¡Manzana y miel! Comenzó el nuevo año judío.
Por Andrés Kilstein
Como muchos saben, en esta semana se celebra Rosh Hashaná, el año nuevo judío. La fecha no podría pasar desapercibida para un blog titulado Der Bessaraber y un blogger llamado Kilstein Grinstein (sí, mi madre y mi padre conspiraron para que yo porte un doble apellido judío, formado por dos voces demasiado próximas entre sí).
En Rosh Hashaná se conmemora nada menos que la creación del Universo. Ahora bien, apenas empezamos y ya surge un pequeño problema: la Torá no dice palabra sobre la fecha en que ocurrió evento tan trascendente. Se limita a decir: “En el principio creó Dios…”. Sí, bueno, no dudo de que fue al principio, ¿pero no era posible para quien tuviese en sus manos la responsabilidad de tan sagrada escritura arrojar un poco más de precisión?
El tema tuvo que ser saldado por un debate entre estudiosos. Mientras que Rabí Jehoshua sostenía que el Universo tuvo que haber sido creado en la primavera del hemisferio norte (así lo indicarían la resurrección de los colores y la vida natural), Rabí Eliezer era partidario de la Creación otoñal. ¿En otoño? ¿No es una visión verdaderamente melancólica del Universo? ¿No es una mirada del mundo que no se deja ilusionar fácilmente? Con el espíritu que acompaña al judaismo, la opción otoñal fue la que se impuso entre los eruditos y la que abrazamos hoy en día, incluso cuando aquí abajo asomen los primeros calores.
¿Pero por qué la fecha en que se creó el Universo debió ser sometida a un arbitraje de sabiondos? ¿Es justo que la mayoría de los elementos que ponen color a las celebraciones hebraicas no figuren en el Libro y surjan de comentarios sobre comentarios basados en interpretaciones que algún comentarista hizo sobre Maimónides, el gran sabio del Magreb, que a su vez comentaba las lecturas de los grandes estudiosos que lo antecedieron? Y en medio de este enredo litúrgico, ¿cuándo surge el matzá (pan ácimo) bañado en chocolate?
Quisiera entregar algunas claves para que aquellos que no son judíos comprendan esta celebración (incluso los atrevidos que separan al “Woody Allen de ahora” del “Woody Allen de siempre”):
1) Son dos noches (no una sola como en el calendario cristiano), acompañadas por dos feriados laborales que los jefes más open minded ya aprendieron a respetar.
2) Se consumen alimentos dulces augurando un dulce año. La manzana con miel es la estrella de la celebración, pero su único significado es el de transmitir dulzura. (Nadie intente encontrar un significado adicional en que la manzana es la fruta que la serpiente ofreció a Adán. En realidad no era una manzana sino el fruto del Arbol de la Sabiduría).
3) Tradicionalmente al dueño de casa se le servía una cabeza de pescado, evocando el versículo bíblico: “Y te pondrá Dios por cabeza y no por cola”.
4) Se hace el rito del Tashlij, que consiste en arrojar monedas o migas de pan a un río o mar, como forma de deshacerse de los pecados. Río o mar me resultan indiferentes. Pero, no podría precisar por qué, prefiero arrojar migas de pan.
5) El último día, la ceremonia concluye con el sonido del Shofar, un cuerno de carnero u otro animal kosher, que señala que ya hemos sido inscriptos en el Libro de la Vida, y nuestros nombres rubricados. Oimen !