Cecilia pone una hipótesis en juego y en ella misma está la confirmación: no alcanza con ser bella para llegar a ser la chica elegida por Ralph Lauren, Carolina Herrera, Oscar de la Renta, Marc Jacobs, Proenza Schouler, Dolce & Gabbana y Chanel. Su belleza es física pero también mental y espiritual. Desde los 18 vive lejos de su tierra porteña natal y viste prendas inéditas, deseadas universalmente, con una sencillez y una simpleza que puede verse en su forma de expresarse: pocas palabras, pero contundentes. Así, con esa claridad dio pasos seguros por las pasarelas de Nueva York, París, y recorrió el mundo como protagonista de las campañas de moda más importantes. Tal vez en esa seguridad esté su bello estilo y su atractivo para construir la gran carrera que lleva realizada, y que nunca soñó ni imaginó alcanzar.
De chiquita, ¿jugabas a disfrazarte y desfilar o nunca habías fantaseado con ser modelo?
En casa jugaba horas con mi perra. Pobre, a ella sí la disfrazaba… Me gustaban más los peluches que las muñecas. Y además teniendo un hermano mayor me divertía más jugar a cosas de varones.
Estudiabas abogacía antes de ser modelo, hasta que te vieron por la calle y te quisieron llevar a una agencia ¿Cuál fue tu reacción? ¿ya lo habías pensado?
Mi reacción no fue positiva, no me interesaba. Lo empecé a hacer porque me pareció genial poder ser independiente desde chica. Siendo estudiante, era una buena oportunidad.
«Cuando empecé en el modelaje, lo tuve que practicar bastante, me acuerdo que una de las chicas de la agencia me ayudó a aprender. No es que es algo difícil pero la verdad es que nunca había usado tacos antes. Los castings me resultaban molestos, yo solo quería estudiar.»
¿Cómo fueron tus primeros pasos? ¿Te costó adaptarte a la rutina de ser modelo?
Lo tuve que practicar bastante, me acuerdo que una de las chicas de la agencia me ayudó a aprender. No es que es algo difícil pero la verdad es que nunca había usado tacos antes. Los castings me resultaban molestos, yo solo quería estudiar. Me peleaba con mi manager porque él no entendía que prefería quedarme en mi casa preparando un final. Pero cuando venían scouters de afuera notaba que eran castings especiales. Después, cuando me fui a vivir a París por un año, entendí por qué.
Y de ese año que viviste allá, ¿alguna foto que se te venga a la mente de un lugar increíble?
Sí! Mi lugar preferido es el Pont Neuf o la Place de Vosges.
¿Y cuál fue la primera pasarela que pisaste? ¿qué sentiste al poner un pie y ver toda esa gente
expectante por verte caminar?
Creo que fue en el BAF. No entendía mucho así que me daba curiosidad todo ese mundo del backstage. Son horas de espera, de ver gente corriendo, armando y desarmando. El momento de la pasarela es muy genial. Siempre lo vi como el fin de meses de trabajo de los diseñadores y su equipo; estando del lado de la moda no lo veo como algo frívolo.
Me imagino que debe ser genial. Y de toda la ropa que habrás desfilado desde que arrancó tu carrera hasta hoy ¿alguna que recuerdes y hayas adorado vestir?
Un vestido de Alta Costura de Chanel.
«De Nueva York me gusta poder ir en bici a todos lados, poder volver caminando a las tres de la mañana. Y también la espontaneidad que tiene la ciudad para hacer planes. Me encanta ir a hacer brunch a Aurora en Williamsburg, pasear por el West Village… tomar un café en Sant Ambroeus en el Soho siempre es un buen plan.»
¿Y la campaña que más te haya gustado hacer, por el lugar, el estilo de las fotos?
Una de Bottega Venetta en Palm Beach. Fue en un lugar increíble, con Annie Leibovitz. Ella es lo más relajada que conocí en fotografía; en quince minutos hicimos la foto y ella siempre sonriendo.
¿Sos de involucrarte en la creatividad de la campaña? ¿Te interesa el lado artístico, lo conceptual?
Me interesa obvio, pero no es mi trabajo. A mí previo a la campaña no me llega nada, me entero el mismo día cuando llego a la locación o estudio de qué se trata. Es más espontáneo todo, cosa que me gusta. En cambio, ahora, puedo ayudar a mi novio, que es fotógrafo de moda, en sus campañas. Me encanta ayudarlo con las locaciones, conceptos, edición.
¿Se conocieron en una producción?
No, lo conocí cuando vino de vacaciones a Nueva York. Muy de casualidad: fue el destino. En ese momento él no era fotógrafo… pero siempre había fantaseado con serlo y creo que conocerme lo ayudó a terminar de dar el paso. Por un año tuvimos una relación a la distancia hasta que se vino a Nueva York. No fue fácil, yo me tomaba un avión a Buenos Aires cada vez que podía para verlo.
«La campaña que más me gustó hacer fue una de Bottega Venetta en Palm Beach. Fue en un lugar increíble, con Annie Leibovitz. Ella es lo más relajada que conocí en fotografía; en quince minutos hicimos la foto y ella siempre sonriendo.»
Hasta que finalmente se casaron en Tulum con rituales mayas y una chamana ¿no? ¿Algún
mensaje de amor que te haya dado?
Fue un mensaje de amor bastante profundo… tenía que ver con entender que la importancia está en los sentimientos, no en lo material.
Elegir una ceremonia así habla de alguien que le da más importancia a lo espiritual o a la naturaleza que a lo material. ¿Estudiás o leés algo relacionado a ese mundo?
Estoy estudiando para ser Health Coach, que es como una nutrición alternativa, y eso me llevó a conectarme mucho con la naturaleza, a entender que estamos acá gracias a ella y que por eso la tenemos que cuidar y le tenemos que agradecer. Además dejé de comer carne hace rato y hago yoga, porque me hace súper bien a la mente y el cuerpo. Siempre vuelvo feliz y relajada.
¿Cómo es la vida en el East Village, el lugar donde viven ahora con tu novio en NY?
Es divertido y tranquilo. Está bueno porque es un barrio donde vive la gente joven local, no hay mucho turista.
Igual me imagino que no parás de conocer gente de todos lados, modelos, productores, fotógrafos ¿Tenés un grupo de amigos allá?
Totalmente. Tenemos como una familia armada acá. Estamos bastante juntos haciendo de todo. Vamos a cenar, al cine, salimos, tomamos eternos cafés en el Soho, hacemos picnic, cocinamos juntos. Sin ellos no sería igual esto; NY es una ciudad muy fuerte.
«Mi estilo es más bien clásico pero con un toque de diseño. Soy más cute, no me gusta estar sexy.»
¿Y qué es lo que te gusta de vivir en Nueva York?
Poder ir en bici a todos lados, poder volver caminando a las tres de la mañana. Y también la espontaneidad que tiene la ciudad para hacer planes. Me encanta ir a hacer brunch a Aurora en Williamsburg, pasear por el West Village… tomar un café en Sant Ambroeus en el Soho siempre es un buen plan. O un almuerzo en Bar Pitti. Cuando tengo un día libre me gusta mucho ir a comer con amigos; en el East Village están varios de nuestros restaurantes favoritos: Takahachi, que es sushi muy estilo Tokio, Bianca, un italiano muy rico, Pylos, el mejor griego. O también somos de quedarnos rato largo ya sea con amigos o en reuniones en el Ost Café. Y por esa zona también están mis tres heladerías vegan preferidas.
¿Y qué te gusta hacer cuando llegás de trabajar? ¿Volvés a arrancar o te quedás en casa?
Depende el día, seguramente vaya al gym o a encontrarme con mis amigos por un té, o bajo al parque a leer.
«Buenos aires es especial, no se olvida nunca. Pero no extraño para nada la inseguridad; pienso que los argentinos ya no son libres de caminar tranquilos por las calles y eso me angustia.»
¿Sos de ir de compras? ¿Qué te gusta comprar? Libros, comida, ropa imagino que no necesitás ¿o te seguís comprando?
Soy fanática de la comida sana así que compro mucho en los mercados orgánicos o los health food stores para cocinar en casa. Los farmers market me encantan, abajo tengo una los domingos, es lo primero que hago cuando me levanto. Y como paseo me encanta Brooklyn Hights, al sur de Dumbo. Ah, los libros de Taschen ¡son mi debilidad! Y ropa siempre voy agregando algún ítem. Ya no compro por comprar. Y ya no acumulo, si entra algo sale algo. No necesito quedarme con tanto.
Y a la hora de elegir qué ponerte día a día ¿agarrás algo al azar o le das mucha importancia a lo que te ponés?
En general agarro más al azar, pero si es un día especial lo pienso antes de dormir y cuando me levanto ya sé qué ponerme. Nunca elegí un look importante a la mañana.
Si tuvieras que definir tu estilo, ¿podrías?
Sí, soy clásica pero con un toque de diseño. Soy más cute, no me gusta estar sexy.
«Que me digan que soy la Audrey Hepburn argentina para mí es un súper halago, las vi todas porque ella me encanta. La combinación entre su belleza y su personalidad es única.»
Y de todas las marcas para las que trabajaste, ¿qué diseñador te pareció el más inspirador?
Ralph Lauren y Oscar de la Renta. Son dos hombres muy respetuosos, están realmente interesados en realzar a la mujer.
Me imagino que tu carrera también te permitió conocer rincones del mundo increíbles ¿alguno que te haya shockeado?
Me acuerdo unas fotos que hice en Eze, en el sur de Francia. Es un pueblo medieval arriba de una montaña, mirando al Mediterráneo. Siempre pienso en volver.
¿Y algún evento o fiesta alucinante que hayas vivido gracias a la moda?
Sí… Una fiesta en un barco en Montecarlo.
Cuando volvés a Buenos Aires ¿Cuál es tu rutina casi instintiva?
Salgo a comer todos los días: hay tanta gente que quiero ver que es la única manera de lograrlo. Mis lugares preferidos para comer por allá son Sipan y Mishiguene. Después, cuando estoy en lo de mis padres me quedo en pijama todo el día charlando con mi mamá y jugando con mi perra salchicha.
¿Algo que extrañes de Buenos Aires y algo que no extrañes?
Mi familia, mi perra, mis amigos. Extraño la amabilidad de la gente. Buenos aires es especial, no se olvida nunca. Pero no extraño para nada la inseguridad; pienso que los argentinos ya no son libres de caminar tranquilos por las calles y eso me angustia.
Y volviendo a tu carrera ¿qué creés que se necesita para ser modelo más allá de la belleza?
Para mí para ser modelo se necesita tener una personalidad que sea interesante.
En todos lados te reconocen como la «Audrey Hepburn» argentina ¿Qué sentís cuando te lo
dicen? ¿Viste alguna de sus películas?
Es un súper halago, las vi todas porque ella me encanta. La combinación entre su belleza y su personalidad es única.