Por Anastasia García Pinto
Las joyas tuvieron una multitud de usos a lo largo de la historia y casi siempre fueron empleadas para denotar status. En la antigua Roma, sólo ciertos rangos podían llevar anillos, hasta el punto de promulgarse una serie de leyes suntuarias que, entre otras cosas, indicaban el tipo de joyas que se podían vestir en función del rango.
Si hay un circuito en Buenos Aires que refleja distinción es el de las joyerías del barrio de la Recoleta. Las marcas más exclusivas nacionales e internacionales se lucen sobre todo en la Avenida Alvear. El abanico en exposición es variado, desde las alhajas de alta gama hasta piezas autóctonas que suelen atraer a los turistas. Maleva te lleva de recorrido por las joyerías que más se destacan:
Santarelli es una joyería que empezó en 1926, hace casi 100 años. Tradicional si las hay, el primer local se inauguró en la calle Sarmiento, para luego mudarse a Florida. En 1986 vino la apertura del local de la Avenida Alvear 1845. Miguel Santarelli era un joyero que fundó la firma que lleva su nombre a principios del siglo pasado. Miguel llegó a la Argentina desde su Italia natal en 1913. Desde sus inicios buscó ser un referente de excelencia, calidad y absoluta confianza. Al fundador lo sucedió su hijo Alberto y hoy, dos de sus nietos, Gustavo y Miguel, se desempeñan en la firma. Santarelli sigue encarando con optimismo su legado, comercializando una extraordinaria colección de platería antigua europea y argentina, las más prestigiosas marcas de relojes y una exquisita gama de diseños de joyería que buscan combinar vanguardia y tradición, elegancia con practicidad. Miguel confiesa que le venden por igual a locales y extranjeros, no tienen un preferencial en ese sentido. Hay que recordar que sobre la elegante zona de la Avenida Alvear se encuentran los hoteles más pretigiosos, por ende, una clientela exclusiva con gusto sofisticado es habitué del local. “Entre los materiales de las piezas trabajamos con plata y oro, piedras preciosas y semi preciosas, platino. Todo es de acá, salvo la platería que se compra en el mercado. Los relojes son importados: Rolex y Omega. Al principio sólo teníamos joyería tradicional pero después incorporamos antigüedades y relojes. También incursionamos en una joyería más exótica: con marfiles y piedras duras, que corresponden a diseños orientales”, cuenta Miguel orgulloso.
Continuando con las joyerías tradicionales, en la lista está también Jean-Pierre (Av. Alvear 1892). Ya en su sexta generación de joyeros y pionera de la Avenida Alvear, asegura sin dudas, conocimiento, experiencia y dedicación en el tema. Además de contar con reconocimiento internacional, ocupa un lugar destacado en la Argentina. Esta familia de joyeros, que se instaló en Buenos Aires hace más de 80 años, impuso un estilo propio que refleja en cada una de sus piezas. Jean-Pierre Stad nació en Paris, ciudad de la luz, del arte y la estética. Desde muy joven se fascinó con las joyas, y rodeado de artistas prestigiosos y grandes orfebres adquirió experiencia en su Francia natal. Únicas en calidad y garantía, sus colecciones sobresalen por elegancia, distinción y energía. Florencia Boskis Stad es diseñadora de Jean-Pierre. Ella define la marca como “alta joyería y joyería de moda”. Tienen joyas hechas en Argentina a mano inspiradas en los grandes diseñadores europeos, joyas que marcan tendencia. El cliente más fuerte son las mujeres muy femeninas a las que les gusta la elegancia. Florencia asegura que la antigüedad de la joyería, que tiene una trayectoria de más de medio siglo, impone su estilo y marca tendencias. Entre los materiales que usan se destacan los brillantes que siguen siendo los protagonistas absolutos de la noche. El oro amarillo, blanco o rosa combinado con piedras preciosas, tales como zafiros amarillos, y semipreciosas, como ágatas y citrinos, da origen a una línea con espíritu y diseño contemporáneo.
Dentro de la Galería Alvear se encuentra la joyería de Yazmyn Ríos Alegría (Av. Alvear 1777 Local 16 y 17), peruana de nacimiento pero nacionalizada argentina, que ofrece joyería precolombina, platería y accesorios de decoración con un sello norteño. Sus productos son artesanales con cuero, piedras y telares, combinados con plata. Yazmyn empezó su emprendimiento hace 15 años y ya es una referencia obligada en la Galería Alvear. En diálogo con Maleva comentó: “Empecé primero en las ferias, después me instalé en casa y hace tiempo que tengo este local”. Con un éxito rotundo, sus mayores clientes son los turistas que desfilan sobre la avenida más paqueta, recorrido obligatorio durante su estadía en Buenos Aires. Ella define su marca como “diferente pero autóctona”. Sus diseños indígenas atraen a los extranjeros que buscan salir un poco de la joyería tradicional. Además buscan productos “homemade”, hechos a mano, de buena calidad.
La Avenida Alvear es el corazón de la alta moda local, la joyería y las antigüedades. En los 90 se instalaron las más prestigiosas firmas del mercado del lujo internacional. Pero desviando un poco la dirección hacia Ayacucho 1870 esquina Quintana, está el local Taína que tiene una propuesta interesante. Jeanette Formoso empezó su proyecto de joyería en 2005 cuando vivía en República Dominicana. Los aires caribeños la inspiraron para traer una línea única para estos pagos. En 2008 se vino a vivir ala Argentina y abrió su local que cuenta con piezas de plata, oro, piedras, semillas, pieles, cueros y telares. Pero lo que más la destaca son sus joyas con coral, ámbar y carey (concha de tortuga). “El público se enloquece con este tipo de joyería porque lo ve como algo original, llamativo, propio de un estilo tropical pero fino. La gente busca nuevas experiencias, a veces salir un poco de lo ordinario. Por eso elegí diferenciarme y crear una línea única”. También agregó a su marca accesorios, decoración e indumentaria. Ella dice que todo lo que vende son productos étnicos con diseño, porque tiene una joyería contemporánea pero “sin perder la esencia de los orígenes”.
Sin dudas, las joyerías son un elemento clave para hacer de la Recoleta y la Avenida Alvear un eje de sofisticación porteña.