Amante del buen vino y de la vida al aire libre, la protagonista de Kinky Boots recibió a Maleva en el teatro Astral para hablar del éxito temprano de la mano de Patito Feo, su posterior inclinación por el bajo perfil y, por supuesto, su relación con la cocina: “Me gusta, pero tengo que estar con mucha inspiración”.
Con un rol protagónico en la obra Kinky Boots, Laura asegura estar más contenta que nunca.
«Siempre prioricé lo artístico, y lo voy a seguir haciendo…»: entrevista MALEVA a Laura Esquivel. Por Paula Labonia. Fotos: Azul Zorraquin.
Es raro ver el Teatro Astral vacío. Las butacas, el escenario, los palcos… todo transmite un aire cálido y pacífico. Y en ese tono de armonía hacemos la entrevista y las fotos. Todo fluye, hasta las coreografías en solitario para posar a cámara. Así queda en evidencia que Laura Esquivel tiene años de experiencia en el mundo artístico. Y sí, comenzó a actuar a los 8 y a los 13 ya se hizo famosísima por su protagónico en Patito Feo. Sin embargo, sabemos poco de ella, sobre todo de su costado foodie y aventurero, es decir el malevense. Conozcamos la linda vida (con altos y bajos, por supuesto), de la actual figura femenina de Kinky Boots.
«Hice terapia. En un momento, ya de grande, colapsé y necesité ayuda. Me pone la piel de gallina porque fue un trabajo que sin él no hubiera podido estar hoy en Kinky Boots. Llegaba de trabajar y pensaba que tenía que rendir siempre al cien. Y de esa vara no me podía bajar. Era una tortura, ya no estaba disfrutando. Por eso estoy re contenta de estar acá, porque hay todo un detrás personal muy lindo. Estoy cumpliendo mi sueño…»
Fuiste una mega estrella de chica y sin embargo se conoce poco de tu vida personal… ¿Cómo mantuviste tu privacidad en medio del éxito?
Creo que fue una transición bastante grande. Recién ahora me doy cuenta de lo que fue mi vida y toda mi infancia y adolescencia trabajando. Que así como la gente conoce lo bueno, me pasan un montón de cosas malas. No es fácil manejar un éxito, andar por la calle y que te conozca la gente, que estés en un restaurante tranquila y te pidan una foto todo el tiempo. Creo que una parte de mí me dijo: “Lau, mantenete un poco al margen de lo que es la exposición del trabajo artístico”.
Sí, y hay veces que no queda otra que exponerse me parece…
Bueno, es un combo, o sea tenés que exponerte, a veces un poco más. Y yo en esos momentos preferí tirarme para atrás. No me gusta. Preferí hacer otras cosas, como estudiar. No sé si suena bien pero siempre que tuve la posibilidad de elegir un proyecto, lo hice. Prioricé lo artístico… y siempre va a ser así.
Y tuviste la suerte de trabajar de lo tuyo desde chica.
Arranqué a los 8 años con (Jorge) Guinzburg. A los 9 hice Peter Pan en teatro, a los 12 estuve en Showmatch y después llegó Patito Feo. De chica yo pensaba que mi trabajo era mi vida entera. Con el tiempo fui aprendiendo que también me apasiona mucho pasar tiempo con mi familia, planificar viajes, estudiar. Entonces empecé a diferenciar lo que es trabajo y pasión por el arte para poder dedicarme a mis otras pasiones. Y que haya un equilibrio.
¿Cómo lo lograste?
¡Terapia! (risas). En un momento, ya de grande, colapsé y necesité ayuda. Me pone la piel de gallina porque fue un trabajo que sin él no hubiera podido estar hoy en Kinky Boots. Llegaba de trabajar y pensaba que tenía que rendir siempre al cien. Y de esa vara no me podía bajar. Era una tortura, ya no estaba disfrutando. Por eso estoy re contenta de estar acá, porque hay todo un detrás personal muy lindo. Estoy cumpliendo mi sueño.
¿Vivís tu trabajo diferente?
Estoy en un momento de cambio y viviendo desde otro lado mi trabajo. De chica me volví muy perfeccionista, muy obsesiva con mi trabajo y eso es algo que quiero empezar a sacar un poco y empezar a divertirme más. Era mucha disciplina que ya me estaba haciendo mal.
Recién dijiste que era tu sueño ser parte de Kinky Boots. ¿Cómo recibiste la noticia?
Fue una sorpresa. Impensado. Me largué a llorar. Yo había audicionado dos veces para la primera vez que se hizo. Y ahora me llamaron directamente.
Tu personaje lo hacía Sofi Morandi. ¿Llegaste a ver la versión anterior de Kinky Boots?
No, porque estaba de vacaciones y después se levantó por la pandemia. Mis compañeros me joden y me dicen “Sofi” cuando marcamos en los ensayos (risas). Estoy re contenta de ocupar un poco lo que ella fue logrando.
«¡Para un viaje gastronómico recomiendo Mendoza! Estuvimos el año pasado. Nos encanta el vino y nos sorprendió el servicio que brindan. Fuimos a la bodega Santa Julia y comimos muy bien en Pan & Oliva. Y en San Rafael me encantó el aceite de oliva de Finca La Abeja…»
El lado lindo de la vida según Laura.
A Laura Esquivel le encanta viajar. “Siempre hice camping con mis papás, o sea que soy muy amante de la naturaleza. Cuando era chica agarraba los sapos con la mano, me gustaba ensuciarme…”, señala la actriz. Y ese amor por el turismo y la vida al aire libre ahora trata de trasladárselo a su novio de hace cuatro años, Facundo Cedeira, “que nunca fue muy amante de viajar y le está agarrando el gustito”.
¿Qué es lo que más disfrutás hacer en los viajes?
El Trekking por ejemplo me encanta. Es muy liberador.
¿Qué lugar recomendás para hacer tour gastronómico?
¡Mendoza! Estuvimos el año pasado. Nos encanta el vino y nos sorprendió el servicio que brindan. Fuimos a la bodega Santa Julia y comimos muy bien en Pan & Oliva. Y en San Rafael me encantó el aceite de oliva de Finca La Abeja.
¿Cuál es tu vino preferido?
Me gusta el Malbec. Si tengo que elegir, el Saint Felicien.
¿Y cocinar te gusta?
Me gusta pero tengo que estar con mucha inspiración. Mi novio cocina muy bien aunque también, tiene que tener tiempo. Solemos hacer algo rápido. Y cada tanto pedimos sushi.