«Somos el nuevo Iguazú»: días de disfrute en el Pristine de Puerto Libertad, una propuesta escondida en un rincón sublime de la selva de Misiones

Seis «vilas» que son chozas de diseño y de lujo frente al río Paraná y lejos del turismo masivo/¿Qué saltos se pueden visitar?/Además: cocina misionera auténtica y la promesa de una hotelería de «triple impacto».

A media hora de Iguazú y frente a la costa del Paraguay. 

«Somos el nuevo Iguazú»: días de disfrute en el Pristine de Puerto Libertad, una propuesta escondida en un rincón sublime de la selva de Misiones. Por Leandro Vesco para MALEVA desde Misiones.

Un camino de lajas pintadas naturalmente por la tierra colorada desciende hacia la costa del Paraná penetrando la selva misionera con su encantamiento de tucanes y flores de colores intensos, palmeras pindó, güembes, guayabos y helechos lo abrazan. Puerto Libertad es un pueblo que esconde joyas ocultas a media hora de una de las maravillas del mundo, las majestuosas Cataratas del Iguazú. Cerca y lejos de ese brillo, sus habitantes conservan el estilo de vida “a lo misionero”, de andar lento y siempre con una sonrisa. El turismo masivo no ha llegado, aquí la selva se desnuda en sinfónicos cantos de chicharras y arrullos del saltos de aguas escondidos.

“Es el Nuevo Iguazú”, le dice a MALEVA Héctor “Bebe” Badino, a cargo de la Fundación Pristine, que tiene una red de Luxury Camps en Salinas Grandes (Jujuy), Calafate (Santa Cruz) y el flamante Pristine Iguazú, en la costa de Puerto Libertad.

«Palmeras pindó, güembes, guayabos y helechos lo abrazan. Puerto Libertad es un pueblo que esconde joyas ocultas a media hora de una de las maravillas del mundo, las majestuosas Cataratas del Iguazú. Cerca y lejos de ese brillo, sus habitantes conservan el estilo de vida “a lo misionero”, de andar lento y siempre con una sonrisa. El turismo masivo no ha llegado…»

La Main House es el punto de encuentro donde se disfruta la gastronomía misionera que tiene profundas influencias de la paraguaya (guaraní) y de la brasilera. El salón, es vidriado y en amabilidades proyecta una visión hipnótica: el río Paraná, que se desplaza con señorial carácter. Es un mar de agua dulce, enfrentada, la costa de Paraguay, también selvática y sugerente. Las radios captan programas de este país, y de Brasil. La señal de celular es de la red paraguaya.

El Pristine Iguazú abrió a finales del 2023, aún está germinado, pero ya es una de las joyas ocultas de Misiones. Seis “Vilas” están inmersas dentro de la selva, son chozas de lujo, islas de madera, vidrio y paja en altura rodeadas de espesa vegetación, palmeras y esa trama de tonos verdes vivos que respira, la jungla. En el deck tienen jacuzzis. Los interiores son amplios, acogedores  y la magia se produce en el despertar: frente al río Paraná y en el corazón de la naturaleza misionera. 

No hacen falta alarmas, la mejor notificación es el canto de las aves y el resplandor de los rayos solares entre las hojas carnosas y turgentes. Ruboriza comenzar el día así. “Buscan estar aislados, descubrir cosas nuevas”, define Badino el perfil de los viajeros que se confinan voluntariamente en este edén donde la presencia humana es una rareza.

“Nos gusta decir que somos el lado B de Misiones”, le afirma a MALEVA Juan Manuel Zorraquin, hacedor de nuevos proyectos para la Fundación y a cargo de la Posada Puerto Bemberg, a mil metros. Pristine está dentro de la reserva natural privada de ella. Mientras que en Puerto Iguazú los hoteles se colapsan, y las colas para entrar a las Cataratas son interminables, aquí todo es paz y calma. Si las 6 Vilas están ocupados, sólo pueden hospedarse 20 pasajeros, como máximo. Todos los días salen embarcaciones para el salto Yasí y las propias Cataratas…»

“Es mágica y simple: ves todas las estrellas”, dice Patricia Fornillo refiriéndose a la noche, es violinista de la orquesta filarmónica del Teatro Colón, y eligió Pristine para recuperar algo que no existe en la ciudad: el silencio. “Oír el agua que cae en un salto en la selva, es la mejor música”, afirma. 

La gastronomía tiene un papel central, entre los sonidos de la naturaleza, todos los aromas que se mezclan en la triple frontera y que se unen en el Paraná tienen espacio en el menú de Pristine. El desayuno abre con reviro, y una paleta de frutas de colores puros.

“Son las estrellas de esta tierra”, dice Carla Cañete, pastelera. Guayaba, pitanga, mango, jaboticaba, ananá, naranjas, maracuyá, y frutilla del monte, algunas de las frutas con las que hace mermeladas, helados, batidos detox y tortas. Nunca faltan dos elementos: el mbeyu y la chipa. En Misiones es sin acento y femenina, es reina y cortesana. La chipa es un monumento gastronómico comestible. Chipa soó, guazú, caburé, pirá. En guaraní, chipa es masa, y todo lo que pueda hacerse con ella, es válido y sabroso.

“Misiones es abundante y estamos en un espacio que tiene mucho de nativo, natural, sano y original para presentar”, dice Lucas Gómez, maitre del restaurante. “Pristine es un espacio de crecimiento”, agrega. Visitan a los productores locales para hallar los productos que irán a la mesa, pero antes los someten a una fase de experimentación. “Tomamos una materia prima y la procesamos en todas las versiones que podamos, dulce, salado, entrada, principal, postre, untable”, señala Gómez. En el almuerzo y la cena, se pueden descubrir y disfrutar estos hallazgos. Los sentidos se abren en un frenesí de sorpresas.

Los pasos presentan bori bori, ceviche de surubí, sopa paraguaya, mandio chiriry, crocante de molleja, un Wellington misionero, dorado y pacú, entre varias opciones. Una gema brilla con luz propia: la yaca, una fruta exótica consumida ancestralmente en la selva que tiene propiedades nutricionales que la vuelven un tesoro: se puede usar como reemplazo de la carne. Aquí se presenta en un plato con tres texturas. “Todo lo que llevamos a la mesa desde lo gastronómico tiene una historia, un por qué y una finalidad”, cuenta Gómez.

La cava es un sueño, es el único rincón oscuro en donde no penetra el iridiscente sol misionero. ¿Vino en la selva, con calor y a orillas del Paraná más intenso?: “Por qué no?”, contesta Gómez. Nacido en La Pampa, curador de la selección de etiquetas, destaca el puente que hace con su provincia incorporando vinos de “Bodega del Desierto”.

El desierto pampeano y la selva tienen mucho que contarse, son dos tierras de abundancias distintas”, señala el maitre y sugiere pinots, criollas, rosados, naranjos, y blancos. Por supuesto, desde el balcón o la piscina, delante del horizonte tropical los espumantes ganan terreno. “El calor hace que achiquemos el tanino y nos vayamos a la acidez”, afirma Gómez.

«El Pristine Iguazú abrió a finales del 2023, aún está germinado, pero ya es una de las joyas ocultas de Misiones. Seis “Vilas” están inmersas dentro de la selva, son chozas de lujo, islas de madera, vidrio y paja en altura rodeadas de espesa vegetación, palmeras y esa trama de tonos verdes vivos que respira, la jungla…»

“Nos gusta decir que somos el lado B de Misiones”, afirma Juan Manuel Zorraquin, hacedor de nuevos proyectos para la Fundación y a cargo de la Posada Puerto Bemberg, a mil metros. Pristine está dentro de la reserva natural privada de ella. Mientras que en Puerto Iguazú los hoteles se colapsan, y las colas para entrar a las Cataratas son interminables, aquí todo es paz y calma.

Si las 6 Vilas están ocupados, sólo pueden hospedarse 20 pasajeros, como máximo. Todos los días salen embarcaciones para el salto Yasí y las propias Cataratas. Conocerlas desde el agua y en formato más íntimo, es un viaje iniciático.

Trabajamos en el triple impacto”, dice Badino. La inclusión social, el desarrollo económico y el ambiental. “Buscamos potenciar la economía en las comunidades aledañas a nuestros Camps”, agrega. En Puerto Libertad la Fundación creó una escuela de hotelería, los egresados tienen pasantías remuneradas en la cadena Pristine y Puerto Bemberg. El 75 % de los empleados del primero son locales. Ellos pueden contar la historia, aromas y sabores mejor que nadie. “Nos gusta nuestro pueblo y la tierra colorada”, dice Cañete. “Somos el Nuevo Iguazú”, reafirma Badino, uno donde la pequeña escala es prioridad. “Vine a buscar soledad, y encontré un paraíso”, concluye Fornillo. 

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Fotos: son todas gentileza para prensa de Pristine.