De qué manera se relacionan una escalera que se eleva hasta el cielo, paredes repletas con mensajes o una serie de instrucciones?.
La primera retrospectiva de Yoko Ono en nuestro país se presenta en el Museo MALBA hasta el 31 de octubre e incluye todo eso, invitándonos a transitar por diversas instancias, sensaciones y desafíos que debemos asumir con valentía y deseo, ya que sin la participación del espectador la exposición no existe. Esta es una de las nociones fundamentales del arte contemporáneo, que surge en los años 50 y se intensifica en los 60 gracias a artistas, que como Ono, se debatían de que manera podían correr lo límites establecidos del mundo de arte de su tiempo.
Yoko no sólo fue la mujer de John Lennon, sino una de las figuras centrales de la escena de Nueva York, vinculada al movimiento Fluxus y a las manifestaciones conceptuales de participación, además de provenir de una de las familias más tradicionales y poderosas de Japón, por lo que desde muy pequeña fue instruida en el arte, además de convertirse en la primer mujer admitida en la carrera de Filosofía de la universidad Gakushuin.
Films experimentales, performance, acciones y por supuesto sus emblemáticas instrucciones son algunas de las obras que se presentan en «Dream come true», donde se comprende el concepto fundante de Yoko, en donde la obra como objeto material ya no es primordial sino que lo que prevalece son las ideas. Es por eso que los más de 80 trabajos que podemos vivenciar pueden ser realizadas en cualquier lugar y momento. Por sobre todo lo que se destaca de la muestra es el mensaje que la artista viene difundiendo desde sus inicios, manifestándose a favor de la paz en el mundo, los derechos de las mujeres y el cuidado del medioambiente entre otras cosas.
«La “Pintura del sí”, es la primera obra que John Lennon vio la noche que visitó la muestra de Yoko en «Indica Gallery» (Londres) en 1966. La historia cuenta que desde ese momento nunca se volvieron a separar.»
En el comienzo del recorrido una fila de personas espera para subir una escalera. Cuando llegan a la punta toman una lupa y parecen estar buscando algo… ese algo es la palabra sí, y la obra es “Pintura del sí”, la primera que John Lennon vio la noche que visitó la muestra de Yoko en «Indica Gallery» (Londres) en 1966. La historia cuenta que desde ese momento nunca se volvieron a separar. Con respecto a esta famosa pieza, él la describiría como alegre y esperanzadora.
Las cuatro experiencias que se presentan a continuación apelan a la participación del público y es interesante ver el entusiasmo de las personas por dejar su huella. Primero «Mi mami es hermosa», una pared que invita a dejar un mensaje o recuerdo de nuestras madres, transformándose en un gran homenaje a las mujeres argentinas. En la segunda pieza “Pintura añade color” la consigna es llenar la tela, el espacio y el mundo de color. Por otro lado un inmenso mural de mapas propone dejar un mensaje bajo la instrucción “estampa la paz en la ciudad que quieras”.
«A pesar de que “Dream come true” pueda parecer un proyecto conceptual y complejo, es todo lo contrario. Es una experiencia abierta a la participación y conexión con el otro.»
A continuación se despliega una gran mesa y varios estantes con platos que parecen haber sido reparados, o re-diseñados. En vinculación con la cultura Japonesa, muy presente en la vida de Yoko, y la metáfora de Kintsugi, el concepto tiene que ver con la reparación como parte de la historia de un objeto, por lo que no debe ser ocultado ni disfrazado. De esta manera frente a las cerámica rotas la artista nos propone crear algo nuevo, preservando y valorizando el daño e incluso transformándolo en algo bello. A su vez, este trabajo puede ser pensado como una acción sanadora para el público. Cada instancia incita a la libertad de expresión y no sólo emociona desde el hacer sino que nos hace manifestarnos por medio de gestos mínimos que generados en conjunto se transforman en un mensaje poderoso.
“Enciende un fósforo y obsérvalo hasta que se consuma” fue la primera obra de instrucción que Ono realizó en 1955. Lo que se presenta en la muestra es el video que filmó once años más tarde, donde se puede materializar una de sus tantas invitaciones a accionar. En el extremo opuesto de la sala se encuentra la emblemática performance “Pieza corte” de 1964, donde una muy joven Yoko sentada sobre un escenario invita al público a tomar una tijera y cortar un pedazo de sus ropas. Se expone y corre el riesgo de que pueda ocurrir cualquier cosa. Tanto ella como el espectador son la obra que al mismo tiempo no existe más que como una idea. El instinto natural del hombre florece y es imposible no sentirse impactado frente a esta imagen.
«Un brillante teléfono rojo descansa sobre un pedestal. Todos atienden ansiosos, pero será sólo uno el afortunado que podrá hablar con Yoko Ono antes del cierre de la muestra. Esto tiene un valor especial teniendo en cuenta que ella no pudo estar presente en la inauguración por cuestiones de salud.»
En términos generales, las instrucciones son la parte central de esta muestra que los curadores Gunnar B. Kvaran y Agustín Pérez Rubio analizaron meticulosamente junto a la artista, buscando aquellas obras que tuvieran detrás una invitación a participar. Sube una escalera, deja que una mosca camine sobre el cuerpo de una mujer, pásate un año tosiendo y ríndete a la paz son sólo algunas de esas invitaciones, que no sólo pueden verse en las salas de la exposición sino que lentamente irán apareciendo en la vía pública en distintos puntos de la ciudad.
Por último son tres las obras que sorprenden, por un lado un brillante teléfono rojo que descansa sobre un pedestal. Todos atienden ansiosos, pero será sólo uno el afortunado que podrá hablar con Yoko Ono antes del cierre de la muestra. Esto tiene un valor especial teniendo en cuenta que ella no pudo estar presente en la inauguración por cuestiones de salud.
Por otro lado encontrarán una extensa fila de papeles con miradas y mensajes. La pieza se llama “Resurgiendo” y a través de ella la artista invita a mujeres a que cuenten de manera anónima historias de abuso y maltrato. Hasta ahora el museo ha recibido más de mil. Esta es la instancia más impactante, en la que uno verdaderamente se pone en la piel del otro. Provoca temor, impotencia pero también esperanza, ya que muchas de estas valientes mujeres hablan de superación. Nuevamente y a pesar de que Yoko no está presente logra movilizar.
La última parada obligada es en la terraza del museo donde se encuentra “Wish Tree”, cinco arboles de las cuales cuelgan cientos de deseos. Aquí no sólo dejen el suyo sino que lean los otros y sorpréndanse.
A pesar de que “Dream come true” pueda parecer un proyecto conceptual y complejo, es todo lo contrario. Es una experiencia abierta a la participación y conexión con el otro, un mensaje de que puede existir un mundo mejor y el deseo de que nos rindamos a la paz.
