El espacio de arte de la Colección Amalia Lacroze de Fortabat siempre fue, desde que abrió en 2008, un escenario espectacular con su diseño de punta con firma del arquitecto uruguayo Rafael Viñoly y una ubicación cinematográfica sobre el dique 4 de Puerto Madero. Sin embargo, hasta hace no tanto, era un lugar más bien hermético destinado sobre todo a turistas. Esa era su imagen. De un tiempo a esta parte, eso está cambiando: ahora el Fortabat le está abriendo sus puertas a un público local generando proyectos que priorizan el arte argentino.
Con tres o cuatro muestras atractivas que plantean hipótesis sólidas, muestras nunca antes vistas, y originales como la que se realizó este año sobre las distintas entregas argentinas en la Bienal de Venecia. Son muestras que desarrollan curadores prestigiosos y especializados. Hasta el 12 de enero, la muestra vigente es sobre Luis. F Benedit («Genealogías del Campo Argentino») pintor y arquitecto (1937-2011). Su curador, uno de los más relevantes de la escena del arte nacional: Rodrigo Alonso. Maleva la recorrió junto a él.
Nos sentamos en el medio de la sala aún vacía, esperando a los primeros visitantes. Lo que para Rodrigo es relativamente pequeño a nosotros nos parece inmenso, ¿cómo se llena semejante espacio? Las paredes están plagadas de obras de todo tipo, pinturas, dibujos, objetos, de estilo pop, figurativo y conceptual. Una pequeña escultura del propio Benedit vestido como hombre de campo nos da la bienvenida. Se me pone la piel de gallina, su presencia es innegable. Fue una charla jugosa en la que se debatió sobre la obra de Benedit, el rol del curador, el panorama del circuito artístico local y el cambio de imagen del espacio de arte de Puerto Madero.
¿Qué significa Luis Fernando Benedit para la historia del arte argentino? Fue un artista clave por muchos motivos, en primer lugar por la época que le tocó vivir, empezó a trabajar en los sesenta para terminar de desarrollarse en la década del setenta, donde tuvo un protagonismo marcado. Representó a la Argentina en la bienal de Venecia y fue el primero en exponer en el espacio de proyectos del Museo de arte moderno de Nueva York. Todo esto lo ubicó como un artista de extrema importancia. Otro aspecto fundamental es que tuvo continuidad a lo largo de su carrera y nunca desapareció. Era arquitecto, pintor, escultor, manejaba el dibujo y la acuarela y todo lo hacía bien. Al mismo tiempo era una persona muy preocupada por la investigación y la historia argentina. ¿Cómo se hace un recorte de la obra de un artista tan heterogéneo y plural? Decidimos hacer una muestra que de cierta manera es retrospectiva, pero eligiendo un solo tema que es el del campo, al cual recurría permanentemente. Se centraba en varios artista que han quedado olvidados, como Molina Campos o Palliere, haciendo un cruce constante entre lo que es vanguardia y tradición, pero presentado como un problema y no algo distintivo o nostálgico. Benedit murió hace poco y aún no se ha hecho una muestra retrospectiva completa porque al ser tan prolífico hay mucha producción para revisar. Es un proyecto pendiente que en algún momento deberá concretarse y esto es un primer paso para lograrlo.
«Lo que para Rodrigo es relativamente pequeño a nosotros nos parece inmenso, ¿cómo se llena semejante espacio? Las paredes están plagadas de obras de todo tipo, pinturas, dibujos, objetos, de estilo pop, figurativo y conceptual. Una pequeña escultura del propio Benedit vestido como hombre de campo nos da la bienvenida. Se me pone la piel de gallina, su presencia es innegable.»
¿De qué manera te acercaste a su obra?
Trabajé con la familia durante mucho tiempo y estudié sus muestras más importantes que fueron varias. Además tuve la suerte de haberlo conocido, era una persona muy generosa e involucrada, que hizo mucho por el arte argentino más allá de su labor como artista plástico. Fue director del Fondo Nacional de las Artes e hizo muchas acciones que beneficiaron a los artistas de la época. ¿Sentís que ha cambiado el rol del curador a lo largo de los últimos diez años? Ha cambiado mucho y se ha ido conformando, hace diez años atrás, que no es tanto tiempo. La figura del curador estaba desdibujada. Sin embargo ahora la curaduría esta vista como una labor profesional que requiere mucho trabajo e investigación. Hoy uno no va a una muestra simplemente a mirar obras colgadas. Aún así muchas personas siguen pensando que los curadores colgamos cuadros… (Nota de la revista: Meli Boratyn también es curadora)Es porque todavía está en el imaginario colectivo la idea de que el curador es aquel que selecciona obra y nada más, cuando en realidad si este trabaja como debe uno se va a encontrar con algo que le produzca algún tipo de pensamiento. Y eso implica un riesgo, en esta muestra yo decidí presentar esto, pero otro podría estar totalmente en desacuerdo. Lo interesante es que uno presenta una mirada y con eso demuestra que existe alguien detrás de esta presentación.
«Benedit fue un artista clave. En la década del setenta tuvo un protagonismo marcado. Representó a la Argentina en la bienal de Venecia y fue el primero en exponer en el espacio de proyectos del museo de arte moderno de Nueva York. Todo esto lo ubicó como un artista de extrema importancia.»
¿Qué buscas generar en el público que viene a ver una muestra curada por vos? Intento generar una provocación al pensamiento, me interesa mucho la cuestión educativa, en especial cuando trabajo con instituciones, que la gente pueda interiorizarse y entender lo que está viendo, porque uno tiene la responsabilidad de formar, por eso los textos en las salas son fundamentales, después si la gente no los quiere leer que no lo haga, pero soy de la idea de que hay que educar porque nadie tiene porque nacer sabiendo. ¿Cuando trabajas con instituciones que tienen una colección permanente, intentas que tu muestra dialogue con ella? Sí claro, porque podemos hacer notar a la gente que el coleccionista ocupa un rol muy importante, porque preserva y defiende las obras que adquiere, las presta para que otros puedan verlas. Ellos son consientes de esa situación y por eso muchas veces terminan siendo igual o hasta más de importantes que las propias instituciones.
«Definitivamente, el Fortabat hasta hace poco estaba centrado únicamente en la colección por lo que estaba muy cerrado al público y era visitado prácticamente por turistas. Ahora busca poder brindarle algo a la sociedad abriendo el espacio con este tipo de exposiciones que indagan en temas que no han sido tratados hasta ahora. Esto atrae mucho más público.»
¿Cuál es tu percepción con respecto al panorama del arte actual? ¡Qué pregunta! Creo que como siempre está bien y mal, porque si bien hay muchos artistas con un nivel muy alto, en general no hay instituciones fuertes que puedan brindarles apoyo. El circuito funciona en gran parte por el esfuerzo que hacen ellos para poder seguir creciendo y produciendo su obra. Son pocos los artistas que pueden vivir de la venta, que tienen un contrato con una galería o el apoyo de alguien que los financie, como sucedía en la década de los ‘90 con la Fundación Antorchas por ejemplo que proporcionaba becas o subsidios. Eso hoy es prácticamente imposible de conseguir.
«Es muy positivo que vengan artistas de afuera (Kusama, Mueck) para que nosotros podamos conocer lo que sucede en el exterior, pienso que hay que lograr que la gente haga las dos cosas, que vean a Mueck pero también a Benedit.»
Este año hiciste otra muestra “Berni y las representaciones argentinas en la bienal de Venecia” gracias a que el Fortabat decidió incorporar un programa de muestras que revalorizan las expresiones y artistas de nuestro país. ¿Sentís que esto les permitió crecer y reposicionarse? Definitivamente, el Fortabat hasta hace poco estaba centrado únicamente en la colección por lo que estaba muy cerrado al público y era visitado prácticamente por turistas. Ahora busca poder brindarle algo a la sociedad abriendo el espacio con este tipo de exposiciones que indagan en temas que no han sido tratados hasta ahora. Esto atrae mucho más público que lentamente empieza a entender que es una institución fuerte dentro del circuito artístico, generando un cambio de imagen y posicionamiento positivo. Habiendo cada vez más muestras “blockbuster” como Yayoi Kusama en Malba o Ron Mueck en Proa, ¿Qué se puede hacer para llamar la atención del público y que quieran visitar muestras enfocadas en el arte argentino? Si bien es muy positivo que vengan artistas de afuera para que nosotros podamos conocer lo que sucede en el exterior, pienso que hay que lograr que la gente haga las dos cosas, que vean a Mueck pero también a Benedit, algo difícil porque el poder de esos artistas es mediático. Sin embargo no hay que desear hacer muestras masivas sino más bien pequeñas, para trabajar con un público interesado e incentivando el aprendizaje. Los chicos hoy quieren aproximarse más al arte y muchas veces son ellos los que llevan a sus padres a los museos.
¿Sentís que el Fortabat necesitaría un curador permanente? ¿Ocuparías ese lugar?
La verdad es que no me animo a cumplir ese rol porque me gusta ser independiente, pero tampoco sé si es necesario que alguien cubra ese puesto hoy. Está bien empezar de a poco como han hecho ellos, llamando a diferentes curadores invitados para determinados proyectos, ir creciendo paso a paso y no querer abarcarlo todo de golpe porque no podrían sostenerlo.