«Terroir» del Paraná: una tarde en Gamboa, la primera bodega de Campana. Una experiencia «mendocina» a una hora de Buenos Aires

Gamboa: pocas hectáreas en Campana que pueden iniciar algo inédito. 

«Terroir» del Paraná: una tarde en Gamboa, la primera bodega de Campana. Una experiencia «mendocina» a una hora de Buenos Aires. Por Belén Rodríguez Traverso.

Parece imposible de creer que a solo 10 cuadras de la ruta nacional 9, a la altura de Campana, descansa un viñedo, el primero de la zona y que hace dos años ya está dando sus primeros vinos. Gamboa es el sueño hecho realidad de Eduardo Tuite, economista y dueño de una agencia de viajes, y un enamorado del mundo del vino. 

Tener una bodega no es un proyecto fácil, y menos aún en una tierra inexplorada en cuestiones de vid, ya que hasta 1998 era ilegal plantar viñedos por fuera de la zona de Cuyo. Tras un constante sube y baja de “sís y nos”, se arriesgó y plantó sus primeras uvas en el 2010. Costó arrancar, las plantas se enfermaban y no entendía qué pasaba. Hasta que sumó a su equipo a Enrique Mirazo, un ingeniero agrónomo con experiencia en viñedos de la misma latitud en Uruguay, Brasil y Argentina, y la plantación empezó a caminar. Pero no fue hasta la vendimia del 2021 en que sirvieron en una copa sus primeros resultados. 

Un proyecto familiar, a pulmón, y celebrando pequeños resultados.

Eduardo y su pareja, Luisina, son de Venado Tuerto. Ambos de campo, amantes del verde y del ritmo natural de las plantas, descubrieron en este proyecto la oportunidad de volver a sus raíces a pesar de encontrarse a solo una hora del bullicio de Capital Federal. La pandemia fue de gran ayuda, los impulsó a focalizarse y a trabajar el campo sin distracciones. “En este proyecto Eduardo aprendió un montón, porque él está en todo, se metió de lleno”, aclara Luisina, mientras cuenta cómo se fueron cruzando, asesorando e incorporando gente clave para el crecimiento de Gamboa.

Además de Mirazo, hoy forma parte de su equipo Gerardo Pereyra, quien también acompaña otros proyectos vinícolas en Mendoza y, su última y gran incorporación: la enóloga Gabriela Celeste. Con un recorrido súper interesante – fue elegida por Michael Rolland para continuar con su legado en Argentina – los acompaña de cerca en estos primeros pasos de elaboración de vinos propios. “Buscamos anclajes que puedan transmitir su conocimiento y hacer crecer esto que es nuevo para nosotros y para todos”, explica Luisina.

En el campo, y desde el día uno, Mónica Canela se encarga de todas las necesidades de las plantas con una dedicación apasionante. Los primeros años eran ellos; la pareja, su hijo (que se crió entre parras), Moni y su equipo, quienes monitoreaban constantemente el riego y la salud de las vides. Hoy el equipo es apenas un poco más grande, con sus asesores, enóloga y sommelier y la crew del restaurante que se incorporó recién este año, cuando abrieron sus puertas al público. Van paso a paso, al ritmo que pueden, pausado y medido, casi a la par del crecimiento de las plantas.

El campo: una apuesta a ciegas con final feliz.

En un suelo que no se sabe cómo va a responder, mejor ser cauto e ir de a poco. Así es como, de las 43 hectáreas de terreno que tienen, empezaron plantando sólo cinco. Sus cepas principales son Malbec, Cabernet Franc y Pinot Noir, de las cuales sacaron 300 botellas de cada una en su primer año. Esta tirada les permite tener un poco de vino de Campana en el restaurante para degustar, pero no más que eso: comprar una botella y llevarla a tu casa está fuera de las posibilidades aún. 

Para sumar al todavía muy limitado vino de sus tierras, traen variedades de distintas zonas del país – con el acompañamiento de los enólogos Karim Mussi y Santiago Achával – que también llevan la etiqueta de Gamboa. En el restaurante se pueden degustar vinos de Valles Calchaquíes en Salta, otros de Mendoza de la zona de Pedriel, Los Chacayes y La Consulta, entre otras localidades argentinas. 

En la entrada del viñedo se encuentra “La biblioteca”, unas hileras cortas de plantas de otros varietales, como Riesling, Chardonnay, Merlot y Cabernet Sauvignon, que están probando si funcionan para crecer a futuro. Después de aquella primera exitosa (y emocionante) vinificación en 2021, y comprobando que el suelo de Campana está más que apto para dar buenos vinos, comenzaron nuevas plantaciones del otro lado de la construcción que hoy alberga al restaurante. Su objetivo es producir todos los vinos de Casa Gamboa ahí en Campana.

Casa Gamboa: una experiencia con sabores locales y pensada para un largo rato de disfrute.

Lo primero que se ve al entrar a Gamboa, es una gran construcción de maderas que llama la atención por su tamaño, sus techos irregulares y una galería abierta en los costados con vistas de la finca en 360 grados. Al abrir las puertas de Casa Gamboa, el restaurante, en marzo del 2022, dieron el gran paso que les faltaba, comenzar a recibir gente en su bodega y mostrar su grandísimo orgullo; el primer vino de Campana.

Para continuar con su línea de trabajo, apoyándose en gente del rubro con conocimiento y experiencia, dejaron la propuesta gastronómica en manos de Edward Holloway quien también está detrás de otros proyectos en Mendoza como el restaurante de Alfa Crux, de Fierro Hotel y Finca Agostino. La carta se presenta por pasos, como la mayoría de las bodegas de la zona de Cuyo, pero se distingue por estar pensada como un “tapeo”; los platos, de porciones más pequeñas, se van sirviendo en el centro de la mesa para compartir entre todos. De esa forma, la comida se convierte en un espacio de interacción y disfrute lento, pensado para durar un par (o pares) de horas.

Con las verduras como protagonistas – todas se compran a productores locales hasta concretar otro gran sueño de tener una huerta propia – el menú ofrece dos experiencias distintas; una un poco más liviana y fresca (basada únicamente en platitos) y la otra, más completa, le suma un plato principal a elección. 

El “menú origen” presenta diez platos de “picada”, entre los cuales encontramos esta temporada (la carta cambia con la estación) alcauciles en oliva con aceitunas, tomate horneado y hierbas; empanadas de matambre y de cabutia y queso ahumado; farinatta con crema de pimientos ahumados y carpaccio de bresaola, entre otros. De postre: un trifle de mascarpone, chocolate blanco y frutos rojos.

El “menú terruño”, el más completo, se compone de siete platos de tapeo, un principal cocinado a las brasas con guarnición y una mesa dulce con cuatro opciones de postres. Algunos de los platos chicos son diferentes, como la morcilla con pera, mascarpone y pistacho o el coliflor horneado con ricotta salata y arvejas salteadas. El segundo paso es a elección: un plato – ojo de bife, pesca del día o lasaña de vegetales – y un acompañamiento que se elige entre repollos a la chapa, ensalada de pickles caseros o papas aplastadas a las hierbas. 

Ahora, la bebida. El agua está incluida en todos los menús, pero el vino no, para lo que hay dos opciones: o elegir entre dos tipos de maridaje para acompañarlo, de 4 o 5 copas, entre los que se prueba un vino de Campana, o directamente comprar una botella entera de la docena de opciones que ofrecen, donde entran blancos, tintos y espumantes.

Un lugar, varias propuestas.

La apuesta de Gamboa fue enorme. Plantaciones que tardan años en dar uvas para vinificar – al menos 8 años se necesitan para probar si es un buen vino – y todo en un terreno del que no había referencias, y que perfectamente podía fallar. Por suerte, el resultado fue positivo, pero con la magnitud de plantaciones que tienen, que aún es muy chica, es necesario buscar otras vías para rentabilizar el espacio y el proyecto en crecimiento, además de aprovechar ese gran terreno.

Es por eso que la familia salió con un par de propuestas diferentes y atractivas al público en general. En primer lugar, Inmersión Gamboa; un proyecto de experiencias educativas alrededor del vino entre los que se encuentra “Los secretos del winemaker”, donde se aprende todo sobre el proceso de elaboración o el “Blending Game” para aprender a hacer tu propio corte de vinos. También hay cursos de destilados como “vermut sin mitos” o “el arte de la destilación” de gin.

Porque no solo elaboran vinos, sino que hace poco comenzaron a preparar otras bebidas que sí se comercializan en Casa Gamboa por botella. Como el “Gin Tuite”, bien cítrico, elaborado a base de Malbec o el “Vermut Puente”, preparado a base de vino macerado con hierbas aromáticas, raíces, cortezas y flores.

El espacio lo ofrecen para hacer eventos privados y cada vez más personas eligen dar el “sí” en la pérgola de película que se esconde entre los viñedos. Pero su máxima apertura la hicieron a partir de un nuevo programa que se llama “Mi Finca Gamboa”. Quien quiera ser dueño de sus propias plantaciones en el viñedo puede hacerlo, Gamboa se encarga de todo el proceso, del acompañamiento y asesoramiento para elaborar sus propios vinos. Quienes tengan su parcela ahí, pertenecen a un pequeño club más exclusivo, con beneficios especiales y la posibilidad de aprender y compartir con los que saben y con otros apasionados.

Página web – Reservas por Whatsapp: 11 3084 6084

Horarios: miércoles a domingo y feriados de 11 a 17 hs.

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En MALEVA hacemos fotos y videos para nuestras coberturas y notas con los equipos de MOTOROLA Edge 30, Moto g200 5G, Moto g52 y moto g41.

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Fotos: son todas gentileza de prensa de Gamboa.