Un eclipse, un papelito, una birome y un encendedor


Un eclipse, un papelito, una birome y un encendedor
Por Luciana Schnitman
Pasó a buscarme a la hora prevista. Teníamos una cena. Cuando llegó yo estaba todavía arriba, cambiándome. Apurada, tiré todo lo que creí que podía llegar a necesitar adentro de una cartera y corrí rumbo al ascensor para no hacerlo esperar (o al menos hacerlo esperar lo menos posible).
Había sido un día agitado, dentro de un mes particularmente movido, dentro un año agridulce (intenso por donde se lo mire). Me subí al auto y arrancamos, rapidito. Estábamos llegando tarde. Con la ventana baja y el humo del cigarrillo como testigo comenzamos a contarnos un poco de todo. Arrancó el; y yo, que venía con la cabeza en las nubes, escuchaba algo así como un murmullo. Un enjambre de palabras que iban armando oraciones que parecían estar lejos. Muy lejos. Hasta que algo me llamó la atención, el volumen subió, las palabras se volvieron nítidas y escuché lo siguiente: “(…) y a la tarde, con el eclipse, hice eso del papelito.”
-¿Qué papelito?- le pregunté, sorprendida e intrigada.
Si hubiese estado más conectada con mi entorno aquel día me hubiese enterado que a las 17:35- hora argentina- iba a tener lugar un eclipse total de sol. Hubiese sabido que desde acá (Buenos Aires) no iba a poder verse y que solo iba a ser visible, parcialmente, desde algunas zonas del sur del país y también desde la Antártida.
¿Qué papelito? ¿Qué hiciste? ¿Qué había que hacer? ¿De qué me perdí?– insistí, ansiosa.
No sé, eso que compartió Mery en Facebook…
¡Listo! No había tiempo que perder. Mientras él terminaba su cigarrillo agarré mi teléfono y me puse a investigar, a toda velocidad. En el muro de Mery (personaje entrañable si los hay, que suele compartir información nutritiva para el alma), leí: “Hoy. Eclipse solar más Escorpio alrededor. Momento de reflexionar sobre lo que queremos que desaparezca de nuestras vidas. ¿Qué queremos iluminar? ¿Qué queremos que salga a la luz? Muerte y renacimiento. A las 17:00 escribir en un papelito lo que no queremos más y después prenderlo fuego (…).”
Pausa. Confusión. Pucherito sutil. Reclamo.
¡Yo no sabía! ¿Cómo nadie me avisó?- pregunté, con cara de pollito mojado.
El reloj marcaba las 22:00 y estábamos llegando a destino. Mientras tanto, brotaban en mi mente distintas cosas que deseaba dejar atrás. Una tras otra, sin pausa, a borbotones. No sabía qué hacer. Evidentemente no podía volver el tiempo atrás y lejos estábamos ya de las 17:00. Tras evaluar la situación un momento comprendí que no tenía nada que perder. Saqué mi cuaderno de la cartera (ese que uso para anotar pensamientos varios y hacer dibujitos), agarré una birome y volqué sobre un pliego, con firmeza, distintas cosas que quería soltar.
(atentos: la anécdota sigue en el próximo post)