¿El falso Palermo? Villa Crespo, pegadito a las infinitas movidas que su barrio hermano ofrece, está comenzando a recuperar el spotlight que se le robó. Novedades foodies originales, cadenas reconocidas que se reservaron un espacio, y un recorrido arty que amerita un plan de fin de semana. Como es costumbre, desde Maleva salimos a recorrerlo esquina por esquina, investigando sus nuevas aperturas. ¿El resultado? Esta selección de sus mejores 5 novedades, y, de yapa, ilustraciones de cada una.
Un rincón francés que, casi sin esfuerzo, se convirtió en uno de los mejores cafés de especialidad de la zona. Y uno de los más cool también. Además de su ambiente súper agradable, de las mesitas recicladas, de la buena onda de quienes te atienden, de su pastelería casera y de sus cafés increíbles; también cumple con la cuota arty y aloja una muestra fotográfica cada dos meses. Su dueña, francesa y fanática de la onda retro, creó una coordenada entre bohemia, vintage y canchera que, además, es deliciosa y por la que vale la pena acercarse a la zona, aunque no seas de por ahí.
Para tomar, su oferta cafetera (colombiana) va desde clásicos como expressos o cappuccinos –súper recomendado – hasta flat white (también con leche de almendras) o café glacé. Y, acompañarlos con algún platito pastelero y casero, es casi mandatorio. Una de las preferidas es la de chocolate sin harinas, aunque quienes somos más fanáticos de lo salado nos vamos a tentar con su croissant de jamón y queso o sándwiches. Todo entre paredes descascaradas, lámparas colgantes, colores pasteles, sillones antiguos, madera. Las ganas de quedarse sobran.
Una propuesta por demás de original y canchera desembarcó en el barrio en cuestión y atrajo desde turistas hasta porteños de todas las edades. Porque una visita a Vico Wine Bar es inminente para amantes del vino y la buena gastronomía. Obvio, esto es para ocasiones especiales, para una noche distinta de degustación y tapeo gourmet. No es un bar de todos los días, pero a eso apuntan. La idea es así: te dan una tarjeta a la que se carga todo lo que tomes y, en wine dispensers italianos, elegís tu vino, tu medida – degustación, media copa o copa entera – tocás el botón y llenas tu copa. Sí, nada de mozos, acá la movida es vino por copa, self service y una experiencia original y de calidad.
“Los nuevos wine bar estamos trayendo la posibilidad de tomar varios vinos por copa de buena calidad, pero en lugares más relajados, sin tanto protocolo y a buenos precios. La idea es acercar el vino tanto a personas que sepan como a quienes disfruten de una copa solo porque les gusta”, nos cuenta Pablo Colina, socio del espacio. Y con esa vuelta millennial a la bebida de la uva, también acompaña el bar: sofisticado y elegante, pero canchero.
Como acá no se deja nada librado al azar, la carta foodie también es algo que da que hablar. La posta está en pedir para compartir, y en tener un paladar que se anime a lo agridulce, a la carne, al pescado, y a lo gourmet. Las mollejas crocantes con encurtidos agridulce y emulsión de pepinos y peras la rompe. Otra bomba es el cordero braseado con gnocchi de queso manchego, y un clásico que sale mucho también son las selecciones de quesos y fiambres.
Una fábrica canchera podría ser una simple pero efectiva manera de describir la onda de Valk. Por fuera, un lugar más. Por dentro, un garaje cervecero que se convirtió en un éxito en muy poco tiempo. Entre chapa, hierro, techos altos y barriles vas a encontrar lucecitas, foodtrucks, mesas de madera y mucha, mucha birra. Su primera sede está en pleno Palermo, y esta, su segunda, abrió hace un par de meses transformándose en un clásico bunker cervecero para quedarla de after office o para conocer el finde entre amigos.
Las veinte canillas de birra artesanal están expuestas y muy bien explicadas – color, porcentaje de alcohol, y más – así que, además de probar, vas a poder aprender un poquito más de este mundo. Las opciones van desde Porter, red haze, Brown ipa, black honey y más. Incluso hay una con jengibre y otra con whiskey. Pero ojo, no se trata solo de birra, porque su menú gastronómico lo convierte, también en una gran opción de almuerzo. Tremendísimas hamburguesas (¿cómo no?) como la “Argentino” con bondiola de cerdo, morrón asado, provolone, cebolla, huevo a la plancha y salsa ranch; sándwiches, clásicos para picar – no faltan las papas bravas o los nachos – y ensaladas que saben tentar a varios.
Una cadena de renombre que siempre supo dónde pararse eligió, para su última apertura, un rincón en Villa Crespo que promete ser una de sus sedes predilectas. Y eso que hay competencia (no nos olvidemos del hermoso spot que abrieron en el jardín del Museo de Arte Decorativo). Porque el Croque Madame de este barrio, además de su extenso menú para cualquier momento del día – con pastelería cafetería y opciones increíbles para almorzar o cenar – es un espacio por demás de lindo.
Mucha madera y verde – combinación infalible – muebles vintage, una máquina de coser y decenas de hilos de colores, una barra más moderna desde donde despachan los platos, y la joyita, una gran terraza bajo luces y copas de árboles. A la exitosa fórmula gastronómica que ya crearon, se le suma la belleza de esta sede y, como resultado, ya es difícil encontrar mesa vacía.
Imposible hablar de este barrio sin mencionar su fuerte y genial impronta arty. En poco tiempo, Villa Crespo se convirtió en la zona predilecta de las aperturas de galerías, dándole origen a un recorrido artístico con nombre y apellido que también se extiende hasta Palermo. Casi 30 spots que van desde talleres hasta galerías o centros culturales componen este recorrido, cuyo mapa podés ver acá: http://gallery.com.ar/palermo/mapa-palermo/.
Una de las coordenadas predilectas por la zona es la galería de Ruth Benzacar (Juan Ramirez de Velasco 1287), legendaria del arte contemporáneo. Una sala del más puro blanco y minimalista se esconde detrás del timbre y la gran puerta de hierro. Detalles con frases en madera o metal son paradas para la reflexión – y la foto, por supuesto –, creados por artistas argentinos tanto establecidos como emergentes que toman sus paredes. Otras de las opciones arty por el barrio son la galería de Nora Fish, Arte x Arte, y más. Una jornada de fin de semana por estos pagos no viene nada mal, ¿no?
Luciana M. Schnitman se recibió de Diseñadora de Indumentaria en la Universidad de Palermo y por varios años trabajó en el mundo de la moda. Hoy, entre otras cosas, se dedica a uno de sus grandes amores: el dibujo. Es ilustradora freelance y principalmente arma cuadros por encargo, personalizados, con un proceso absolutamente artesanal. También da clases. ¿Qué es, para ella, el dibujo? En pocas palabras, una herramienta expresiva y comunicacional súper rica; una manera de buscarnos, encontrarnos y plasmar algo de nuestro universo interior, afuera. Defensora férrea de la idea que las artes expresivas no son solo creadoras sino también sanadoras, finaliza en poquitos meses su formación en Counseling a través de las Artes Expresivas.
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