Pocos bares de la ciudad conservan la magia aristocrática como Milión en su palacete de Recoleta con jardín, balcón inmenso y habitaciones con techos altísimos. Por todas estas condiciones resulta natural que aparezcan propuestas como Pase y Cierre la puerta, un dispositivo performático ecléctico por el que se puede pasear durante tres horas encontrándose con algo completamente diferente en cada momento del recorrido. Juan Ignacio Retamal, artista productor y creador de la propuesta, le explicó a Maleva: “La idea es que el espectador deje ese lugar pasivo, que se meta, juegue e improvise con el actor. Que lo sorprenda. La obra no se completa hasta que no entra el público, que a la vez plantea su propio recorrido con libertad”. Esta es la crónica del paseo que trazamos el miércoles a la noche.
«Juan Ignacio Retamal, artista productor y creador de la propuesta, le explicó a Maleva: “La idea es que el espectador deje ese lugar pasivo, que se meta, juegue e improvise con el actor. Que lo sorprenda.»
El viaje empezó antes de entrar, porque hasta la vidriera de la puerta estuvo intervenida captando la atención de los que dejaban el centro a hora pico. “Creo que es arte”, se escuchó al pasar. El protagonista de lo que era el cuarto número 8, “Mira hacia adentro” conceptualizado por Vidrieras Estratégicas, era el actor Luciano Rosini que vestido de blanco y acompañado por una mesa de botellas, copas y otras piezas de cristalería, era filmado mientras creaba sombras y reflejos caleidoscópicos en la pared de fondo.
«Una mezcla entre invernadero y reality show. De la habitación número 4 la música se proyectaba casi hasta la planta baja. Es que allí ocurría “Feliz NO cumpleaños”, una performance inspirada en la clásica escena de Alicia en el país de las maravillas. Una fiesta con tortas llevada a cabo por Soy Cata Martín, Magio Lalala, Dulcinea Damevin y Blancanieves Damevin. Mientras cantaban, rodeadas por los cupcakes con piernas de Camila Valdez.»
Ya en el segundo piso, la primera habitación en la que entramos fue la más chiquita, “Tu fantasma” de Luis Hurt en el número 7, donde nuestra imagen en láser se reflejaba en una caja de humo y agua. Un encuentro entre bizarro e intenso que como una pesadilla que termina con el estruendo del despertador, se podía interrumpir revolviendo el humo de un manotazo.
En el cuarto número 6 nos esperaba la instalación más lúdica de todas, “Sex Game”, un videojuego de Bestia Digital en el que se ganaba haciendo que colas exploten en el aire y juntando la mayor cantidad de anillos y botellas de champagne. Eso sí, los artistas advertían: “cuidado con los besos voladores o Game Over”.
La propuesta de Ramiro Iturrioz fue instalar un jardín adentro de la habitación número 3. En “Microsistemas”, las paredes y mesadas estaban cubiertas de plantas en peceras, iluminadas como en un zoológico y filmadas para ser proyectadas en pantallas a pocos metros de distancia. Una mezcla entre invernadero y reality show. De la habitación número 4 la música se proyectaba casi hasta la planta baja. Es que allí ocurría “Feliz NO cumpleaños”, una performance inspirada en la clásica escena de Alicia en el país de las maravillas. Una fiesta con tortas llevada a cabo por Soy Cata Martín, Magio Lalala, Dulcinea Damevin y Blancanieves Damevin. Mientras cantaban, rodeadas por los cupcakes con piernas de Camila Valdez, volaban papeles e interactuaban con los visitantes. El highlight: los vestidos de encaje atrevidos de La Luli que formarían parte del placard de María Antonieta si esta fuese su era.
«Del otro lado del balcón, nos esperaba el happening de Camila Marconi y Candelaria Aaset, junto a Shamooda Rajeeyah en el mismísimo baño. Sobre paredes de papel film iluminadas por una luz turquesa, en “La Liberación de la Burka”, una mujer con los ojos tapados gritaba mensajes en un idioma incomprensible.»
Del otro lado del balcón, nos esperaba el happening de Camila Marconi y Candelaria Aaset, junto a Shamooda Rajeeyah en el mismísimo baño. Sobre paredes de papel film iluminadas por una luz turquesa, en “La Liberación de la Burka”, una mujer con los ojos tapados gritaba mensajes en un idioma incomprensible, se quitaba capas de su escasa vestimenta y sufría a los gritos frente al que se animaba a compartir el metro cuadrado con ella.
En el cuarto número 2, estaba la “Fábrica de Destino” de Astromostra, donde el que entraba tenía que tener tres cosas claras: su hora y fecha de nacimiento y la predisposición para que un “brujo” haga adivinanzas sobre su futuro. El último del recorrido fue “Personas”, una instalación de Tatiana Cuoco en el que sobre las paredes se reflejaban personas durmiendo sobre colchones pelados, la verdadera proyección de los sueños.
Para terminar el viaje, todos subimos al último piso de la casona, donde una barra de Gancia servía tragos en un salón apenas iluminado para bajarnos a la realidad de a poquito.