y ya desde el vamos se lee creatividad y un equilibrado blend de culturas. Hay platazos que realmente sorprenden, como la provoleta con mix de hongos, cebolla morada quemada, garrapiñada de semillas y sriracha casera; o las croquetas de morcilla con pico de gallo. Hay variedad y mucha (pero mucha) propuesta vegetariana y sin tacc.
Dato: hace poco empezaron a abrir también de día (y el patio con sol es una experiencia diferente).
3) Basta de Humo: uno de los patios más secretos y lindos del bajo de San Isidro/ Roque Saenz Peña 1139.
Es un secreto, incluso para muchos de los que viven en el barrio. Sobre Roque Sáenz Peña, llegando al final de la calle, un portón sobre una casona estilo granero marca la entrada de esta joya de patio escondido. Basta de Humo nació como un ciclo de cocina en Club Austria y gustó tanto que cruzó la calle para volverse una propuesta permanente.
“Tenemos un lema: la belleza de lo simple”, nos cuenta su creador Johnnie Giebert. Y es que el nombre hace alusión, no solo a los fuegos que son el epicentro de su cocina, sino también a esta idea de “basta de verso, vení a comer rico y abundante”. Parrilla, horno de barro, freidora y plancha: el menú nace de estos cuatro tipos de cocción y hay grandes preferidos como las croquetas de asado de búfalo con puré de papas y pickles de cebolla (simplemente increíbles), la empanada de carne cortada a pulso y la milanesa de bife de chorizo que gratinan al horno de barro a la vista.
Justo al lado de los fuegos de la cocina, una barra con impronta de gintonería prepara clásicos con esta bebida y otros gin tonics de autor adaptados a la época del año. En veranito destacamos “En el sol” – london dry gin, jugo de pomelo, almíbar de tomillo y tónica – y el “Casualidad” que tiene su toque con el Angostura Bitters. Para no dejar a nadie afuera, no eliminaron los tragos clásicos, cervezas y vinos.
Una vez por mes (para seguir jugando y divirtiéndose) reciben colegas en el ciclo “Cocina con amigos”. Cristof, Joaquín y Rama de NERO, Pedro Silva (el chef de Lardo) y Valentín Grimaldi fueron algunos de los que ya se sumaron a la movida de cocinar junto a Johnnie.
¿Otro secreto adentro del patio secreto? Una puerta que te lleva a “Selva”, un bar medio speakeasy con look Tiki, que tiene varios spots ambientados para tomar tragos y, miércoles de por medio, arman noches de standup.
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Las fotos: son gentileza de prensa de los lugares mencionados.