EN SUCRE 664 – BAJO BELGRANO
“Comé plantas, comé rico, tomá más agua, probá cosas nuevas”, reza el manifiesto –un tanto mandón- de Narda Comedor. Abrió sus puertas en octubre y sin demasiadas pretensiones, proponiendo una cocina de estación y con los vegetales como protagonistas de todo. “No tiramos comida”, promete otra viñeta de su credencial. Todo se aprovecha al máximo e incluso se revalorizan productos olvidados, los bien llamados “héroes anónimos”. Lo que no es anónimo son sus ingredientes: se sabe exactamente de dónde viene cada gramo de materia prima, siendo así una cocina consciente y responsable. El lugar es todo luz natural, vistas al parque y un ambiente informal donde todos son bienvenidos a toda hora del día, incluso los más chicos. Cada rincón de su cocina está a la vista, acto de franqueza total. Es lo que es. Te guste o no. Aunque seguramente te encante.
«El lugar es todo luz natural, vistas al parque y un ambiente informal donde todos son bienvenidos a toda hora del día, incluso los más chicos. Cada rincón de su cocina está a la vista, acto de franqueza total. Es lo que es. Te guste o no. Aunque seguramente te encante.»
Le preguntamos a Narda qué la llevó a elegir esta locación para volver liderar un restaurante, después de 16 años: “El verde, la plaza, los bosques que hay que atravesar para llegar. Nunca hay tráfico, está cerca de todo pero tiene otro ritmo”, comenta. “Todo mi equipo es fan del Pasticciotto de Donato”, asegura sobre la armoniosa convivencia y el mutuo respeto. “Somos todos amigos y tenemos planes de hacer cosas juntos”, remata. ¡Habrá que permanecer atentos!
Fotos: gentileza Narda Lepes.