Con sólo 25 años, Tati Cotliar es una de las modelos argentinas con mayor proyección internacional en las capitales de la moda del mundo. De las aulas del Nacional Buenos Aires a las pasarelas de NY, Londres, París y Milán de la mano de Marc Jacobs y Vivienne Westwood. Una charla distendida con una verdadera it girl.
Tati, empecemos por el comienzo. ¿Cómo empezaste a modelar?
Fue a mis 19 años, cuando terminé mis estudios en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Venía de un ambiente bastante intelectual, por decirlo de algún modo, y tenía prejuicios acerca de la idea de trabajar como modelo. Entonces, a la par, me puse a estudiar dirección de cine. Pero llegó un momento en que no pude sostener las dos cosas, y elegí. Viajé a Nueva York por dos meses para trabajar, y terminé viviendo acá. También estuve un tiempo viviendo en París y en Londres. Gracias a mis charlas con los estilistas empecé a entender el mundo de la moda, porque la moda se trata de eso: es una fantasía. Por otro lado, la moda cambió mucho desde los 90 hasta ahora. En esa década, la era de las supermodelos, como Claudia Schiffer, Naomi Campbell o Kate Moss, las modelos eran una celebridad, eran más importantes que los diseñadores. Desde los años 2000, se acrecentó la presencia de la figura del diseñador, a quien no le interesa que las modelos sean más importantes que su ropa. Ahí empezaron a aparecer las modelos de caras “no conocidas”. Y ahí aparecí yo (risas).
«Desde los años 2000, se acrecentó la presencia de la figura del diseñador, a quien no le interesa que las modelos sean más importantes que su ropa. Ahí empezaron a aparecer las modelos de caras “no conocidas”. Y ahí aparecí yo (risas).»
¿Cómo es eso?
Me empezó a ir bien cuando abrí el desfile de Marc Jacobs en Nueva York. Marc Jacobs creció en NY a fines de los 70, una época en que NY era realmente una ciudad underground, en la que pasaban cosas a nivel musical: estaba el hip hop al lado del punk al lado de la cultura disco. Todo era una revolución en ese entonces. Y Jacobs está muy influenciado por esa cultura, es una persona que tiene muchas cosas en su cabeza y elige modelos muy particulares, un poco off. Él quiere una musa, una persona que inspire. Luego de abrir el desfile de Marc, hice todo: fui a Londres, a Milán; trabajé para Prada, Chanel, Louis Vuitton, Yves Saint Laurent, Comme de Garcons, Vivienne Westwood; con ella trabajé bastante, hice la campaña de su marca dos veces.
¿Qué nos podés contar de ella?
Vivienne fue la primera que relacionó la moda con la música punk cuando creó su shoot con Malcom McLaren. Vestía a los Sex Pistols; tiene un background muy fuerte, que es súper interesante. Debe tener 70 años ya; es una mujer tranquila, pero conserva una mentalidad revolucionaria. Cuando hablo con ella, me hace acordar a mi abuela: relajada, amorosa, ¡pero sigue estando más loca que nunca!
Contanos como es una típica sesión de fotos
Es divertida. Hay que tener personalidad y algo para demostrar; tenés que ser una actriz muda, interpretar al personaje que te piden. Y para poder hacerlo, es necesario que hayas vivido cosas en tu vida.
Según te experiencia personal, ¿cuál es “la” ciudad de la moda?
París. Ahí están los diseñadores más extremos, los más artistas, los más extravagantes. Nueva York es más comercial.
¿Cómo es un día de tu vida en NY?
Todos mis días son distintos: hay días que no trabajo y hay semanas en las que no duermo: las de fashion week. En época de fashion week, puedo tener seis desfiles por día. Es un período intenso: fashion week de NY, París, Londres, Milán. Los días de trabajo más tranquilos tengo sólo un shoot, así que me despierto a eso de las 9. Y los días que no trabajo, duermo. ¡Me encanta dormir! Creo que es algo muy “argento”. Esos días me despierto a las 11. Soy muy nocturna, me quedo viendo películas o pensando en temas que quiero hacer como estilista, porque mi idea es ir dejando el modelaje y dedicarme al estilismo, que es lo que más me gusta. También trato de hacer algo de ejercicio, así que voy al gimnasio del edificio a hacer elíptico o pilates; camino hasta el río; me gusta mucho interactuar con la naturaleza.
«Vivienne Westwood es una mujer tranquila, pero conserva una mentalidad revolucionaria. Cuando hablo con ella, me hace acordar a mi abuela: relajada, amorosa, ¡pero sigue estando más loca que nunca!»
¿Leés?
Hace mucho que no me engancho con un libro. Soy muy cinéfila. Voy dos veces por semana al cine. Esa es una de las cosas buenas que ofrece NY. Hay muchas propuestas relacionadas con el arte, porque todos los directores, fotógrafos, artistas quieren venir a mostrar sus obras acá. En Londres me hice socia del BFA, que es una especie de cinemateca, adonde pude ver a Celina Murga, que es una directora de cine argentina, conversando con Martin Scorsese, con quien ella trabajó. En NY, fui a escuchar a Almodóvar, que vino a dar una charla en una librería.
¿Vas a conciertos?
Si logro enganchar, sí, pero es muy difícil porque las entradas se agotan rapidísimo en NY y yo no sé dónde voy a estar de acá a seis meses. Sí en Londres, donde paso bastante tiempo también porque es la ciudad donde vive mi novio. Allá vi a Patti Smith. Acá, me gusta ver ballet en el Lincoln Center e ir a muestras de arte. Como me interesa mucho el expresionismo alemán, suelo ir a la Neue Galerie, una casa antigua y aristocrática ubicada en el Upper East Side, que muestra obras austríacas y alemanas. También pasan películas. Otro lugar al que voy es el Under St. Marks Theatre, que queda acá, en el East Village. Es un teatro independiente. Y voy mucho a un cine mínimo que queda acá cerca, muy conocido porque lo creó Jonas Mekas; es el Anthology Film Archives.
En NY todo es posible, no me digas que conociste a Jonas Mekas
¡Sí! Vive en Brooklyn. Con mi novio, fuimos a la casa. Tiene 90 años y sigue viajando a festivales. Mekas vive con el hijo, que debe tener unos 30 años y es su interlocutor. Es un personaje muy interesante, pero muy resguardado de sí mismo también. Hay que saber cómo entrarle para conversar.
¿Nos recomendás algunos lugares únicos para comer en NY?
Soy re foodie. Para mí la comida es muy importante. Me encanta descubrir nuevos restaurantes. Cuando recién llegué a NY y estaba sola, no tenía muchos amigos, entonces buscaba restaurantes en guías y salía a comer. No me gustan los lugares elegantes para comer. Voy mucho a Queens, que es cosmopolita: en una misma cuadra hay un filipino, al lado de un indio, al lado de un chino, al lado de un tailandés. Está buenísimo. A mí me gusta mucho la comida de mar, voy a un lugar griego en Astoria que se llama Taberna Kyclades. Tienen el mejor pulpo grillado que comí en mi vida. También hacen un pescado entero que me encanta. En Queens también voy a un thai que se llama Sri Pa Pai. Y por donde yo vivo, que es el Lower East Side, que entre paréntesis es un lugar que está buenísimo porque es uno de los lugares de Manhattan que todavía tiene identidad, como en un lugar dominicano que se llama El Castillo de Jagua. Todo viene acompañado de frijoles y arroz, y es muy barato. Otro lugar que me gusta mucho es restaurante japonés que no es para nada fancy, no aceptan reservas, se llama Tomoe Sushi; queda en West Village. Me encanta sentarme en la barra, comer y conversar con el sushiman. Por lo general, no me interesa cómo se ve el lugar, el plato lo define. Si el plato es bueno, salgo con una sonrisa.
«Soy re foodie, para mí la comida es muy importante. Pero no me gustan mucho los lugares elegantes para comer. Voy mucho a Queens, que es cosmopolita: en una misma cuadra hay un filipino, al lado de un indio, al lado de un chino, al lado de un tailandés.»
¿Te imaginás volviendo a Argentina en algún momento?
Viajo todos los años dos veces. Yo nací y crecí en Buenos Aires y soy muy porteña, de Caballito. ¡Soy bien de barrio! Me encanta Buenos Aires. Lo que sale de Buenos Aires a nivel creativo es fabuloso y es muy aclamado en el resto del mundo. Pero con mi trabajo es difícil… con la moda pasa algo complicado: no se produce desde la identidad latinoamericana, sino que se copia lo que pasa afuera, en Europa, por esa idea tan argentina de mirar a Europa y querer ser Europa. Y eso es obsoleto. Me aburre. Somos latinoamericanos, esa es nuestra identidad.
Todas las fotos: gentileza Tati Cotliar (desde N.Y)