El pulso de la viticultura argentina lo marcan los productores que se animan a embotellar el viñedo: vinos transparentes que hablan del lugar, su clima, su suelo y su gente. ¿Imaginan percibir toda esa energía en una copa? Les presento siete vinos que son un básico para entender el carácter hoy de los viñedos en Argentina.
Juan Pablo Michelini – viticultor y músico – esta porfiado en mostrar la mejor versión de los Pinot de Montaña. De viñedos en la mendocina Gualtallary, esté hecho en huevos de hormigón y no tiene paso por madera; es un vino fresco y vibrante , donde la acidez construye un río imaginario donde el jugo de fruta roja crujiente se sumerge a nado entre las rocas minerales. Un vino para seguir de cerca , que crece en calidad con cada nueva añada.
Una «bonardita» de Valle de Uco hecha a la manera del Beaujolais o mejor dicho a la manera de Matias Michelini -viticultor transgresor y progresista – quien logra a mi gusto uno de los vinos del año en Argentina, tan fácil de beber que un deportista podría hidratarse con él. Fruta roja, bajo alcohol y cierta salinidad lo hacen el vino mas fácil de beber que he probado en Argentina. Bien fresco para compartir con amigos.
Este Malbec raro nace de un viñedo en San Pablo a 1.400 mt de altura, donde el clima más frío que en otras zonas de Mendoza deja su huella: austeridad bajo contenido alcohol 12.5º y una acidez natural, fresca y chispeante, en su juventud está dominado por la fruta roja y la hierva delicada. A mi gusto posee un potencial evolutivo único apoyado en la tensión de su acidez y su perfecto equilibrio. Para descubrir en los próximos años, guarde algunas cajas y tendrá la recompensa de tener un vino distinto donde la sutileza es todo.
La variedad Tannat , oriunda de la región Madiran en Francia y muy ponderada en el Uruguay, también se encuentra en Argentina, las viñas viejas de Cafayate hablan del potencial de la región para esta cepa que suele dar vinos de estructura voluptuosa y taninos recios, ideal para los asados machotes. En la Finca el Retiro los viejos parrales de Tannat muestran su mejor versión siendo una de las estrellas de la región del norte. El inquieto enólogo Mariano Quiroga , se ha jugado con una versión amable de esta cepa y logra un jugo de fruta tan fresco y bebible que me animo a decir que este es el tannat mas fácil de beber del Cono Sur. Su excelente precio lo convierte en un vino para todos los días.
La variedad Merlot no pasa por un momento de celebridad, lejos de ser tendencia tal el caso del Cabernet Franc o el Pinot Noir. Pero en esta búsqueda de vinos transparentes , puros y exponentes de un viñedo no podía pasar por alto uno de los pocos Merlot sin madera de la Viticultura Argentina. La familia Biondolillo , de varias generaciones de viticultores en Mendoza , ha sabido interpretar el carácter del terruño de Anchoris, un viñedo perdido entre Lujan de Cuyo y Valle de Uco en la ruta 40. Su Merlot cautiva por su simpleza , frutal herbal y de una textura perfecta en boca, pura sutileza. Se bebe muy bien de aquí a 10 años. Por su precio amable vale la pena tenerlo para todos los días.
El enólogo Eduardo Soler puso en valor una viña vieja en República de Chachingo , Mendoza, feudo del winemaker Ale Vigil. Su garnacha es una sorpresa muy grata para la nueva corriente de vinos de Argentina , los de máxima drinkability , una garnacha que no tiene nada que ver con los vinos musculosos producidos en Priorato-España o Chateauneuf du Pape-Francia , sino mas bien con los vinos que se vienen , vinos para beber sin pausa y sin pompa, para que nadie te chamuye con aromas o extravagancias. Es un jugo de cerezas de hermosa acidez , factor clave en la «bebebilidad» de los vinos. Un tinto con peso de blanco. Beber fresco a 13º de temperatura.
Esta variedad originaria del Jura en Francia fue plantada en Río Negro desde principios del siglo pasado. En viñedo abandonado del 1977 , en Guerrico , Marcelo Miras pico en punta y lo elaboro como el Beaujolais Nouveau, ese vino tinto ligero frutado y fresco que tanto se bebió en los 80 y 90 en Argentina. Este vino fue evaluado por el sommelier Martín Bruno (Tegui). Es un vino que combina notas de frutas de arbusto frescas, frambuesas, grosellas, una acidez muy jugosa y el toque herbáceo justo para realzar la frescura. Nada de madera, para dejar que el terroir y la variedad se expresen en todo su potencial. Para tomar bien fresco en una tarde de sol, con una picada de quesos y fiambres mientras se prepara un asado. Se hacen muy, muy pocas botellas por lo que no es fácil de conseguir; no hay que dejar pasar la oportunidad de probarlo. e