Solar del Trópico es el alojamiento estrella de Huacalera con un jardín increíble y mucha hospitalidad
El norte argentino es mucho más de lo que pensás, creéme. Es mucho más que montañas teñidas de arcoíris, clima seco y artesanías. Bueno, tampoco vamos a menospreciar sus paisajes majestuosos que hipnotizan con facilidad, pero lo que pasa es que, una vez que conocés sus pueblos, su gente y sus costumbres, entendés que las montañas comparten el protagonismo. Lo más valioso está en ese intercambio con locales y, obvio, el escenario ayuda para hacerlo más mágico todavía.
Conocer ese otro costado no es para nada difícil. En junio de este año, Airbnb lanzó en nuestro país lo que ya era un formato súper exitoso alrededor del mundo: las experiencias. Pluralizaron el concepto preexistente de conocer el destino de turno a través de los ojos de los locales. El primer formato es el que, posiblemente, ya conocemos todos: el alojamiento. Tan auténtico como se puede, parejas, familias o personas locales deciden abrir las puertas de sus casas a turistas y darles un hospedaje genuino y cálido. “Como en tu casa”, dirán algunos.
Y, con respecto a esta segunda pata novedosa que vendrían a ser las experiencias, el objetivo permanece. De nuevo, los locales abren sus puertas, pero esta vez para ofrecer un pedacito de su rutina, talento, cultura o costumbres. Un artista te cuenta sobre el arte que produce, su historia de vida, sus obras, la cultura local y, por qué no, te invita a ser parte y te enseña en un taller de pintura, por ejemplo. Un habitante de un pueblito en la montaña te lleva por sus calles de tierra perdidas y te enseña cada uno de sus significados. Mucho más de lo que cualquier información en internet te puede ofrecer, eso seguro.
¿La casa de tus sueños? Posiblemente. En el medio de la nada (de verdad), se alza una casona que, con muchísima modestia, se adueña de una de las mejores vistas que he visto en un alojamiento, y de un estilo tan bohemio como hermoso. Un jardín con flores por doquier, arte en cada pared, sustentabilidad al mango y un aire muy puro hacen a una estadía, como mínimo, especial.
Él es de Niza, Francia. Ella es de Jujuy. Se enamoraron, se fueron a vivir a Huacalera, y crearon un espacio con una impronta inmejorable. Entre caballos, perros, una huerta y el taller de arte de Remy, este oasis sabe muy bien de paz, belleza y hospitalidad jujeñas. Como si lo hubiesen hecho toda la vida, reciben a quien haya tomado la excelente decisión de elegir a Solar del Trópico como casa en lo que dure el viaje.
Y como sabemos que todo lector malevense es de buen comer, no está de más decir que recetas que fusionan las tradiciones andinas con toques franceses y una esencia casera son las estrellas de la mesa. Si de vinos se trata, ni lo dudes: andá por el Punta Corral.
Un pueblo que fue ganando cada vez más relevancia turística en Jujuy comenzó a competir con otros más populares por el spotlight. Tilcara deberá ser parte de tu próxima ida al norte, especialmente si te divierte saber más sobre la historia, cultura y visión local. Su joyita y, tal vez, por lo que se hizo tan conocido con el paso del tiempo, es el Pucará. Una fortaleza a 80 metros de altura con una historia más que interesante
La experiencia en relación a esta temática es la de Nelson, un personaje súper simpático, apasionado de las tierras jujeñas, licenciado en Historia e investigador de las comunidades indígenas de la quebrada de Humahuaca. Fiel creyente de que la historia se comunica a través de vivencias personales y experiencias “de los abuelos”, te va a llevar por las calles escondidas de este pueblito, por un museo y toda su trayectoria, hasta llegar al icónico Pucará. En el medio, tal vez tengas suerte y puedas escuchar sus dotes musicales – porque, como casi todos en Tilcara, pertenece a una banda de “sikuris” y toca en cada celebración y carnaval de la zona –, pero lo que sí vas a experimentar, seguro, es el contagio por el amor a su pueblo.
El arte sobra en la cultura local, y como fiel reflejo de la esencia del destino, las experiencias lo toman como protagonista. Las que vivimos desde Maleva fueron dos: artesanías y máscaras.
Conocimos el taller de Maby en una tarde lluviosa de Purmamarca. Nos recibió con mate, tortas fritas y una muy completa explicación de cómo extraen la arcilla del Cerro de los siete colores. Una cosa está clara: después de casi tres horas de crear una vasija 100% artesanal con nuestras manos, supimos valorar muchísimo más el laburo del artesano. El resultado de mucho esfuerzo y ayuda de la mano mágica – y paciencia ejemplar – de Maby, logramos piezas súper dignas y un souvenir más que especial.
La segunda tiene que ver con el carnaval que – erróneamente – se popularizó como “La Diablada”. Se trata de una festividad que empieza cerca de Semana Santa para la cual todos se disfrazan con máscaras, muchas de ellas hechas en casa. La experiencia en cuestión se trata, justamente, de hacer tu propia máscara inspirada en el carnaval. Los materiales y la base están sobre la mesa, lo único que queda es dejar fluir la creatividad y, tal vez, regresar a la infancia en la cual las manualidades eran cosa de todos los días.
Fotos: Leila Lorusso, Airbnb.