Es bien sabido que Nueva York es fiestera y adora celebrar fechas importantes, como Halloween, Thanksgiving y Navidad. Ansiosa por defecto, la ciudad comienza sus preparativos con mucha anticipación, decorando las calles, las casas y las vidrieras de sus locales. Pero Navidad es la reina indiscutida, y ya desde fines de octubre se comienza a palpitar su llegada.
El 29 de octubre es, desde 2002, la fecha inaugural de la temporada de invierno o de Navidad (porque acá son sinónimos, claro). Es el día que Bryant Park, el parque detrás de la Public Library, se transforma en Winter Village, una suerte de mercado abierto que reúne en una cuadra todo lo que significa un invierno neoyorquino: una pista de patinaje sobre hielo; más de cien puestitos que de ropa, objetos de diseño y decoración; y propuestas gastronómicas variadísimas que dan la vuelta al mundo. Además, cuenta con el restaurante pop-up “Public Fare”, liderado nada menos que por el fundador de Shake Shack, las burgers más populares de Nueva York.
«Una suerte de mercado abierto que reúne en una cuadra todo lo que significa un invierno neoyorquino: una pista de patinaje sobre hielo; más de cien puestitos que de ropa, objetos de diseño y decoración; y propuestas gastronómicas variadísimas que dan la vuelta al mundo. Además, cuenta con el restaurante pop-up “Public Fare”, liderado nada menos que por el fundador de Shake Shack, las burgers más populares de Nueva York.»
Nacido para imitar los mercados navideños a cielo abierto de Europa, Winter Village se distingue por ofrecer la única pista de patinaje gratuita de la ciudad, compitiendo directamente con la del Rockefeller Center y la del Central Park. “The Rink”, como la llaman, no solo es una excusa para calzarse los patines y creerse en una película yankee sino que también ofrece clases a principiantes y patinadores avanzados, además de proyectar películas temáticas protagonizadas por el entrañable Charlie Brown.
A su alrededor, y entre las lucecitas blancas que cruzan el cielo y adornan arbustos y árboles, hay un sinfín de boutiques de vidrio que simulan ser joyeros. Se pueden encontrar cuadros, objetos de cerámica, velas, artesanías, relojes en miniatura, tés, importaciones de la India, bijou, libros de Strand Bookstore y mucho, mucho más. Ideal para recorrer las hileras con un chocolate caliente en mano o un pepino frito, para los valientes que gustan de este típico bocado local.
«Sobre la calle 40th están los puestos de comida, y hay tantas opciones atractivas que más vale ir con hambre. Hay hamburguesas, bagels, crêpes, tacos, arepas, pollo en cucurucho, pizza, empanadas, papas fritas rústicas, albóndigas, sándwiches, falafel y más.»
Sobre la calle 40th están los puestos de comida, y hay tantas opciones atractivas que más vale ir con hambre. Hay hamburguesas, bagels, crêpes, tacos, arepas, pollo en cucurucho, pizza, empanadas, papas fritas rústicas, albóndigas, sándwiches, falafel y más. De postre hay exquisiteces como churros rellenos con Nutella, helados, macarones, galletitas con chips de chocolate, brownies, donuts, y la lista continúa. Los más friolentos pueden encontrar refugio en “Public Fare”, ya mencionado, donde se puede desayunar, almorzar, comer unos snacks o tomar unos cócteles.
Después de la degustación hipercalórica una buena idea es dar unas vueltas sobre el hielo escuchando jazz de fondo, visitar la biblioteca con su restaurada sala de lectura principal o caminar por la Quinta Avenida y admirar las vidrieras decoradas.
MÁS INFO:
La pista de patinaje sobre hielo estará abierta hasta el 5 de marzo de 2017 y los locales boutique, hasta el 2 de enero.
http://www.wintervillage.org