Señor Tiempo
Por Santiago Casanello
Fotos y video: Jacinto Freixas
A Diego Kolankowsky (37), un estudio que se hizo a los 33 años para comparar edad biológica con edad cognitiva y emocional, le dio 52 años. Vivió y vive su vida quemando cartuchos, cumpliendo proyectos y generando otros. De modo frenético. Como si a sus días los estuviera midiendo el rating minuto a minuto que él, como uno de los productores más influyentes y exitosos de la tele desde hace 15 años, conoce tan bien. Creó desde el rupturista Zoo del recordado Juan Castro hasta programas de Jorge Lanata y sigue siendo – desde su lanzamiento en 2002 – el productor general de la Cornisa de Luis Majul. Pero Kolankowsky es una tablet con varias aplicaciones, un multifacético cabal. La pantalla chica es sólo una de sus caras. También es uno de los dueños – con Martín Gontad – de la radio FM Delta 90.3, dedicada – como ninguna otra del dial – ciento por ciento a la música electrónica. Además es un especialista y difusor del consumo de lujo (lo hace desde la web Horas Minutos y Segundos). Colecciona autos y relojes, pero tiene una concepción del lujo como algo mucho más cercano a una filosofía actitudinal que a un mero gasto en dinero. Vive consumiendo y generando adrenalina y velocidad. A los 4 años le regalaron un karting, piloteó fórmula 1 y sintió la gravedad por cinco en el pecho en un avión caza francés. Una dimensión más: es guitarrista de la banda de Rock Thomas Brothers, liderada por Jorge «Corcho» Rodríguez y fundada por Pappo. “Es triste tener en la vida un solo color” reflexiona este hombre camaleónico. Una sola variable se repite constante en todo lo que hace: la obsesión por el tiempo, ese de ya, ahora, del tic tac de las agujas del reloj, y su obsesión por no desperdiciarlo.
Hacés un montón de cosas pero la variable que se repite tanto en el minuto a minuto de la tele, como en el ritmo cardíaco de la música electrónica y en tu fascinación por los relojes es la importancia consciente que le das al tiempo. ¿Cómo concebís al tiempo en tu vida?
Lo del tiempo es fuerte porque empecé a hacer terapia de grande, antes no hice porque no tuve tiempo. Y siempre sentía que no tenía tiempo y una de las cosas que más hablo en terapia es mi utilización del tiempo, viví toda mi vida con un motor fuera de borda porque sentía que el tiempo no me iba a alcanzar para nada, no sé si será sensación de muerte prematura o lo que fuera, pero a mí siempre el tiempo me apremió, nunca me alcanzó el tiempo como nunca alcancé a hacer las cosas que tengo que hacer durante un día, siempre el tiempo significó muchísima presión. Siempre tuve una pulsión muy fuerte, respecto al tiempo, de luchar contra desperdiciarlo. En un momento hice un test psicobiológico con mi médico, que te determina la edad que tenés cognitiva y emocional en relación a tu edad biológica, y a los 33 años me daba 52 por la cantidad de cosas que había hecho y producido. Fui un tipo que durmió durante más de una década dos horas y media, tres horas por día. No me drogo, no tomo, no fumo, pero siempre está la tragedia del estrés. Luché toda mi vida contra el tiempo, fui muy prematuro en un montón de cosas, no sé de donde vendrá eso. A lo que era adicto era a la adrenalina, a vivir a diez mil por hora. Y mientras lo hice lo disfruté. La gente no sabe qué hacer con su tiempo, yo en cambio tengo tantas cosas que me gustan que el tiempo no me alcanza. Produje, escribí, fui periodista, director de fotografía, dirigí comerciales, gerencié canales, manejo autos, aviones, helicópteros, viajé por todo el mundo 3 veces.
Pero es un tiempo siempre llevado a velocidad. ¿Te da felicidad o en parte calmás alguna angustia?
La respuesta es Y, no O. Disfruto esa velocidad y (Y) servirá para calmar algunas cuestiones. Eso me lo enseñó mi amigo Fernando Peña, las cosas tienen muchos más Y que O, lo que pasa que para la gente es más fácil decir esto u otro. Pero esa relación con la velocidad tiene que ver con el placer y con la angustia, por eso funciona.
¿Y qué momento de velocidad material, real, disfrutaste mucho?
Tuve la suerte de probar un Aston Martin en Le Castellet que es un autódromo en el sur de Francia, cerca de Niza. Tuve la posibilidad de pilotear el Aston Martin de fórmula Le Mans.Y manejé Fórmula 1 en Londres, me invitó Tag Heuer. Pero lo que acelera un auto Le Mans y la sensación de adrenalina que provoca es increíble. Y en París me subieron a un mirage, un avión caza bombardero de la fuerza francesa y sentís la presión de la gravedad por cinco en el pecho y fue otra cosa increíble. Y en Le Castellet hicimos una carrera de karting con Nelson Piquet – campeón mundial de fórmula 1 – y Jacques Laffite – ganador de seis grand prix – y fue un placer. Bajo la lluvia. Fue muy divertido.
¿Muchos accidentes?
Sí, muchos en moto. De chico aprendiendo a andar. Yo provengo de una familia súper humilde, mi viejo era bandoneonista (tocó por ejemplo con la orquesta de D´arienzo) y mi vieja costurera. Mi viejo me tuvo muy grande, con mucha diferencia de edad, me tuvo cuando tenía 45 y me dio muchas libertades, él había vivido solo desde los 9 años porque el padre no lo podía mantener. Entonces a mí me dejaban solo en mi casa desde los 7 años. Mis viejos se iban de viaje y yo tenía muchas libertades. Y me dieron gustos raros como comprarme un karting a motor a los 4 años. Y estaba loco, en Mar del Plata andaba por la calle. ¡Pero me sirvió para probar cosas a temprana edad!
Claro, de ahí viene el gusto por la velocidad. La incorporaste muy temprano.
¡Sí, y moto aprendí a los 9 años! Yo tenía autorización para ir al colegio en moto, cuando a mis compañeros los autorizaban para ir en bicicleta.
Y vos en esas situaciones te hallás.
Yo funciono bajo presión, si tengo un laburo que entregar lo entrego 1 minuto antes y es mucho mejor que si lo hubiera pensado 15 días.
¿Cuántas veces por hora mirás el reloj?
No lo miro mucho, y si lo hago es más para apreciar su belleza que para mirar la hora. En realidad uno si quiere tener la hora exacta la tiene en el celular, en la tele, un reloj es una obra de arte en la muñeca, un reloj preciso y exacto es un Seiko digital. Estos relojes suizos fallan porque están hechos por un hombre a mano. Son piezas de arte. Las heladeras, los autos, cualquier cosas mecánica, les ponés nafta, los enchufás, los desenchufás, les cambiás el aceite, esto anda las 24hs, siete días a la semana sin que les pongas aceite, es la máquina más perfecta que te hizo el hombre.
¿Y más allá de dónde la ves? ¿Cuántas veces por hora consultás la hora (valga la redundancia)?
La veo muchísimo en la computadora, una vez cada diez minutos. Y la computadora es sinónimo de trabajo.
¿Qué te provocaría – usando una metáfora de la música electrónica – que se pare el disco?
Ya se me paró dos o tres veces. Por cuestiones de adrenalina y estrés. Sentí muchas veces que había solamente perseguido la adrenalina y no los sueños. Que en un momento me había convertido en un adicto a esa adrenalina y sentí que en realidad, en vez de aprovechar el tiempo, lo estaba desperdiciando. Y cuando se me paró el disco reparé más sobre los afectos, la familia. Yo así como con los autos, acumulaba mujeres, y después empecé a disfrutar de una relación. También me pasó de comprar compulsivamente. Nos pasa a veces a la gente que no tuvo recursos de chico, cuando los empieza a tener, se da un síndrome no de comprarte un disco sino 500.000, 50.000 mil raquetas, trescientos mil relojes.
Sos el dueño de Delta y a la vez tenés una veta muy vinculada al rock, por la banda Thomas Brothers ¿Como es esa convivencia interna entre dos géneros que a veces se los enfrenta?
Lo que marca el pulso de mi corazón es el rock, la música analógica. Toco guitarra, piano, bajo, batería, armónica, porque vengo de una familia de músicos, lo he mamado de chico, pero no quería quedarme afuera de algo que pasa en el mundo. Siento al rock como algo artesanal y siento a la electrónica como algo súper masivo. Una música es la que me llega a mí y la otra la que me llega como productor. En un momento me compré un Ipod para no quedarme afuera, quería ver como era. Con la música electrónica me pasó lo mismo, querer saber cómo era, porque yo no la entendía y me enganché con un mundo fantástico. Lo que escucho en mi casa probablemente tenga más que ver con el rock, ahora, sentí que la música electrónica era un mundo inexplorado. Al rock lo sentía sobredimensionado, que hay más oferta que demanda.
¿Qué prejuicio sobre la música electrónica se te cayó cuando la descubriste a fondo con Delta?
Se me cayó el prejuicio pappiano (Por Pappo) de que no era música. Me sigue haciendo ruido la palabra tocar en vivo de un DJ pero los productores que generan las canciones son músicos. No es el acto de poner un disco nada más. A priori yo pensaba “estos tipos van, ponen un disco y todos estos saltan bailando” pero aprendí que el que pone el disco está interpretando su arte aunque al disco lo haya realizado, producido en otra etapa. Pero es música con una métrica, con autoría, tiene formas artísticas. Ese prurito de “estos tipos no tocan” un poco lo sigo manteniendo pero sí generan música y es una expresión artística legítima. Antes me quedaba en la forma, más que el contenido.
¿Y Thomas Brothers? ¿Seguís?
Es una banda que inventaron el Corcho Rodríguez y Pappo hace muchos años, es la banda de Corcho y entramos y salimos distintos amigos/músicos. Dos o tres veces por año toco con ellos. En esa banda damos vuelta Corcho Rodríguez, Chizzo (Gustavo Napoli) de la Renga, el zorrito Von Quinteiro y otros, todos los miércoles nos juntamos a tocar en un lugar secreto, el que va, va. Y generalmente sale algún show, o en Punta del Este o en un cumpleaños ponele. También tocamos en el aniversario de Pappo en Luján. Yo aparte tengo una banda mía en la que a veces toca Corcho. Pero cuando te juntás con ellos – Los Thomas – que son músicos tremendos las cosas salen bien siempre.
¿Creés que hubieras podido convencer un poco a Pappo de la validez de la música electrónica?
Seguro que no. Tengo una guitarra que usó Pappo para grabar su último disco, Buscando un Amor, y para mí hoy vendría a mi casa y enojado por la radio, me sacaría la guitarra.
Igual uno ve tu vida y le queda bien como banda sonora, música electrónica.
Sí, una banda sonora para mí tendría que ser la de Trainspotting. Muchas bandan pueden representar a mi vida porque la vida de uno no tiene un solo color, sería muy triste. En general las aperturas de mis programas son con música electrónica o industrial. Tres Poderes tenía Linkin Park, la Cornisa, Rob Dougan.
¿Qué distingue a Delta?
Que fuimos a buscar un lugar árido, donde no había una puesta 24 hs de música electrónica. Hay otras radios con electrónica que se convirtieron en spoken radios, o sea, radios habladas. Nosotros tenemos espacios periodísticos muy potentes como el de María Julia Oliván, o Ronen Swarcz o Horacio Kabak, pero no destruimos la impronta de la radio. No queremos competir con Andy Kusnetzoff o Mario Pergolini a ver quien hace el mejor chiste, yo quiero hacer una radio de música. Quedan pocas apuestas de eso. Las radios de música quedan para lo latino, para el pop, pero no había ninguna que fuera de música electrónica. Instalar una radio lleva 4 años y nosotros a los 6 meses ya eramos Delta, la gente ya sabía lo que eramos, y sin campaña publicitaria. Esa fue nuestra apuesta: hacer una radio de nicho y que a partir de ese nicho, se convirtiera en masiva y en dos años no existe que no asocies Delta con música electrónica. Es una radio que te acompaña y tenemos los mejores DJ sets, que se producen en Londres para la radio. Es una radio súper cool.
(Sigue debajo de las fotos)
¿Cuál es la medida justa para disfrutar del lujo sin culpa?
Me voy a poner en filósofo, pero el lujo no tiene que ver con un buen reloj, el lujo tiene que ver con poder darse algo que uno a priori no podría darse, como para en un momento del día, agarrar un buen libro de Edgar Allan Poe. El mayor lujo que yo me di en los últimos 4 años fue leer Life de Keith Richards en el Soho Square en Londres debajo de la lluvia. No tiene que ver con ningún reloj, con ningún auto, ni con nada. Ese momento no me lo olvido más. Me acuerdo del aroma de las plantas, me acuerdo del olor de la lluvia, de la humedad de la calle, y me levantaba esperando que lloviera para ir a leer ese libro. Los relojes, los autos, los vendés, los cambiás. El lujo es otra cosa.
O sea que es una actitud, una filosofía práctica.
Sí, ir a ver a Maravilla Martínez es un lujo, un privilegio. El lujo tiene que ver también con una sensación de privilegio, de poder parar. Puede haber una plata gastada en el lujo. Pero es la actitud de decir hoy no trabajo más y me voy a jugar al tenis ¿Eso es un lujo o no?
Explicanos la presentación en tu twitter “Gerente General de mi vida”
Yo veía que en Twitter todos ponían los cargos y yo quería algo que me representara a mí ¿Y yo que soy? Gerente general de mi vida porque hago y deshago todo lo que quiero en mi vida, absolutamente todo, eso me define más que ser gerente de tal empresa o productor de tal programa. Yo quería algo que identificara a mi logro: haberme convertido en el dueño de mi vida.
¿Y cuál es la clave para intentar lograrlo?
Aprender a decir que no. ¡Es tan fácil decir que sí! Uno empieza a ser dueño de su vida cuando aprende a decir que no.
Diego te explica porque escribe – literalmente – blanco sobre negro: