Siempre está arreglada. Vestida a la moda de pies a cabeza y con la sensualidad sui generis de las argentinas. Su obsesión por las uñas está en su idiosincrasia. “Me las tengo que hacer, pero nunca tengo tiempo”, explica María del Cerro. La profesión de modelo se le nota en el cuerpo, su maternidad no, como tampoco sus 31 años. Vive con el padre de su hija, Jaime Meme Bouquet, en Barrio Norte, sobre la calle Pueyrredón. Esa urbanidad la equilibra con el campo, su escape de todos los fines de semana. Las siestas eternas y las tardes tomando mate le sacan el estrés de vivir en una gran ciudad. En esa dualidad, del campo y la ciudad, se basa todo su equilibrio. Desde Harper Juice, la juguería del barrio, la actriz habla con MALEVA de la primavera, los viajes, y los rincones y circuitos porteños que elije todos los días.
¿Cómo te llevás con la primavera?
Me gusta poder vivir al aire libre. El lugar que más frecuento y que amo es el campo de la familia de Meme, en Open Door. Es mi desconexión total con el mundo. Espero toda la semana para irme al campito. Es un lugar desolado, con caballos hermosos, a 60 kilómetros de la Capital Federal. Voy y descanso de verdad. Estando ahí me siento en una nube, duermo siestas y ni siquiera tengo que cocinar. Es un spa en medio de la rutina.
¿Andás a caballo?
Sí, aunque estoy medio vaga últimamente. El abuelo de Meme los cría, el campo es un paraíso de caballos. Y parece que la bisnieta heredó el gusto, como la abuela de Meme. Son dos fanáticas de los animales. Mila los llama “cocó”. Esa palabra la mete en todas las oraciones.
¿Vos cuándo aprendiste?
Yo ya sabía, había aprendido a andar en el campo de amigas, en la adolescencia. También tengo una parte de mi familia que son gente de a caballo. Papá, por ejemplo, vivía en el campo, en la zona de Bolívar. Así que por ese lado también tenía una atracción.
«Me gusta poder vivir al aire libre. El lugar que más frecuento y que amo es el campo de la familia de Meme, en Open Door. Es mi desconexión total con el mundo. Espero toda la semana para irme al campito. Es un lugar desolado, con caballos hermosos, a 60 kilómetros de la Capital Federal.»
¿Cocinar te cuesta cuando tenés mucho trabajo?
Ahora justamente, con la beba y el Bailando por un sueño lo último que puedo es cocinar. Me cuesta. A lo sumo compro pastas en frente de casa y las cocino. Pero me encanta cocinar, cuando tengo tiempo es un momento de disfrute. Hago muy buena carne al horno con verduras y los fideos a la parisienne.
¿Para tomar?
Meme y yo somos del vino. Siempre hay que tener una botella para abrir o recibir gente y compartirlo. Hoy en día es El programa: invitar a alguien, comer y tomar un buen vino. Fue muy loco. A ninguno de los dos nos gustaba y ahora somos fanáticos. No soy experta pero sé distinguir. En casa se toma siempre malbec. A los dos nos gustan los vinos suaves.
¿Qué vino tenés hoy en tu casa?
Uno muy bueno de Escorihuela Gascón. Y cuando salimos a comer afuera últimamente estamos pidiendo Nicasia, de Catena Zapata. Nos gusta mucho.
«Meme y yo somos del vino. Siempre hay que tener una botella para abrir o recibir gente y compartirlo. Hoy en día es El programa: invitar a alguien, comer y tomar un buen vino. Fue muy loco. A ninguno de los dos nos gustaba y ahora somos fanáticos. No soy experta pero sé distinguir. En casa se toma siempre malbec.»
¿Dónde solés comer afuera?
No somos de ir siempre al mismo lugar, intentamos variar. Si puedo elegir un lugar, elijo Elena, el restaurante del Four Seasons. Se come increíble y el lugar es perfecto. También me gusta salir a pasear por San Telmo y comer por ahí. Hay un par de restós muy reservados en donde se come bárbaro. Ese es otro programón.
¿Siempre reservados los restaurantes?
No, también me voy al otro extremo. Hace poco fuimos a San Telmo y nos metimos en un bodegón que estaba repleto. Creo que estábamos al lado de la cocina con el horno frente. Meme se quedó sorprendido. “No sabía que te gustaban estos lugares”, me dijo. Pero sí, me encantan. Sobre todos los clásicos bodegones, con cuadros de equipos de fútbol en toda la pared. Me fascinan. Hay una parrilla, Los amigos, en Palermo, creo que es sobre la calle Loyola. Es eso lo que hablo. Nada de comida gourmet con porciones mini. Me gustan los buenos platos para sacarse el hambre. Siempre estoy abierta a conocer un nuevo bodegón.
«Me encantan los clásicos bodegones, con cuadros de equipos de fútbol en toda la pared. Me fascinan. Hay una parrilla, Los amigos, en Palermo, creo que es sobre la calle Loyola. Es eso lo que hablo. Nada de comida gourmet con porciones mini. Me gustan los buenos platos para sacarse el hambre.»
¿Las pastas entran en tu menú?
Mi lugar de pastas es Campo dei fiori. Yo voy siempre al de Venezuela al 1400. Hacen unos ñoquis rellenos de mozzarella muy recomendables, y de postre panqueques de manzana al rhum. Además el pan es espectacular, la mejor panera que conozco.
¿La vida nocturna mermó o desapareció?
Con Meme siempre nos hacemos un tiempo para salir. Hay un bar que vamos muy seguido, en Palermo, que se llama Shambala. Queda en Costa Rica y Fitz Roy, es puertas adentro. Nosotros conocíamos el lugar desde antes que abriera; era la casa de un amigo de Meme que la transformó en bar. Es un lugar de amigos, muy cálido, con un espacio al aire libre y un árbol que atraviesa la terraza. Si no, cerca de casa vamos siempre a Crafters, en Vicente López y Azcuénaga, enfrente del Club de la Milanesa. Venden cerveza artesanal y unas hamburguesas gigantes. El dueño además es salteño, así que el menú incluye comida norteña. Gran lugar.
«En mi juventud para las vacaciones me imaginaba en Miramar, Pinamar o Mar del Plata. Después tuve mi época de Brasil, y ahora suelo ir a Punta del Este. Hace una semana estuvimos ahí, es increíble lo lindo que es en primavera, sin tanta gente. Fuimos a La Huella, en José Ignacio, que es como obligatorio.»
¿Cuándo se empiezan a planear las vacaciones? ¿En dónde te imaginas en el verano?
En mi juventud me imaginaba en Miramar, Pinamar o Mar del Plata. Después tuve mi época de Brasil, y ahora suelo ir a Punta del Este. Hace una semana estuvimos ahí, es increíble lo lindo que es en primavera, sin tanta gente. Fuimos a La Huella, en José Ignacio, que es como obligatorio. También fuimos a comer pescado al puerto. Muy rico y muy fresco todo.
¿Europa conocés?
Sólo España. Madrid y bastante de Andalucía. Cádiz, Jerez, Sevilla y Granada. Me fui con mi prima hace unos años. Divino todo. En esas vacaciones conocí lo que era irse de tapas. En cada bar que te tomabas una caña (o cerveza) te daban algo de comer. Y así, cuando pasaron cuatro horas conociste diez bares y probaste 850 variedades de tapeo. Todo es rico en España.
¿Aprendés viajando?
Yo aprendí algo esencial: las tortillas son una gran compañía de la cerveza.