Desde que tengo memoria había cosas que solo podíamos comer en Uruguay y que en Buenos Aires no conseguíamos. Mis abuelos traían a veces dulce de leche, mermeladas y snacks que ponían sobre la mesa del té en su casa de Belgrano y que, inevitablemente, al comerlos, me transportaban a los días de verano en las costas del país vecino.
Muchas veces no se trataba de productos súper exclusivos ni caros, simplemente de pequeños sabores que por ser de allá eran distintos, donde lo que importaba realmente era la calidad de la materia prima y el encanto de la teletransportación en cada bocado.
«Hoy, con las conocidas restricciones a la importación en Argentina, de Uruguay no solo traemos aquellos productos de industria nacional que nos vuelven locos, sino también aprovechamos para conseguir delicias importadas que no se consiguen en Buenos Aires -o sí pero a precios muy altos y de algún proveedor por Mercado Libre.»
Hoy, con las conocidas restricciones a la importación en Argentina, de Uruguay no solo traemos aquellos productos de industria nacional que nos vuelven locos, sino también aprovechamos para conseguir delicias importadas que no se consiguen en Buenos Aires -o sí pero a precios muy altos y de algún proveedor por Mercado Libre.
Luego de un largo paseo por Tienda Inglesa y el Shopping Miguel en Punta del Este, de una breve encuesta realizada por Facebook y de un viaje en el tiempo a mi memoria afectiva, esta es la lista de aquellos productos que sí o sí tenés que traer en la valija de tu próximo viaje a Uruguay.
Esta es la lista de productos que sí o sí tenés que traer en la valija cuando cruces el charco:
Snacks y saladitos:
Cuenta la historia que la marca fue creada en los años 70 por un emprendedor de origen polaco, J. C. Ciosek, que se dedicaba a la distribución de productos hacinados en el departamento de Maldonado. Uno de sus clientes era Manuel, un español que elaboraba papas fritas de manera artesanal. Un día, Ciosek le propone encargarse de la distribución de sus productos y ahí el español le ofrece venderle toda su fábrica. Luego de negociaciones y esfuerzos de las dos partes, Ciosek compra la fábrica y comienza, en 1980, a manejar la marca Manolo con producción en Punta del Este y distribución a todo el país. Las papas de Manolo son más saladas, más grasosas y más gruesas que cualquier papa frita que hayas probado en el mundo y por eso son irreemplazables. Dentro de la marca también se producen los famosos Polakitos, palitos salados con gusto a cebolla, queso, picante o jamón, favoritos de muchos argentinos que visitan Uruguay.
Snacks importados hay de todo pero estos que encontramos en Tienda Inglesa son un hallazgo, cuestan $80 pesos uruguayos (alrededor de 3 dólares) y en serio que son una delicia con un ticket de ida a un viaje por Estados Unidos.
Para los foodies:
La clave es llevarse la sal marina, el condimento para pollo y el de hamburguesas y el mix de pimienta. Además, en la misma estantería, se consigue el pimentón español De la Vera y buenas variedades de azafrán.
Para cocinar de forma más saludable muchos cocineros reemplazan el aceite o la manteca por el aceite de coco. Se usa especialmente para panes, masas y postres dulces veganos. Es sólido a temperatura ambiente por eso se conoce como “manteca vegana”, el de Prana es muy bueno y se consigue en Tienda Inglesa.
Hablando de vida sana, el último grito de la moda en comida saludable y vegana es la miel de agave, un endulzante como el azúcar o la miel pero menos procesado, menos dulce y mucho más sano. En Argentina es muy difícil de conseguir pero en Uruguay hay variedad de marcas al alcance de la mano. Lo bueno de la miel de agave es que tiene un índice glucémico más bajo por lo que es tolerado por diabéticos y por celiácos porque está libre de gluten. Además es bajo en calorías y tiene vitaminas, hierro, fósforo y proteínas y es orgánico porque proviene de la savia líquida del interior de la penca del agave azul, una planta que crece en México y de la cual se obtiene también el tequila.
A Uruguay llegan todo tipo de pastas italianas, en todas sus formas, colores y tamaños. Es cierto que en Buenos Aires también se consiguen pero no en tanta variedad y a un mayor precio. Otro must pero de industria uruguaya es el arroz aromatizado urumati de la marca Saman.
Aderezos:
En Buenos Aires se lo suele conseguir en el barrio Chino o en algún mercadito especializado y bastante caro, en Uruguay está más accesible y en envase de plástico o vidrio.
Todas y cada una de ellas son imprescindibles.
¿Quesos?
Más difícil de autoimportar -por la barrera sanitaria y por mantenerlos frescos todo el viaje- en Uruguay son muy buenos los lacteos en general y los quesos en particular.
Se trata de un queso para untar con más sabor y consistencia que cualquier queso crema.
Importados, desde Francia y el mundo, se consiguen también variedades de brie, parmesano, camambert y queso azul. Los top top son el Bonjour de France, el Coeur de Lion, los mini BabyBel y el Parmiggiano Stick de Senza Crosta, literalmente un palito de queso parmesano para comer solo o rayado con pastas o arroces.
Drinks on the rocks:
Un vino de corte producido a partir de la mezcla de vino espumante dulce y vino blanco seco. El más conocido es el Roldós, que se llama así por un famoso restaurante del puerto de Montevideo. Durante años, el medio y medio se elaboraba de forma artesanal, es decir: medio vaso de espumante y medio de vino blanco. Hoy son varias las bodegas que lo producen y embotellan de forma industrial.
Traer vino de Uruguay a la Argentina puede parecer una idea un tanto sonza. Pero la uva emblema del país vecino es el tannat y hay varias producciones que vale la pena probar como por ejemplo el Amat Tannat Cerro Chapeau o el Pisano Premium Reserva así como también el Bouza Tannat (alrededor de 54 dólares la botella).
En cuanto a precio y accesibilidad, algunos aperitivos y bebidas blancas se consiguen en muy buenas oportunidades en varios supermercados locales. Encontramos por ejemplo buenos precios para el gin Hendrick’s o los vodka Belvedere, Pravda y Ciroc.
Se pueden conseguir el Macallan, el Grand Old Parr y un excelente Chivas Royal Ruby Flagon 21 po250 dólares. Para paladares exigentes, junto a varias ediciones de Pommery se destaca el champagne francés Cristal de Roederer (alrededor de 500 dólares la botella). Dicen los locales que personajes argentinos como Diego Armando Maradona compraba en cantidades.
Estas se entremezclan con las conocidas marcas internacionales, encontramos un Bloody Mary Mix de Tabasco -bebida a base de jugo de tomate con especias- que resulta el ingrediente perfecto para preparar un riquísimo Bloody Mary y los licores españoles de la marca Tolon Tolon de chocolate y leche merengada que a algunos recordará alguna cancioncilla de la infancia.
En el sector de las cervezas hay variedad de importadas como la rusa Baltika o la AKDAMM y para los fanáticos (y nostálgicos), un pack de la local Zillertal nos hará felices una tarde de otoño de vuelta en Buenos Aires recordando los pasados días frente al mar.
Dulces y conservas:
Número uno en un ranking amateur pero con vasta experiencia en viajes al Uruguay, de cosas dulces que uno puede traerse de aquel país hay dos ítems clave: mermelada de higos y dulce de leche.
Fundada por la familia Bonjour hace más de 50 años, esta empresa con base en La Paz, cerca de Colonia, lidera el mercado de mermeladas y dulces en este país. Es especial el de higos pero también muy bueno el de arándanos.
En cuanto a dulce de leche, como también pasa en Argentina, el público se divide. Hay quienes aman a Lapataia (que igual en Buenos Aires se consigue) y quienes, fiel a la industria nacional de siempre y sin grandes estrategias de marketing, se quedan con Conaprole. También vale la pena traerse para probar el dulce de leche de la finca Narbona.
Importados también hay, como los de Bonne Mamman (el de frutilla riquísimo) y los de Frank Cooper’s. Además se consiguen algunas delicias de Brasil como el dulce de goaiaba Stella de Oro y los dulces de banana.
Golosinas y chocolates:
De guardar lo mejor para el final, el rincón de los chicos, o esos placeres dulces con los que nos desquitamos cualquier noche antesde dormir, Uruguay se las trae.
Estas galletitas tienen sus fanáticos por todo el mundo y hay unas que como nunca cambian, nunca fallan: las de triple oblea de chocolate. A llevarse un paquete mínimo pero a saber: no tienen el mismo sabor en tu departamento de Capital Federal que en la playa, mirando al horizonte, luego de un baño de mar.
Este es otro must, que luego se rellenan con el dulce de leche de nuestra preferencia y con la técnica que mejor manejemos: cuchillo al fondo, cucharita y después soplar, sopapa al revés o incluso con una manga de cocinero, para los más foodies.
En versión Milano, Sausalito, Brussels, o Geneva, una más rica que la otra. También se consiguen latas de los bastoncitos Caprice, en todos los tamaños y sabores y unos chocolates que se llaman Chocolas 36 que tienen la forma y el espesor de una papa frita Pringles pero todo de chocolate con almendras.
Para bajar toda esta dulzura también está bueno traerse alguna variedad de las miles que se consiguen de te Twinnings.
Y aunque todo quizás sea mucho (¡y hay más!), y aunque pensemos que son cosas que no vamos a consumir en el momento, vale la pena parar y pensar que son muy buenas oportunidades y que cuando estemos de vuelta en casa vamos a agradecer tener en la alacena un pedacito de Uruguay para sumar a la comida de cada día. Porque podemos vivir sin ellos, ¡pero cuánto más rico va a ser si los tenemos!