UNA NOCHE EN NICKY HARRISON: EL SPEAKEASY MÁS EXCLUSIVO (Y ENIGMÁTICO) DE BUENOS AIRES

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Los bartenders Américo, Gon Cabado y Seba García, en una barra pensada como un laboratorio de cócteles premium

 

UNA NOCHE EN NICKY HARRISON: EL SPEAKEASY MÁS EXCLUSIVO (Y ENIGMÁTICO) DE BUENOS AIRES. POR VALENTINA RUDERMAN. FOTOS: LUJÁN AGUSTI.

Salir del micro mundo de Nicky Harrison y no pasar semanas contando la experiencia a cualquiera que se nos cruce por la rutina es todavía más difícil que guardarse las ganas de volver al día siguiente. Es que en la era en la que muchos parecen vivir solo para poder postearlo en las redes sociales, el speakeasy que se esconde en Nicky NY Sushi en Malabia 1764 ya se instaló en el circuito porteño casi sin dejar huellas en Instagram. Mucho se comenta pero poco se sabe de lo que pasa atrás de “la bodega”. Para Andrés Rolando, uno de los dueños, tiene que ver con que se opone a la dinámica actual de “mostrar, mostrar y mostrar”, y agrega: “Lo que importa es el momento que estás pasando, cómo te están tratando, qué estás tomando y si estás aprendiendo algo. ¿Es exclusivo? Sí. ¿Es genuino? También”.
Maleva fue a vivir Nicky Harrison de la N a la N y conversó con los que hacen que este oasis en Palermo Soho sea lo que es. La experiencia completa, a continuación.

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Andrés Rolando, uno de los dueños: anfitrionó a MALEVA

 

«No hay rastro de Nicky Harrison en Instagram (no se pueden hacer fotos) Para Andrés Rolando, uno de los dueños, tiene que ver con que se opone a la dinámica actual de “mostrar, mostrar y mostrar”, y agrega: “Lo que importa es el momento que estás pasando, cómo te están tratando, qué estás tomando y si estás aprendiendo algo. ¿Es exclusivo? Sí. ¿Es genuino? También”.

El primer acto de la obra de teatro empieza en la calle. Nicky, con su fachada oscura, tiene un perfil bajo, igual que su chef, Esteban Leira, quien fue la mano derecha del primer cocinero de Sushi Club hace 20 años, armó la carta de Azul Profundo, asesoró en Osaka y trabajó en Perú nutriéndose con la cultura nikkei.  Entre azulejos, mesitas de mármol y luz tenue, se disfrutan tablas en platos de piedra que le hacen un preludio magistral a lo que se viene después. Andrés nos cuenta que la idea inicial era poner una hamburguesería adelante y que el pasaje al bar fuera por un pasillo tipo frigorífico que incluyera media res colgando y todo.
Pero la propuesta trash y un tanto violenta no les cuadraba con el público argentino: “acá una mujer no se come una hamburguesa en un vestido de lentejuelas antes de entrar a un bar de lujo”. Casi por casualidad, en medio del proceso creativo apareció Esteban y la idea cerró por todos lados. El restaurante se llena todas las noches y muchos de los que van a comer vuelven a sus casas ignorando la existencia del bar, “nosotros no le decimos a nadie, sea un martes o un sábado. Preferimos que otro día se enteren y se sorprendan de haber estado ahí”. Pero cualquiera que reserve y se siente en Nicky puede pedir pasar a la bodega. Ahí es cuando arranca el segundo acto.

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Todo tipo de ingredientes en la barra

 

«Nicky, el restaurante que está al frente, se llena todas las noches y muchos de los que van a comer vuelven a sus casas ignorando la existencia del bar, “nosotros no le decimos a nadie, sea un martes o un sábado. Preferimos que otro día se enteren y se sorprendan de haber estado ahí”

El salón de Nicky Harrison está pensado para que el que entre pierda la noción del tiempo y del espacio. Y no es exagerado decir que eso se cumple tanto por la música, entre swing y jazz de la década del 20’, como por el trato familiar (Andrés dice que Seba García, jefe de barra y rey de los tiradores, conoce al 80% de los que vienen y se acuerda de lo que toman). Entre los retratos de las paredes, las lámparas, el piano y los muebles, los detalles nunca se agotan. El armado del bar tomó 7 meses en los que la arquitecta Paula Peirano, especialista en antigüedades, recolectó piezas claves como la barra, que pertenecía a una panadería uruguaya de 1910 y el piso de pinotea de 1920. ¿Por qué no mostrar un resultado tan impecable? “Porque hay una diferencia entre despertar interés y matar la fantasía”, responde Andrés y hace una analogía entre el bar y una función de una obra de teatro: “Todas las noches montamos un show para que la gente que venga no se vaya defraudada. Nosotros lo respetamos porque cada persona que trae a alguien quiere que viva la experiencia exacta. Nos debemos a eso”.
 

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Jazz y bandas en vivo son el soundtrack que más se escucha en el bar

 

«El salón de Nicky Harrison está pensado para que el que entre pierda la noción del tiempo y del espacio. Y no es exagerado decir que eso se cumple tanto por la música, entre swing y jazz de la década del 20’, como por el trato familiar (Andrés dice que Seba García, jefe de barra y rey de los tiradores, conoce al 80% de los que vienen.»

Lo cierto es que no poder sacar fotos se agrega a otros factores que hacen que en Nicky Harrison las conversaciones y las miradas fluyan de otra manera, como el hecho de que la música está en un volumen perfecto (sin ir más lejos, esta cronista pudo grabar las charlas sin tener que perder la audición en el momento de transcribirlas). Los miércoles y jueves suelen tocar bandas en vivo hasta la 1 y los viernes y sábados puede sonar un poco de jazz electrónico, pero la vibra no cambia.
Acá, como en el Nightjar y el Artesian de Londres, se piensa la barra como un laboratorio de cócteles premium. Entre las materias primas hay whisky japonés Yamasaki 12 años, Johnnie Walker XR, más de 15 botellas de single malts y arriba de 10 de gin. Entre los vasos y copas de cristal tallado, se llega a una intimidad del siglo pasado tanto con quien compartimos la mesa como con los que están del otro lado de la barra magistral.

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los tragos son excelentes y llegan con la acidez, temperatura, dulzura o potencia que el consumidor prefiera

 «Como en el Nightjar y el Artesian de Londres, se piensa la barra como un laboratorio de cócteles premium. Entre las materias primas hay whisky japonés Yamasaki 12 años, Johnnie Walker XR, más de 15 botellas de single malts y arriba de 10 de gin. Entre los vasos y copas de cristal tallado, se llega a una intimidad del siglo pasado.»

Para referirse a su orquesta, el equipo que se completa con Gon Cabado y Américo Borzone, Seba habla siempre en plural. Cuenta que son más de ir a bodegones “adonde además de tomar un vermuth te llevás la historia de un viejo que está sentado al lado”, que son detallistas y fanáticos de lo que hacen y que trabajan más en los valores de las personas que en los cócteles, buscando volver al charm que se descuidó en el afán de solo mejorar la técnica.
Ojo: los tragos son excelentes y llegan con la acidez, temperatura, dulzura o potencia que el consumidor prefiera después de ser asesorado por alguno de los tres mosqueteros. Pero el plus es lo que enamora. A Seba, su primer profesor de coctelería le dijo que hay dos cosas que no pueden faltar en un bartender: tiene que tener memoria y tiene que ser caballero: “sabemos que una señorita antes de venir puede haber estado una hora poniéndose linda, entonces lo valoramos con un halago”.

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En plena entrevista

«Seas turista o tengas membresía (no se entregan más hace tiempo), si venís dos veces te sentís exclusivo, pero si venís una tercera vez es porque se crea algo especial. Alguien atrás de la barra se acuerda qué pedís siempre y te va a querer sorprender”

De la otra punta de la barra, Gon agrega que el trago no es más que una excusa para generar la experiencia: “le prestamos mucha atención al concepto, la decoración y las tendencias pero preferimos saber que pasaron una gran noche y además tomaron algo rico. No enfocarnos solamente en el cóctel”. Sentarse en la barra puede terminar en Seba armándote un itinerario para tu próximo viaje y hasta pidiéndole al cantinero de un bar en Shangai que te reciba tan bien como él recibe a sus clientes cuando lo visitan. Sobre todo porque muchos de los que se fueron con sus consejos volvieron con un “¡che, ustedes están muy bien!”. De Nueva York, por ejemplo, conoció 15 bares en 10 días y se quedó más impresionado con Dead Rabbit y Angel’s Share. Eso sí, advierte que allá nos va a faltar calidez aunque estemos en pleno agosto.
En el último acto, se cumple la profecía de Andrés: “Cuando entrás te reciben con una sonrisa, te saluda alguien a los cinco metros, te atiende otra persona 10 pasos más adelante y terminás abrazado por los bartenders. Seas turista o tengas membresía (no se entregan más hace tiempo), si venís dos veces te sentís exclusivo, pero si venís una tercera vez es porque se crea algo especial. Alguien atrás de la barra se acuerda qué pedís siempre y te va a querer sorprender”. Mejor irse antes de que baje el telón y se aflojen los moños, que el show seguirá en cartel la noche de mañana y la de pasado también.
 

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