SUBLIME CACAO

 

Una cascada de chocolate, tan rica – y tan fuerte la imagen – que casi que duele
 

Sublime Cacao. Por Santiago Eneas Casanello.
“Después de ofrecer múltiples regalos de incalculable valor y uno de sus mejores palacios para aposento de Cortés y sus hombres, Moctezuma ofreció en vaso de oro a los visitantes la bebida más sagrada para los aztecas: el chocolote. En aquel tiempo, compuesto por una mezcla de cacao, maíz molido, pimienta, especias variadas y afrodisíacos naturales. El resultado era una bebida tonificante, energética y afrodisíaca.”
Hernán Cortés

No hay un alimento que a tres centímetros de la boca provoque tal expectativa de sensación sublime y que al ingerirlo ¿? ¿? Se paró el tiempo. Nada le gusta a todos los mortales – hay gente que le tiene fobia a la arena de la playa – así que una excéntrica minoría no coincidirá pero el chocolate es: el sabor perfecto. Lo rico por antonomasia. Sin embargo, esa certeza – ¿O garantía? – en un punto lo inmovilizó, lo dejó en el previsible bocado dulce. Por eso fue muy válida la experiencia que se vivió el viernes pasado, el 28, en el Palacio Duhau Park Hyatt de Buenos Aires, durante una nueva edición del Park Hyatt Masters of Food & Wine – el clásico festival gastronómico de esa cadena de hoteles de lujo – que estuvo dedicada al chocolate. ¿Por qué? Porque se lo sacó de la zona de confort y se lo llevó al planeta salado. Quince estaciones – mesas con distintos platos – diseñadas con el chocolate belga Belcolade que fueron maridadas con los mejores vinos. La mitad de las estaciones: platos salados – o más bien agridulces – con chocolate. El director de orquesta detrás de todo fue el Chef Máximo López May. Que haya sido un evento sofisticado, elegante en el sentido real, epicúreo, es lo propio de un hotel que suele ser elegido entre los mejores del continente. Pero más allá de eso, Maleva, que estuvo allí, realizó algunos apuntes, subjetivos como el paladar de este cronista: 

  • El risotto de chocolate blanco y coliflor estaba exquisito, a priori una combinación rara, pero que entraba con un equilibrio de sabores muy amable. Mucha gente repitió.
  • El chocolate y el aceite de oliva van bárbaro. Tampoco es tan previsible que el producto con el que rociás una burrata, una porción de pizza, más cercano en la cabeza a una situación de picada mediterránea, vaya bien con chocolate, pero así es: un agridulce genial.
  • Con el caviar – en bruschetta con pimienta rosada – lo mismo que con el aceite de oliva, es súper salado, pero el dulce del chocolate lo corta perfecto y queda algo muy rico. 
  • El chocolate blanco y el queso azul de oveja también, dos sabores fuertes, de contraste, que se combinan óptimo.
  • Ver como una cuchara de chocolate se derrite en un chorro de un chocolate amargo a mayor temperatura es una alquimia que conmueve.
  • Las trufas de coco rellenas de chocolate:  grandiosas. Las de las recepciones del embajador, empalidecen. 
  • El arroz con picante y cacao, interesante justamente por ser un plato de reminiscencias mexicanas. El chocolate – Chocolha le decían – era un brebaje estimulante de los mayas. Uno siente algo que pudo parecerse al gusto de platos con chocolate en Yucatán antigua. 
  • La cascada de chocolate para la fondue ¿Qué decir? Es como una imagen mitológica.