Mezcla de rusos y alemanes. Mezcla de pintores, escultores, arquitectos y fotógrafos. Eso es lo que lleva en la sangre. Naomi Preizler (22) apuesta a las aleaciones virtuosas. Es modelo, sí, pero también es artista plástica, diseña accesorios, es cantante y toca la guitarra. El hit porteño de las pasarelas parisinas y neoyorkinas, ocupó páginas de Vogue, Harper´s Bazaar, desfiló para Chanel y trabajó para marcas como Givenchy y para diseñadoras inmensas como Vivienne Westwood. La rubia decolorada (a pedido especial del diseñador Marc Jacobs) jamás pensó que el destino le depararía semejante camino: “de chica quería dibujar, ser bailarina o actriz. Cuando dije en mi casa que quería ser modelo se rieron de mí”. Pero el que ríe último, ríe mejor.
Los artistas siempre están ligados a la intelectualidad. Me imagino que el prejuicio hacia la carrera de modelo era grande
Sí, en mi familia son todos profesionales, además. Hay muchos ingenieros, arquitectos y les parecía graciosa mi idea. Recuerdo que estaba en Miramar, en la playa, tenía 15 años y me pararon para ofrecerme esta posibilidad. Yo les dije que no. Pero cuando me metí en la página de la agencia y vi que trabajaban con Daniela Urzi, que desfilaba para Chanel y que hacían publicidades afuera; me empezó a atraer la idea. Vi la posibilidad de viajar que era lo que yo quería.
¿Compartís la idea de que la moda es arte?
No. La moda no es arte. Puede haber arte en la moda o se pueden hacer cosas artísticas, pero el leit motiv de esa industria es vender. Si estudiás diseño, estudiás también cómo hacer una empresa, como incursionar en un mercado. La respuesta del consumidor es clave. En el arte no pasa eso o no debería pasar. Cuando un artista piensa en una obra, piensa en algo que lo representa o en algo que quiere contar o mostrar. Lo principal no es vender.
¿En qué momento se cruzan, entonces?
Creo que en las fotos. Cuando viene el estilismo a formar parte de la imagen, una foto que cuenta algo, que tiene una mirada sobre algo y puede transmitirse.
¿Si tuvieses que recomendar artistas argentinos y de afuera, nuevas y viejas voces del arte, qué le recomendarías a los lectores de Maleva?
De acá me gusta mucho Ana Gallardo, Marina De Caro, Aili Chen que es una artista argentina joven, nueva. De afuera me gustan mucho Tracy Heming, Elizabeth Peyton y la sudafricana Marlene Dumas.
«No soy feminista pero me gusta la fuerza de lo femenino. Estuve fascinada durante mucho tiempo con el movimiento feminista de los 70 y las Guerrilla Girls. Pero después una parte de esa consigna me resultó pasada de moda. Como que a veces las mismas mujeres se discriminan más de lo que las discrimina la sociedad.»
Veo que son todas mujeres, ¿es coincidencia o te considerás feminista?
No soy feminista pero me gusta la fuerza de lo femenino. Todas estas tienen cierto poder masculino, una fuerza que generalmente se le da al hombre. Necesitaron imponerse y eso me atrapa. Estuve fascinada durante mucho tiempo con el movimiento feminista de los 70 y las Guerrilla Girls (N de la R: Un colectivo de artistas feministas surgido en Nueva York a principios de los 80 que denunciaba las desigualdades de género y el racismo en el universo artístico). Pero después una parte de esa consigna me resultó pasada de moda. Como que a veces las mismas mujeres se discriminan más de lo que las discrimina la sociedad.
¿Qué parte de esa igualdad no te gusta?
En Nueva York, por ejemplo, es lo mismo ser hombre que ser mujer. No está bueno cuando se pierde la esencia del hombre y de la mujer. Que un hombre sea caballero es algo romántico que a mí me gusta y me parece que en ese sentido salimos perdiendo. Llegué a añorar mucho al hombre argentino.
De tu experiencia fuera de casa, mientras estudiabas en The Art Students League of New York, ¿qué es lo que no vas a olvidar nunca?
Que es una ciudad en la que cualquier cosa puede pasar. Ver a Patti Smith en una conferencia en la librería Housing Works, en el Soho, fue algo increíble. También estar con James Franco, cuando presentó una película y después nos quedamos charlando con unos amigos.
«Estoy experimentando la veta musical con un DJ argentino que se llama Felipe Zamorano Graffigna. Hacemos temas que yo escribí con letras que hablan del mundo de la moda. Ya tenemos tres temas terminados. Además, toco la guitarra hace mucho y él la batería y vamos grabando melodías que después mezclamos.»
¿De qué lugares sos habitué cuando estás afuera?
En París, el Café La Perle que es donde lo agarraron a John Galliano insultando a unos judíos. Después de eso lo echaron de Dior. También voy mucho a Le Polidon, en Saint Germain, que es un lugar donde sólo se come carne con puré y los baños en lugar de tener inodoros tienen unos agujeros en el piso. Es muy trash, pero a la vez es un lugar antiguo y clásico. En Nueva York voy siempre a Bar 69, en China Town, que tiene una onda muy underground. Me gusta también Les Enfants Terribles y Sway, que es una disco donde pasan todo el tiempo The Smiths.
Hablando de música, ahora también sos cantante
Sí, estoy experimentando esa veta. Estoy con un DJ argentino que se llama Felipe Zamorano Graffigna. Hacemos temas que yo escribí con letras que hablan del mundo de la moda. Él pasa una base y yo con un pedal vocal voy haciendo loops, frases o instrumentos que creamos. Ya tenemos tres temas terminados. Además, toco la guitarra hace mucho y él la batería y vamos grabando melodías que después mezclamos.
¿En qué te gusta gastar la plata?
En libros de arte y en obras. Acabo de comprar dos. Una de un chico que se llama Ramiro Oller, un artista argentino de la galería Slice Mood y después compré un dibujo muy grande de una artista que se llama Celina, de la galería Big Sur. Me gusta mucho gastar en restoranes, en salir a comer. Salgo a comer prácticamente todas las noches con amigas. Voy a Chan Chan, Rivas Café, Tankat, Sucre. Hace poco fui a flores al barrio coreano a comer “korean barbecue”. De los japoneses me gusta Yuki, pero también disfruto de bodegones como Caseros.
«La moda no es arte. Puede haber arte en la moda o se pueden hacer cosas artísticas, pero el leit motiv de esa industria es vender y el del arte no debería serlo.»
Hay un mito que dice que las modelos son tan vanidosas que no pueden ser amigas entre ellas, ¿es cierto?
Es cierto que en Argentina la profesión se vive con mucha competencia, mucho más que afuera. Pero mi mejor amiga es modelo, Tati Cotliar. De todos modos, me costó mucho, yo no me llevaba con ninguna, no tenía temas en común.
Por último ¿con estilo se nace o es algo que se construye?
Se nace. Hay personas muy humildes que no tienen acceso a muchas cosas y tiene estilo. Tiene que ver con cómo hablás, cómo te movés, los modales, ser educado. Hay gente que tiene mucha plata, toda la ropa y es profundamente ordinaria.Para pulir tu estilo tenés que mirar a tu alrededor. En los rubros creativos es mentira que todo te surge de adentro. Constantemente estamos buscando información, inspiración, referencias. Todos los artistas tienen influencias de otros, no existe la originalidad virgen. A mí hoy me inspiran las mujeres, la naturaleza, la cultura asiática y la música de los 70, entre otras cosas. Con todo eso voy puliendo la mujer que soy.
(N de la R: Naomi despunta el vicio del diseño a través de Naked (Santa Fe 1828), un pequeño reducto dedicado a los accesorios donde la modelo realiza una línea de collares y vinchas.)