UNA VISITA AL NACIONAL: LA NUEVA MECA GASTRONÓMICA DE BARCELONA (MALEVA EN ESPAÑA)

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La barra de cócteles con las espectaculares vitrinas donde se exhiben botellas de todo el mundo

 

UNA VISITA AL NACIONAL: LA NUEVA MECA GASTRONÓMICA DE BARCELONA. POR GONZALO SÁNCHEZ SEGOVIA DESDE BARCELONA (TEXTO Y FOTOS).

En el número 24 bis del Passeig de Gràcia, en el centro de Barcelona, hay un callejón apretado entre dos edificios. Parece un pasaje que une dos calles, pero sólo quienes se animen a cruzarlo se encontrarán, al fondo, con la fachada de una construcción antigua y su puerta alta de vidrio. Afuera, hay personas que entras y salen, esperan y charlan. Adentro parece que hay una fiesta. 

CUATRO RESTAURANTES Y CUATRO BARRAS BAJO UN MISMO TECHO

Se trata de El Nacional, un gran polo gastronómico que abrió sus puertas en octubre de 2014 y que en tres meses se convirtió en un éxito total entre los barceloneses y los turistas y en la nueva coordenada gourmet imperdible de la capital catalana. Con capacidad para 770 comensales, la característica muy original de este lugar es que está formado por cuatro restaurantes y cuatro barras, cada uno con su espíritu, espacio y especialidad, pero todos bajo el mismo techo. “Un restaurante de restaurantes —así lo definió Gerard Subirats, quien ideó el proyecto—. Es como una escenografía de teatro que muestra distintas experiencias gastronómicas. Podemos catalogar cada espacio como una sub experiencia con carácter propio dentro de la sala, determinada por el tipo de producto que se escoge: carne, pescado, tapas…”.

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La entrada al Nacional está en el 24 bis del Passeig de Gràcia, en el centro de Barcelona

 

«Abrió sus puertas en octubre de 2014 y que en tres meses se convirtió en un éxito total entre los barceloneses y los turistas y en la nueva coordenada gourmet imperdible de la capital catalana. Con capacidad para 770 comensales, la característica muy original de este lugar es que está formado por cuatro restaurantes y cuatro barras.»

El antiguo galpón donde se encuentra El Nacional fue construido a finales del siglo XIX con fines industriales, pero, a pesar de eso, entre 1870 y 1900 fue un café-teatro. También funcionó como fábrica de telas y de tintes y más tarde fue el primer concesionario de autos de la ciudad. Después de la Guerra Civil se transformó en estacionamiento y el edificio cayó en el olvido, hasta este año, cuando fue inaugurado.

UN EDIFICIO DEL SIGLO XIX RECICLADO CON MAESTRÍA

El edificio es protagonista y completa la experiencia gastronómica. Lo único que conserva de la construcción original, además de la fachada, es el techo, una estructura de quince bóvedas rebajadas conocida como volta catalana, la última reminiscencia de su pasado industrial. Para la restauración se utilizaron materiales de toda España: maderas y cristales de Galicia, cerámicas y baldosas de Valencia y mimbres de todo el territorio. Al cruzar la puerta se entra a un recibidor lleno de plantas que divide dos mundos: afuera Barcelona, adentro, El Nacional.

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Cada rincón del Nacional se convirtió en un lugar de encuentro de amigos

 

EL PUNTO DE ENCUENTRO DE MODA EN BARCELONA

Un hombre y una mujer toman una copa en un rincón más íntimo. Varios amigos brindan con sus jarros llenos de cerveza, acodados en la barra. Los mozos del restaurante de tapas subastan a gritos los platos calientes que llevan en sus bandejas. Hay hombres de traje que llegaron en un plan más formal, para discutir algún negocio. También grupos de amigas y amigos.
El Nacional es eso: un lugar para reunirse. La cita, además, es a comer y beber. Cada uno puede elegir lo que le guste, sentarse en restaurante o, ¿por qué no?, recorrer y degustar un poco de cada espacio. El diseño del interior es exquisito. Del techo y las columnas cuelgan helechos. El mobiliario y especialmente las lámparas y arañas, es impresionante. Todo inspirado en la arquitectura modernista de las décadas de 1930 y 1940, y con algunos toques que recuerdan a Ciudad Gótica. La iluminación, tenue y cálida, perfecta, hace que uno se sienta cómodo a la hora de elegir dónde sentarse.
 

opciones para todos los paladares

El recorrido puede empezar en el corazón de El Nacional: una gran isla partida en dos. De un lado, la barra donde sirven caña (como le dicen a la cerveza en España) y tapas: aceitunas rellenas, jamón ibérico de bellota, quesos y mariscos. Un binomio perfecto que no falla. En el otro extremo de la isla está la barra de vino, con una selección de tintos, blancos y rosados, una buena manera de despertar los sentidos.

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La barra de vinos y embutidos

«Al fondo, está la barra de ostras y champagne (o cava, como le dicen en Cataluña), señalada por una enorme araña circular, uno de los espacios más distinguidos de El Nacional. Se pueden elegir entre tres variedades de ostras: francesas, gallegas o mediterráneas. También hay caviar, salmón noruego ahumado o atún rojo del Mediterráneo.»

Quienes prefieran algo liviano pueden dirigirse a La Paradeta, que ofrece delicatessen y un servicio rápido. La especialidad son las cocas —parecidas a una pizza, pero que también pueden ser frías—, las ensaladas y los sándwiches. Más informal, La Tapería tienta con tapas frías, como ensaladilla rusa, salpicón de pescado y marisco o sardinas en escabeche, mientras que los mozos se pasean con las tapas calientes —arroces, guisados, patatas bravas, croquetas de jamón, tortilla de bacalao, por ejemplo— y las subastan.
Los platos fuertes están en La Braseria, donde todo gira en torno a la carne, que se cocina en el momento a las brasas, a la plancha o en horno de barro. Entre las especialidades están el chuletón de ternera, el steak tartar de ternera picado a mano o el ossobuco de buey guisado al vino de León.
Pero lo que si se busca es pescado, La Llotja es el espacio mediterráneo por excelencia, con una carta capitaneada por la pesca del día, que puede pedirse al horno, a la brasa, a la plancha, al vapor, a la parrilla o frita. Entre las especialidades hay dorada a la sal de la espuma de mar de Formentera, y clásicos, como la paella de pescado y marisco o el fideuá con alioli.

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La Llotja, el restaurante especializado en pescados y comida mediterránea

 
Al fondo, está la barra de ostras y champagne (o cava, como le dicen en Cataluña), señalada por una enorme araña circular, uno de los espacios más distinguidos de El Nacional. Se pueden elegir entre tres variedades de ostras: francesas, gallegas o mediterráneas. También hay caviar, salmón noruego ahumado o atún rojo del Mediterráneo.
La noche puede terminar en la barra de cocteles. Ambientada como un bar de los 40, la enorme vitrina con botellas y los taburetes le dan un aire privado y relajado. A los cocteles clásicos se le suman otros de autor, como “El Nacional” (ron, manzanilla, lima, menta y burbujas), el “Hemingway Special” (pomelo, ron y maraschino) o el “Azteka” (ahumado con mezcal y especiado con canela y regaliz).
Lo cierto es que para recorrerlo completo hace falta más de una noche. La oferta es enorme y todo tienta. El Nacional es, como dice su creador, la escenografía perfecta para descubrir la gastronomía de Cataluña y el resto de la península. Maleva lo confirma.

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