De una vida con todas las comodidades a un año como guía de montaña en la Patagonia austral/Un libro de auto superación, rociado de sentido del humor y con camino ascendente, avistajes, amor y sacrificio/Conversamos con Vicky Blaquier y nos reveló que piensa escribir una trilogía/¿Cuál es su relación con el arte y por qué afirma ser super romántica (aunque no se crea el cuento de la princesa de Disney)?
Vicky Blaquier se propone escribir una trilogía. La segunda entrega: «una lady en Sidney».
«Siempre quise escribir mi historia»: entrevista a Victoria Blaquier, autora de Una Lady en la Patagonia. Por Azul Zorraquin (texto y fotos).
Victoria Blaquier, en su primera novela “Una Lady en la Patagonia”, plasma su aventura fascinante como guía de montaña en uno de los rincones más australes y paradisíacos del planeta: Torres del Paine. Desde un departamento en Recoleta “con mucha calefacción” y una vida llena de privilegios de “nenita bien”, como ella misma se denomina, aterrizó en un cuarto compartido, en una cabaña helada y “tenía que dormir con gorro”. En una historia de auto-superación, rociada de sentido del humor y con camino ascendente, avistajes, amor y sacrificio, Lady vira el timón de la vida “que se espera de ella”, para romper estructuras y descubrir una parte desconocida y valiosísima de sí misma.
«En Chile nadie sabía de donde venía ni quién era; es un prejuicio que existe en la ciudad. Lo que si sentí es que tenía que hacer un esfuerzo enorme, venía de vivir en lo de mis viejos en Recoleta con una calefacción a todo lo que da, y cuando llegué a Casa Río me moría de frío y dormía con un gorro. Mis compañeras me miraban estupefactas (se ríe)…»
Veo que en tus posteos de Instagram, presentás a los personajes reales de tu novela. ¿Es una historia autobiográfica?
Sí. La idea de compartir mi historia nació de manera natural y orgánica; siempre quise escribirla y publicarla. De todas formas, me daba mucho pudor hablar desde mi voz, y pretendía publicarla con un seudónimo, pero cuando firmé contrato con Penguin, que, además fue un sueño hecho realidad, el poder creativo se disminuyó al 50%. Hay una editora, un departamento de arte, una correctora, es decir, publicar en una editorial prestigiosa te abre un montón de puertas, pero dejás de ser la jefa. Charlando con la editora decidimos que saliera con mi nombre, que tiene bastante peso, y al final fue una lección de vida para mí de pronto sentirme más cómoda en mi piel, en mi nombre, y no renegar de dónde vengo y de la vergüenza de ser quien soy. En Argentina hay mucho resentimiento, y me han dejado comentarios del estilo “con plata cualquiera publica”, y yo… ¡No puse ni un peso!
Sin embargo la protagonista es “Lady” y no Victoria.
Exacto, es autobiográfico porque la experiencia fue real, pero no deja de ser considerado ficción porque la protagonista no soy yo.
Este lugar privilegiado del que venís, y del cual hablás en el libro, refiriéndote a vos misma como una “nenita bien”, imagino que te dio muchas oportunidades pero como todo, tendrá un lado B. ¿En qué le jugó en contra a Lady en Paine?
Justamente allá, me pasó lo opuesto. Fue una de las primeras veces en que sentí que estaba en una posición igualitaria con toda la gente que me rodeaba; vivía en la misma casa, hacía el mismo entrenamiento que mis compañeros, tenía el mismo laburo e incluso el mismísimo sueldo.
«Me fui con 26, volví al año y tardé tres años en escribirlo. En mi agenda me anotaba “siete day challenges” y me obligaba a escribir todos los días, aunque fuera un poco. Después tardé dos años en conseguir una editorial…me pareció muy loco que saliera tanto tiempo después, porque la que habla es mi voz de los veintiséis…»
¿Y cómo fue ser mujer y guía de montaña?
Había mucho igualitarismo; los hombres no cargaban más peso en la mochila ni hacían caminatas más largas. Obviamente, éramos menos guías mujeres y cuando te cruzabas con turistas se sorprendían y nos preguntaban qué hacíamos acá. Ahí pensaba, “wow”, pasé de ser una chica citadina a laburar para uno de los mejores hoteles, en el medio de la nada. Venía de una inercia y una rutina, yendo a los mismos lugares y frecuentando la misma gente, y sabía que había algo más y quise descubrirlo y probar mi fuerza fuera de mi zona de confort.
¿Porqué el libro se publica tanto tiempo después de tu experiencia en el Paine?
Me fui con 26, volví al año y tardé tres años en escribirlo. En mi agenda me anotaba “siete day challenges” y me obligaba a escribir todos los días, aunque fuera un poco. Después tardé dos años en conseguir una editorial, y después vino todo el trabajo de diseño, derechos, etc, sumado a un atraso por pandemia. Me pareció muy loco que saliera tanto tiempo después, porque la que habla es mi voz de los veintiséis. Alguien me preguntó: ¿Lo cambiaste? ¡Para nada! Si bien todo el tiempo estás creciendo, y cambian las ideas y la perspectiva, lo que viví en ese momento fue muy genuino.
¿Cómo creés que cambiaste, hoy?
Fue una experiencia muy de un antes y un después. Definitivamente no soy la misma; cuando volví a Buenos Aires la gente quería que yo volviera a ser quien era, porque los cambios cuestan, pero yo estaba muy reacia a hacer viejos planes. De la experiencia, me llevo mucho escuchar mi instinto, aunque me cuesta un montón. También me cambió dejar de explicarme o de someterme a la exigencia de lo que “mi familia o el otro esperan de mí”… Me doy mucho más libertad. De todos modos, es un libro al que creo que voy a volver toda la vida, porque no siempre soy así de valiente. A veces siento cero coraje y lejos de esa Lady, y quisiera volver ahí para recordarme todo lo que hay adentro mío.
«El otro día una persona me contó que se llevó el libro a un viaje a Tilcara, ¡Y esperaba que llegara la noche para leerlo! Lo subrayó todo, y me iba leyendo las partes que le habían gustado. Me emociona pensar que alguien en un viaje, conecte con mi libro. Me emociona y enorgullece…»
¿Qué repercusión tuvo el libro?
El otro día una persona me contó que se llevó el libro a un viaje a Tilcara, ¡Y esperaba que llegara la noche para leerlo! Lo subrayó todo, y me iba leyendo las partes que le habían gustado. Me emociona pensar que alguien en un viaje, conecte con mi libro. Me emociona y enorgullece, porque al final yo visualicé que iba a escribir y publicar desde que empecé y siempre creí que iba a ser un best seller. Me parece que muchas cosas se materializan; hay que prestarle mucha atención a eso que vamos creando en nuestro interior.
Estudiaste Historia del Arte, y en un momento del libro contás que te sentís el “Caminante sobre un mar de nubes”, de Friedrich. Hoy, ¿en qué cuadro o en qué momento artístico te ubicarías?
Me pasó hace poco algo muy loco con una obra que estaba colgada en un Airbnb que alquilé con una amiga, en la que hay una especie de Lady leyendo un libro – (NDM: The Reader, de Honore Fragonard) – y jodíamos que era igual a mi. Me saqué una foto, imitando el cuadro, y meses después, hablando con una amiga que vive en Israel, me cuenta que estaba leyendo un libro de arte y que una obra la hacía pensar mucho en mí. ¡Era la misma obra! De todas las que existen. No lo podía creer. Creo que también habla de que estoy en un momento estático, un poco espectadora; estoy leyendo mi propio libro, sumergida, y no estoy allá fuera en el mundo.
«Quizás antes creía que con un novio se solucionaban todos los problemas, y hoy entiendo que no, y que pararme sobre mis pies y entender que el otro muchas veces es espejo de uno mismo, me hizo crecer. Además ya tuve novios, incluso una propuesta para casarme, y cancelé todo a último momento. Lo cuento en “Una Lady en Sidney”, mi próximo libro, porque éste es el primero de una trilogía…»
En el libro hablás mucho sobre el agua. ¿Cuál es tu relación simbólica o real con ella?
Tengo varios signos en agua y soy súper emocional; soy demasiado permeable a la emoción del otro, empatizo mucho con lo que le pasa a la gente que quiero, y me cuesta poner límites. Además, amo el agua, meterme al mar, no importa si llueve o truena. El agua me lleva a mi centro, amo nadar y bañarme en arroyos, ríos, lagos. En mi Instagram hay un fragmento de un texto que escribí sobre este tema: La Gota de Agua.
Al principio, contás la anécdota “del zapato roto” y te referís al amor romántico, al estilo Disney. Hoy, ¿qué visión tenés?
No cambió tanto. Obviamente no me creo el cuento de hadas, pero Disney fue una influencia grande para mí y soy súper romántica. Me encantaría encontrar un compañero. Quizás antes creía que con un novio se solucionaban todos los problemas, y hoy entiendo que no, y que pararme sobre mis pies y entender que el otro muchas veces es espejo de uno mismo, me hizo crecer. Además ya tuve novios, incluso una propuesta para casarme, y cancelé todo a último momento.
¿Cómo fue esa historia?
La cuento en “Una Lady en Sidney”, mi próximo libro, porque éste es el primero de una trilogía. No sabés lo que es esa historia, ¡Habrá que esperar para conocerla!