Un barman inglés, canoso, elegante y medio parecido a James Bond, dice:
–“Si querés conocer realmente a un hombre, observá cómo trata a las personas que lo rodean”.
Sirve una medida de una marca escocesa emblemática de Whisky a un cliente y termina la publicidad de la campaña con máxima: “Viví con caballerosidad”.
En la publicidad de otra marca muy famosa cuatro amigos en lancha recorren un lago en medio de un bosque inmenso y espeso que podría ser la Patagonia o al norte de Michigan. Sonríen, festejan, son libres, y toman whisky. Después tenemos el whisky del caminante o la del bourbon que toma Frank Zappa antes de subir al escenario. Son todos hombres. Y que toman una bebida de hombres. Esta es la primer premisa para entender el punto de partida: el whisky era hasta hace muy poco una bebida masculina, o así pareciera entenderlo el inconsciente colectivo.
«Lo que está sucediendo es que cada vez menos mujeres entienden que el whisky sea una bebida exclusivamente masculina, y yo soy una de ellas. Mi programa más recurrente este año –o mi forma de pensar cómo terminar el viernes– se viene repitiendo: ir a Verne –un bar con una barra espectacular en Costa Rica y Medrano– y pedir un trago que me voló los sentidos: el Opium Fashioned.»
Sin embargo, lo que está sucediendo es que cada vez menos mujeres lo entienden así, y yo soy una de ellas. Mi programa más recurrente este año –o mi forma de pensar cómo terminar el viernes– se viene repitiendo: ir a Verne –un bar con una barra espectacular en Costa Rica y Medrano– y pedir un trago que me voló los sentidos: el Opium Fashioned. Este trago es a base de bourbon (la versión dulce del whisky) y tiene algunos toques que lo hacen casi sinestésico, como el almíbar de té negro, rodajas de naranja y ¡humo!, lo que le deja ese rastro ahumado y sutil que perdura en la boca y en los labios. Hasta este año, yo no tomaba whisky. Todavía no puedo tomarlo puro, pero encontré las maneras de empezar a disfrutarlo. Siempre preferí tomar tragos amargos y nobles, nunca fui una mujer de daikiri o caiporoshka de maracuyá, me saturan después de un par de sorbos. Siento que puedo llegar a padecer una sobredosis de glucosa, y ninguna sobredosis es buena. Quizás esto ayudó en mi acercamiento al destilado de origen gaélico.
«Siempre preferí tomar tragos amargos y nobles, nunca fui una mujer de daikiri o caiporoshka de maracuyá, me saturan después de un par de sorbos. Siento que puedo llegar a padecer una sobredosis de glucosa, y ninguna sobredosis es buena. Quizás esto ayudó en mi acercamiento al destilado de origen gaélico.»
Ahondé un poco más en este quiebre de género que se está dando alrededor del whisky hablando con especialistas y con mujeres que lo toman: quiero saber por qué les gusta, qué les significa, cómo llegaron al primer trago, cómo – en definitiva – le están dando esta vuelta de tuerca girlie.
Joaquín Wagner es Jefe de On Trade (distribución para consumo directo) para Pernord Ricard Argentina. Le sorprende mi pregunta sobre si ahora somos más mujeres tomando whisky, pero de algún modo me da la razón: «lo que sucede es que en todo el mundo el whisky está abriéndose a todo tipo de público porque hay una estrategia de rejuvenecerlo.»
Ahora, la tendencia en Argentina y en el mundo es la idea es que el whisky puede mezclarse con algo, y eso lo hace más amistoso para el paladar femenino.
Estela Menéndez es sommellier de EAS (Escuela de Sommelliers Argentinos) y tomadora de whisky desde hace algunos años, me cuenta que todavía nota que “cuando vas a un bar y pedís whisky, todavía sentís la mirada de mirá vos”. Aunque también piensa que “en los últimos diez años este tema evolucionó bastante. Al volverse más profesionales las barras y la comunicación de las bodegas y las marcas, se nota el clima más abierto a ver a la mujer tomando whisky».
Esto me hace pensar que es real. Yo empecé a tomar whisky porque me gustan los tragos simples, me gusta tomar poco (y el whisky dura) y además, siempre me dio mucha curiosidad el hecho de que una medida de whisky en un vaso con dos hielos genere tanta fidelidad de los que lo toman.
«Joaquín Wagner es Jefe de On Trade (distribución para consumo directo) para Pernord Ricard Argentina. Le sorprende mi pregunta sobre si ahora somos más mujeres tomando whisky, pero de algún modo me da la razón: «lo que sucede es que en todo el mundo el whisky está abriéndose a todo tipo de público porque hay una estrategia de rejuvenecerlo.»
Valeria Mortara es sommelier y profesora del IAG (Instituto Argentino de Gastronomía). Ella me explica que el whisky siempre estuvo asociado a profesiones comandadas por hombres, pero que con la inserción de la mujer en el mercado labora en las últimas décadas, eso está cambiando. “Creo que se podría decir que hoy es una bebida más asociada a una cuestión de estatus y no de género, supongo que con estas ganas de igualdad ante el hombre, las mujeres empezamos a tomar más whisky”.
Marina Petersen es Jefa de Salón y Sommelier del Bar 878 y hace sólo algunos años que toma whisky. “Antes, justamente tenía la sensación de que el whisky era muy duro. Quizás tomaba los americanos, que son más dulces y se crían como otro tipo de madera, son más fáciles de tomar como Jack Daniels, Jim Beam, pero me dabas un escocés y no lo tomaba”. Ahora sí toma.
«Marina Petersen es Jefa de Salón y Sommelier del Bar 878 y hace sólo algunos años que toma whisky. “Antes, justamente tenía la sensación de que el whisky era muy duro. Quizás tomaba los americanos, que son más dulces y se crían como otro tipo de madera, son más fáciles de tomar como Jack Daniels, Jim Beam, pero me dabas un escocés y no lo tomaba”. Ahora sí toma.»
Petersen me cuenta que el bar donde trabaja está muy interesado en abrir el whisky cada día más y siempre apuestan a tragos nuevos y movidas de difusión para darlo a conocer. “En invierno teníamos los inviernos de whisky, que eran descuentos en los tragos con whisky, porque es una bebida que es distinta, que vale la pena explorar y salir de la rutina. Es una bebida que se toma con amigos, que se toma en tragos, que lo podes tomar en tu casa antes de irte a dormir, lo podés tomar con soda, con coca, tiene una versatilidad inmensa. La gente tiene la imagen de whisky en la barra del lejano oeste y este imperativo social de imagen pesada no tiene nada que ver con lo que es en realidad”, dice Petersen.
Para Petersen la mística de esta bebida es distinta para hombres y para mujeres. “El hombre es menos aventurero en ese sentido, en general un grupo de amigos que sale te pide siempre el mismo whisky. Quizás la mujer viene y se sienta, mujeres de 50 y 60 años que empiezan a preguntar cosas y son más curiosas y como la mujer no tiene el peso social del whisky asociado al macho, son más aventureras”. A mi, lo que más me gusta del whisky es que puedo disfrutarlo y tomarlo muy despacio, esa es la mejor cualidad.
1) Estar dispuestas a abrirse a esa experiencia es el paso esencial.
2) Si es tu primera incursión, le agregás algo como agua natural sin hielo. Pero también recomiendo poner 3 hielos -en vez de dos- mientras que uno paulatinamente va acostumbrando el paladar.
3) Se puede empezar por maltas como la de los whiskys irlandeses que tienen más destilaciones y son más suaves en la boca como un Jameson.
4) Pasar a una malta escocesa como el Glen Livet y de ahí pasar a un blend en donde se mezclan distintas maltas de whisky como el Johnny Walker Green Label.
5 ) Reservar una malta escocesa como Caol ila, una malta con mucha turba, que es un proceso que le hacen a la malta antes de prepararla y le da gusto a humo.
6) La posta del whisky es acompañarlo postres fuertes como cremosos de chocolate o postres con caramelo.
7 ) Una buena idea es empezar a tomar tragos con whisky para empezar a hacerse amiga, a saber:
– Old Fashion: base de whisky bourbon, rodajas de naranja, azúcar, angostura, depende el lugar le ponen un poco de soda.
– Mint Julep: whisky americano, hielo y menta, algunos lugares le ponen un poco de jugo de limón.
– Rob Roy: se usa un scotch, un vermú dulce y un poco de angostura.