Lo hizo en la década de los 50 y lo sigue haciendo hoy. En la era donde reinan las selfies, los filtros para las fotos, y lo efímero; la fotografía está perdiendo lo que alguna vez la distinguió: permanencia en el tiempo. Pero el trabajo de Diane Arbus rompe con estos conceptos y nos obliga a detenernos y a descubrir tanto a los personajes que retrató como a ella misma.
En el principio es la primera exposición en Argentina de Diane Arbus, una de las fotógrafas más influyentes del siglo XX. Es también la primera vez que alguna institución latinoamericana realiza un intercambio con el Metropolitan Museum of Art (The Met) en Nueva York. Evidentemente, la exposición no pasa inadvertida, por eso en MALEVA queremos contarles de qué se trata in situ.
Las 120 piezas van a estar instaladas en las paredes del MALBA hasta el 9 de octubre, donde quien las visite conocerá pequeños y grandes retratos. Pequeños, porque las fotografías no tienen un gran tamaño, ni marcos ostentosos, ni fueron tomadas con cámaras de miles de píxeles. Grandes, porque el carácter de las imágenes trasciende el papel y obliga al espectador a detenerse y conectarse con la obra.
Algunas son curiosas, otras pueden transmitir tristeza, y también están las que hacen reír. Pero siempre vas a sentir algo. Esa es la premisa, el distintivo de la autora. No quiso mostrarnos solamente a un extraño en las calles de Nueva York, sino que quiso mostrarnos a una parte de la vida de ese extraño, una parte de lo que lo hace único. No es un personaje, es EL personaje. O como dijo ella: ¨lo divino en las cosas ordinarias¨.
Arbus comenzó siendo directora de arte en el mundo de la moda y su marido era el fotógrafo. En 1956 fue cuando adoptó a la fotografía como profesión propia, y durante los próximos 7 años, eligió a la ciudad de Nueva York como el escenario de su cámara de 35 mm, dando origen a la colección presente en el MALBA. En la misma, vemos su crecimiento y evolución profesional.
La investigación previa fue central en su trabajo. Similar a un periodista, se acercaba a la temática o persona a tratar con material e información que anotó en un cuaderno de notas. No dependía del encuentro fortuito, sino que buscaba esa conexión que su trabajo evidencia. “El papel de outsider curiosa de Arbus, con el tiempo fue perdiendo fuerza en favor del de una insider privilegiada”, comenta Jeff L. Rosenheim, curador de la exposición y curador en Jefe de Fotografía del Met.
«EL SUJETO DE LA FOTO SIEMPRE ES MÁS IMPORTANTE QUE LA FOTO»
Pero ¿a quiénes eligió plasmar en sus fotos? ¿Qué características tienen? Taxistas y transformistas, madres y nudistas, niños y señoras. La diversidad de las calles la transmitió en su trabajo. Lo que tienen en común es que todos se muestran con honestidad a través de su propia mirada y la de Arbus.
Para el curador, se distinguió notablemente de fotógrafos de su época que también se insertaron en las calles de Nueva York: “Todos desarrollaron estrategias para mantenerse apartados y desligados de las personas a quienes retrataban, convencidos de que, en tanto documentalistas, la legitimidad de su registro dependía de que jugasen un papel menor o ninguno en absoluto. Por contraposición, Arbus buscaba la conmoción de un encuentro personal directo: ‘Para mí, el sujeto de la foto es siempre más importante que la foto. Y más complejo’, escribió”.
PERO ¿QUIÉN FUE DIANE?
Si bien las fotografías no son autorretratos, la muestra habla de ella. El enfoque está ahí. No en su biografía, sino en su manera de percibir a las personas y en lo que motivaba su trabajo.
Las decisiones del curador con respecto a la disposición de las fotos fueron las mismas que tomó cuando se mostraron al público por primera vez en el 2016 en el Met. El espacio transmite sensaciones de intimidad y privacidad para reforzar la idea de acercamiento. Nos acercamos a la artista, a sus obras, y a quienes retrató. Luces tenues, columnas desordenadas y la falta de ventanas simulan un bosque donde los ¨árboles¨ sostienen, de ambos lados, las imágenes. ¨Vine más de 10 veces y siempre encuentro alguna que no vi antes¨, se sorprende Fernando Bruno, miembro del equipo de Comunicación del MALBA. Este constante descubrimiento es otro ingrediente central en la exposición. No es caótica, sino que es un desorden con sentido, como lo es, también, la mente.
¨Lo único que quiero es lo que no sé¨. ¨Una fotografía es un secreto sobre otro secreto. Mientras más te dice, menos sabes¨. Estas son algunas de las frases que Diane Arbus escribió, y que posan en lo alto de algunas columnas de la exposición. Ayudan a verbalizar y acompañar lo que nos cuentan también sobre ella las imágenes que capturó.
Quizás sin saberlo, la fotógrafa tuvo talento también con las palabras. Tanto es así, que otra decisión de Rosenheim fue la de no incluir ningún texto explicativo en las fotos. No hay teoría ni definición. Solo la imagen y el título con el que Arbus la bautizó, que según Bargas son ¨pequeños y cortos poemas¨.
LAS DIEZ FOTOS IMPERDIBLES AL FINAL
El recorrido culmina con una especie de premio al visitante, un broche de oro. Sobre la pared final posan diez de las fotografías más icónicas de la autora. Arbus las produjo entre 1970 y 1971, y pertenecen a una colección del SFMoMa, San Francisco Museum of Modern Art. Incluye sus famosos retratos cuadrados, como el de ¨Gemelas Idénticas¨, y ¨Gigante judío en casa con sus padres¨.
EL INTERCAMBIO CON EL MET: UN ANTECEDENTE PROMISORIO ¿SE VIENEN MÁS?
Victoria Giraudo, Coordinadora Ejecutiva de Curaduría del MALBA, le cuenta a MALEVA que el trabajo en conjunto con el Met fue muy fructífero y claro desde un principio: ¨La exposición, aunque parezca compleja por haber sido con el Met, fue todo lo contrario. Tratamos siempre con profesionales de primer nivel.¨ A su vez, anticipó que este primer acercamiento con el prestigioso museo newyorkino puede ser el primero de varios: ¨Estamos muy felices con el resultado de la exposición de Diane Arbus y ya comenzaron los diálogos en relación a posibles proyectos futuros«.
Fotos: Camila de Rienzo y gentileza MALBA