Arte, naturaleza y mucha creatividad. Esas son las tres premisas básicas. A pocos minutos de la ciudad, más precisamente en La Horqueta, se percibe algo que poco tiene que ver con la urbe. Hay un espacio que tiene algo de rusticidad y mucho de paz y libertad. Un lugar adornado de colores vivos, aromas y una energía especial. Allí vive y trabaja Cecilia de la Fournière, florista y artista que hace unos años creó Metamorfosis Floral, un concepto nuevo en el mundo de las flores. “La idea acá es hacer diseño dentro de lo que son las flores, ir más a lo que es el Land Art o arte efímero en la naturaleza” explica Cecilia en un tono apacible que se acomoda perfectamente en la tranquilidad del lugar. En una soleada mañana primaveral, Cecilia recibió a Maleva para charlar – y también reflexionar – acerca de su infancia en Río Negro y su larga estadía en Europa, el arte, el folclore y sí, claro, del lindo mundo de las flores.
Te criaste en una chacra de Río Negro, rodeada de naturaleza. Viendo en retrospectiva, la idea de Metamorfosis Floral que busca conectar con la naturaleza se remonta a tu infancia, ¿no?
Sí, ¿y sabés de que me di cuenta? Que estoy trabajando al aire libre y al no tener vidrios, no tener puertas, el hecho de estar afuera me hace muy bien. O sea, es eso, no estoy en una oficina encerrada, ni detrás de un ordenador. Bueno, un porcentaje del tiempo sí, pero el estar afuera es lo mejor para mi, incluso en invierno o en pleno verano. Me da una sensación de más libertad. Tiene que ver con que el límite está un poco más lejos. Sí, supongo que tiene que ver todo un poco con mi crianza.
Estudiaste Bellas Artes, ¿por qué elegiste esa carrera?
No sé, supongo un poco que por mi habilidad manual, mi sensibilidad hacia lo visual. Y también porque en realidad es como un pie o un abanico que te abre a cualquier otra cosa.
Fuiste curadora de arte, ¿no?
Tuve una galería de arte, pero en realidad eso nació con una amiga colega de Río Negro que estudió Bellas artes conmigo con la que queríamos trabajar con artistas argentinos en Europa. Pero no era curadoría, eso suena muy ambicioso. Pero bueno, eran nuestros colegas de arte, nuestros profesores.
¿Por qué elegís la flor como forma de expresión artística?
Porque hay una sutileza. Estaba cansada de soldar, de tallar maderas que era como más rudo. Y después de mis hijos es como que me volví más femenina (risas) y la flor es algo estilizado, fino, liviano, efímero. Trabajar con la flor es una manera de trabajar con el color hecho, lo único que yo hago es combinarlo. O sea, desde el punto de vista artístico, es un descubrimiento del color. En Metamorfosis Floral la idea es hacer diseño dentro de lo que son las flores, ir más a lo que es el Land Art o arte efímero en la naturaleza.
«Trabajar con la flor es una manera de trabajar con el color hecho, lo único que yo hago es combinarlo. O sea, desde el punto de vista artístico, es un descubrimiento del color. En Metamorfosis Floral la idea es hacer diseño dentro de lo que son las flores, ir más a lo que es el Land Art o arte efímero en la naturaleza.»
Decís que las flores son perfectas porque te permiten pintar o fabricar colores. ¿Cómo es eso?
Sí, te permite trabajar colores cuando no están en pomo. La flor permite moverte en el color y es algo que acá lo descubrís. Cuando voy al mercado de flores me doy cuenta que hay algo que influye porque voy y compro lo que tengo ganas, empiezo a armar la gama y la paleta de colores. Es totalmente instintivo, difícil de explicar porque no lo puedo hacer racional. Por ese lado juego y está bueno. El pintor francés Paul Gauguin encontró su mayor inspiración escapando de los artificial y convencional cuando se fue a vivir a la Polinesia y entra en mayor contacto con la naturaleza.
¿Trabajás con el aroma además de los colores?
Es más difícil porque en la producción de flores, como en los alimentos, se fue perdiendo un poco. A veces la flor de corte no es la que tiene más perfume. Pero sí, está buenísimo trabajar con perfumes. Hice ramos con aromáticas pero no siempre consigo. Para Masticar del año pasado todos mis ramos tenían romero, menta, o sea, trate de trabajar con aromáticas. Pero no es fácil porque no conseguís productores que te vendan un fardo de romeros.
¿Cómo es un día de Cecilia de la Fournière?
Los días de mercado me levanto temprano, voy al mercado y cuando vuelvo con el equipo me pongo a distribuir. Por ejemplo, los miércoles están los abonados que son los que piden todas las semanas flores. Se empiezan a armar los pedidos y se discuten las ideas cuando hay cambios de diseños. Se arma todo y al día siguiente se lleva. El viernes es “Flores al paso” que es este taller lleno de flores donde a las diez de la mañana se abren las puertas y vienen vecinas, conocidas y desconocidas a buscar sus flores. Se arman sus ramos o vienen con sus floreros y se los llevan a sus casas.
¿En qué otro lugar encontrás ese remanso que te produce el mundo de las flores?
No, te lo fabricás. A veces te digo que llega fin de año, con tantos eventos que no hay remanso. Pero es verdad que esto es como un pequeño oasis y la gente lo percibe.Qué buscas transmitir con las flores?
La vida. Para mí en este momento es la vida, transmitir que está la vida y tenés que vivirla lo mejor posible. Uno trata de vivir de la mejor manera posible y ser feliz. Y la verdad que cuando puedo trabajar veinte horas en un día es porque hay algo que está bueno.
“La idea acá es hacer diseño dentro de lo que son las flores, ir más a lo que es el Land Art o arte efímero en la naturaleza” explica Cecilia en un tono apacible que se acomoda perfectamente en la tranquilidad del lugar. En una soleada mañana primavera»
¿Por qué decidiste llamar a tu proyecto Metamorfosis Floral?
Metamorfosis salió cuando en realidad no quería tener nombre propio porque no quería ser la florista Cecilia de la Fourniére. Me parecía que podía aportar mucho más un nombre que diera más lugar a trabajar en equipo, algo no tipo PYME sino sin estructura, algo circular en donde la gente que colabora conmigo pueda aportar lo suyo. De hecho Pablo fue florista quince años en Berlín, en Bremen. Caro viene de la parte de turismo. Céline es maestra jardinera y música. Creo que todos los que pasan aportan algo. Y todo se mezcla en la rutina de trabajo y eso es Metamorfosis Floral donde todos aportan y suman. ¿Qué flor no puede faltar en tu casa?
No, yo no tengo flores, cuando no hay no hay, no es que hay siempre.
¿No tenés una preferida?
No, porque además si no hay flores hay una hoja. En realidad una flor es como un detalle como decir “mirá que bueno que está esto” que lo podés hacer con cualquier cosa, con algo escrito. Es como un portarretrato que te recuerda a algo. Pero no tengo flores siempre en casa. A veces podés decorar con algo natural, unas nueces o unos tronquitos que te trajiste del sur o unas piedras y ya está, eso te transporta a otro lado.
¿Todavía se animan tu esposo, amigas o familiares a regalarte flores?
Y no, si sos chocolatero y te traen bombones es como que…(risas). Será por eso, me las estoy regalando yo.
¿Con qué flor o arreglo floral quedás siempre bien?
Mientras sea fresca la flor, podés poner una, y quedás perfecto. Recuerdo una vez que fuimos a una producción en lo de Juliana López May y ya había una parte donde había un montón de flores y de repente la veo a ella cocinando y en la ventana había una flor de su jardín. Así que le dije que teniendo ese jardín traer una flor del mercado no tenía mucho sentido. Le corté una, se la puse ahí en su lugar de trabajo y era la flor perfecta que la representaba mucho más que si yo hubiese traído rosas. O sea, una flor fresca, de buena calidad, siempre quedás bien.
¿Cuál es tu mayor satisfacción al final del día?Es quedarme acá en casa realimentándome de la energía que fluye acá, de la dinámica que hay que te hace llevar dieciocho horas non-stop. Es esa la satisfacción. Me asombra porque veo que no paré y todo fue fluyendo. Y para mi eso es la maravilla.