Es el jefe de astronautas del Kennedy Space Center en Florida, y pasó por nuestra ciudad para dar una serie de conferencias en el Planetario/ No pudimos resistir a la tentación de entrevistarlo/ ¿Cómo te cambia tu mirada sobre la vida haber salido de la Tierra?/ «Yo le vi las cicatrices al planeta, hay que cuidarlo más».
McBride en Buenos Aires. Le dio 133 vueltas a la tierra y le aseguró a MALEVA que ser astronauta es el mejor trabajo del mundo
Sabiduría espacial: entrevista a Jon McBride, astronauta de la NASA (y jefe de astronautas) en su paso por Buenos Aires. Por Catalina Cavallo.
En el marco de los 50 años de la llegada del hombre a la luna, el astronauta de la NASA Jon McBride, actual jefe de astronautas del Kennedy Space Center (Florida), aterrizó de visita en nuestro país para ofrecer charlas y encuentros en el Planetario, y motivar así a las nuevas generaciones en temas de astronomía y astronáutica. MALEVA no pudo resistir a la tentación (y enorme curiosidad) de tener la posibilidad de charlar en un mano a mano sobre sus experiencias de vida, cómo es la locura de estar flotando en una nave en el espacio a millones de kilómetros, y sobre su erudita mirada del mundo hacia el futuro.
Amable y carismático, con una altura de casi dos metros (cubierto por un uniforme azul de vasta trayectoria, pero impecable) y una presencia que resulta imposible no detenerse a admirar, Jon McBride nos recibió con un cálido abrazo en medio de una agenda colapsada de reuniones, y nos contó con orgullo sobre su largo y determinado recorrido hasta alcanzar sus sueños.
Con 21 años de edad, ya graduado en Ingeniería Aeronáutica, comenzó su servicio para la Armada de Estados Unidos, donde llegó a pilotear sesenta y cuatro misiones de aerocombate con el Phantom F4-2. Trece años después, en el año 1978 se convirtió en un astronauta para la NASA, y en 1984 fue piloto en la misión STS-41G del Transbordador Espacial Challenger que orbitó la Tierra.
Estaba programado que volviera a volar dos años después, como comandante de la tripulación del Challenger, pero ocurrió el fatal accidente (enero del 1986) que cubrió todos los noticieros del mundo, en el cual perdió a siete colegas suyos; cuatro eran sus compañeros de clase.
Al año siguiente fue nombrado Subdirector de la NASA, a cargo de las relaciones y comunicaciones con el Congreso, y actualmente trabaja como jefe de astronautas en el Kennedy Space Center, en Florida (un centro que recomienda visitar sí o sí por lo menos una vez en la vida –a 45 minutos de Orlando, y a 3hs y media de Miami–).
Con orgullo y una sonrisa imborrable, McBride nos cuantificó sus logros orbitales: estuvo ocho días, cinco horas, veintitrés minutos y treinta y tres segundos en el espacio. 133 vueltas a la Tierra, unas 16 veces cada día. En tres años, McBride romperá el récord y se convertirá en el hombre más longevo (con 78 años) en llegar al espacio. Qué flash, ¿no?.
En tu experiencia fuera de la tierra ¿qué fue lo más increíble que viste?
McBride: lo más increíble que vi, y calculo que muchos astronautas estarían de acuerdo conmigo, es la primera visión del Planeta Tierra. Vayas a donde vayas en tu primera misión, en cuanto llegás al espacio y miras a través de la ventana y ves la tierra debajo tuyo, es el momento más memorable de toda tu vida. Mi primera visión, en cuanto abrimos las puertas, fue la del Mar Mediterráneo y pensé: ¡wow!. Yo ya había estado allí en mi pasado como tripulante de la marina, pero nunca lo había visto desde arriba, era la imagen de cuatro países al mismo tiempo. Sentís que tu corazón que se acelera, tu cerebro que empieza a ser tic, tic; y te das cuenta de que sos muy afortunado de poder estar ahí.
¿Cómo se siente la gravedad cero?
McBride: es algo muy difícil de explicar. Puede sentirse como cuando vas por la ruta, y agarras rápido una subida y una bajada pronunciada: sentís que “flotás” sobre tu asiento, y unos segundos después volvés a bajar. Imaginate que sentís esa sensación de elevarte, y que nunca regresas a tu asiento, te quedás ahí arriba. Es una sensación muy especial. En el espacio podemos hacer piruetas, movernos de lado a lado y nunca tocar el piso. Es como en las películas.
¿Podrías decir entonces que las películas representan bien la realidad que viven allá los astronautas?
McBride: cuando era chico e iba al cine era todo muy caricaturesco, como algo imaginario que hoy con mi experiencia te digo que eran cosas que no pasan. Como Buck Rogers y todo ese tipo de personajes, por ejemplo. Pero hoy la mayoría de las imágenes son realmente objetivas. Los actores viven todo ese tipo de experiencias que tuvimos y tenemos nosotros los astronautas en el espacio durante las últimas décadas. La última película que vi de Marte fue muy, muy realista. Me acuerdo que por poco me sentía que estaba allá, en Marte, y después caés en la cuenta que solo se trata de Hollywood.
Mc Bride junto a nuestra periodista Catalina Cavallo, luego de la entrevista
¿Te acordás alguna anécdota divertida que hayas tenido con tus colegas mientras volaban?
McBride: sí, siempre intentábamos hacer bromas ligeras con mis compañeros de tripulación, nos divertíamos. Una vez pusimos un Jack-in-a-Box en un casillero, esos muñecos que metés adentro de una caja y cuando la abrís te saltan encima. Sabíamos que alguien iba a abrirlo y se iba a encontrar con esa sorpresa. A los pocos minutos ya uno de mis compañeros se estaba acercando al casillero para buscar algo, y ¡bum!. Pensé que el astronauta iba a tener un ataque al corazón. ¡De hecho creo que por unos segundos le dejó de latir del susto! Nos reímos mucho, él después pasada la broma también, por supuesto.
¿Tenés algún planeta que te guste y te interese más por sobre el resto?
McBride: Si pudiese elegir y visitar otro planeta que no fuera la Tierra, sería Marte. Muchos científicos coinciden que Marte probablemente es el único planeta en el cual nosotros los seres humanos podríamos sobrevivir. Como no tiene atmósfera, no se puede ir con la nave y simplemente bajar a respirar porque te morís. Si bien es un planeta muy frío, está a 40 millones de millas del sol, y si seguimos estudiando e investigando y buscando los fondos necesarios para lograrlo, algún día vamos a llegar. De hecho, creo que las lunas de Marte serían el primer paso para lograrlo. Creo que sería más fácil primero aterrizar en alguna de ellas, y prepararse bien desde ahí antes de bajar a Marte. Seguramente antes del año 2030 la misión tripulada que están preparando para hacerlo llegue. Se trata más que nada de una decisión política. De hecho, si en este momento se aprobaran los fondos llegaríamos en los próximos 10 años. ¡Ruego estar vivo para presenciar ese momento!
¿Qué es lo que más admirás del cosmos?
McBride: mirá, habiendo experimentado la inmensidad del universo, lo que más me hizo admirar desde allá y realmente apreciar es nuestra Tierra. Siendo un ser humano que vive acá, en este increíble planeta que tenemos, sé todo lo que expandimos nuestros conocimientos sobre nuestro sistema solar y el universo entero, pero hasta ahora no hemos encontrado nada que se parezca al lugar donde vivimos. Somos muy afortunados de ser sus ciudadanos, y creo que debemos ser más conscientes del hecho de que no estamos siendo muy buenos cuidadores. Y es la misma madre tierra la que nos sostiene a todos. Por eso no hay que tirar la basura ni las botellas por la ventana. Hay que cuidar a la madre tierra porque solo tenemos una. Y si la destruimos, todo se termina.
Entonces, tal vez puedas decir que tus perspectivas personales sobre la vida cambiaron después de tantas experiencias en el espacio; ya sea tu punto de vista global, como en tu rutina de día a día…
McBride: diría que uno no puede hacer todo lo que hice yo sin darse cuenta de ciertas cosas. Despegar, ir al espacio, pasar ocho días allá, dar la vuelta a la Tierra 133 veces. Uno no puede no darse cuenta de, 1) qué afortunado somos del maravilloso lugar donde vivimos, y 2) que no la cuidamos como deberíamos. Desde lejos se pueden ver algunas cicatrices que los hombres le hemos generado, y creo que nos corresponde a todos, tanto a los que vivimos allá en mi país, como acá en Argentina, y en todo el mundo.
¿Qué es lo que más extrañabas de la Tierra y de tu hogar cuando te tocaba volar?
McBride: cuando me preguntan qué es lo que extraño estando allá, mi respuesta siempre es: ¡No mucho! (se ríe). Mis misiones duraban una o dos semanas, no eran largas, y durante mis años en la marina siempre iba y venía, por lo que mi familia, mis amigos y yo mismo ya estábamos acostumbrados. Todos se alegraban tanto como yo cuando me salía alguna misión. Irme a trabajar por ocho días al espacio eran las mejores vacaciones que podía tener.
Durante una de las conferencias que dio en El Planetario porteño
¿Cuál es tu trabajo en el Kennedy Space Center y qué es lo que más te gusta del lugar?
McBride: soy muy afortunado de poder seguir después de tantos años en el mundo y los negocios de la astronáutica. Mi principal responsabilidad ahí es organizar las visitas de los 40 astronautas que visitan día a día el Kennedy, seleccionarlos y prepararlos. Tengo muchas tareas parecidas a los de los astronautas, excepto que ya no voy al espacio. De todas formas, los simuladores que tenemos en el centro de visitantes son muy muy realistas. El Kennedy permite ver el lugar donde se inició el viaje hacia la luna, visitar también las instalaciones de lanzamiento, conocer a los miembros del cuerpo de astronautas o pararse al lado de los gigantescos cohetes de los programas Mercurio, Géminis y Apolo. Si las fechas coinciden, también es posible presenciar un lanzamiento (el Kennedy Space Center fue la plataforma de salida de todos los vuelos especiales tripulados de los EEUU desde 1968). Hay que visitarlo, está muy cerca de Orlando y pasar un día ahí adentro es sorprendente para cualquiera.
¿Qué es lo que, como jefe de astronautas, buscás transmitirles a las nuevas generaciones?
McBride: ser astronauta es el mejor trabajo del mundo, pero requiere mucho tiempo y dedicación alcanzarlo que vale la pena. El requisito que solicitan la mayoría de las agencias espaciales, incluyendo la NASA, es la educación: que tenga un amplio dominio de las matemáticas y alguna especialidad científica. Una vez que se completa la universidad, son unos 10 años más de entrenamiento. Tampoco es que uno viene con el título en la mano y es aceptado sin más. Las personas seleccionadas tienen que destacar en su campo de acción, sea ingeniero, piloto o médico. Es un camino largo, hay que estudiar, estudiar y estudiar. Pero no hay palabras para explicar todo lo que esta profesión te da.
Fotos: gentileza Planetario, Jon McBride.