Moverse en bici es la tendencia más linda de la neo-normalidad (¿quién no quiere pedalear al aire libre después de tanto encierro?)/En esta nota: cómo disfrutar al máximo de uno de los trayectos en ciclovía más populares de Palermo/Desde una esquina peruana (y arbolada) muy de moda hasta un bar de Nueva Orleans que sigue siendo lo más con sus platos cajún y su ambiente
Gorriti es una de las ciclovías pioneras de la ciudad, y recorrerla es una fiesta, de punta a punta
Palermo en bici es una fiesta: cinco paradas imperdibles por las ciclovías de Ravignani y Gorriti. Por Azul Zorraquin (texto y fotos).
Palermo es un barrio encantador pero ¿alguna vez lo recorrieron sobre ruedas? En modo cronista y fotógrafa, emprendí una bicicleteada que arrancó en la ciclovía de la pintoresca Ravignani, pasando por paradas obligadas como Tigre Morado y Trova, un bar de vinos y tapas. Y siguió por la de Gorriti. En este deshielo del encierro, las ciclovías porteñas son un éxito. Y pedalear por el corazón palermitano, tiene su encanto. A continuación, algunas paradas que desde MALEVA les sugerimos.
1) Tigre Morado: una esquina con muchos árboles, con una vereda que es un hit por su cocina peruana y nikkei y su ambiente (¡no dejen de probar sus empanadas de mariscos!) / Ravignani 1691
Este rincón peruano, ubicado en una verdosa esquina a noventa grados, es un hit. Tiene tragos clásicos pero reversionados, como el Gin Tonic y el Campari. Además de los ceviches, que son un emblema del lugar, hay risotto de quinoa, sánguches como el “pata muslo”, salchipapa, y papa a la huancaína. Las empanadas de entrada también son un éxito (doy fe, las probé): ¡Son de mariscos al fuego! Para los fanáticos del sushi, hay “Tiradito Tari”, que trae crema tari de ají con cortes de pescado blanco, trucha, langostino, huevas de trucha con palta, cilantro y gotitas de aceite. Un manjar que te transporta de Buenos Aires a Lima, en un bocado. Siguiendo por Ravignani, en la intersección con Gorriti, se impone un clásico del barrio: Il Ballo del Mattone.
2) Il Ballo del Mattone: un rincón del Trastevere en pleno barrio porteño de Palermo (altas pastas y pizzas) / Gorriti 5936
De Perú a Italia, sin escalas. La insignia “Trastevere” remite a uno de los barrios más geniales de Roma, y en su vereda se puede probar verdadera pasta y pizza tana. El Conchiglie Funghi, los gnocchis, la pasta con pesto, y los raviolis di vitello, son algunos de los platos estrella. Para los amantes de la pizza, la Margherita y el 4 Formagio son imperdibles, por supuesto.
La calle Gorriti hace un giro obligado a la izquierda: casi veinte cuadras de rincones populares y otros, algo más secretos. Casi llegando a Bonpland, en una fachada grisácea que no llama demasiado la atención, aparece Festival, un bar que, por dentro, es un sorprendente fenómeno.
3) Festival: un gran patio, buenos tragos de autor y una carta digna para acompañarlos / Gorriti 5741
Donde “el trago es un fuego, Festi es el infierno”, cuentan sus bartenders. La barra ofrece elixires como los negronis de la casa, catas de whisky deluxe, maridados con diferentes sabores, o el popular “Formosa”, que trae ron infusionado de la casa con canela, clavo de olor, miel, anís, jugo de ananá, almíbar de banana, cacao, y kombucha. El “Presente Perfecto”, también es un hit: capano dry, sidra, shrub de frutos rojos y soda. La buena noticia es que la gran dosis de alcohol se combina con platos gourmet, como el risotto de calabaza, que trae zucchini rallado, zanahoria, brie y tostadas de focaccia, o los malfattis; también hay ternera braseada, a punto caramelo, después de de cuatro horas ¡en reducción de Malbec! Un lujo.
La bicisenda que continúa por Gorriti, pasa por otros spots imperdibles como Buenos Aires Verde, justo antes de llegar a Juan B. Justo. Del otro lado de la avenida, aparece Soria, con una propuesta parecida a Festival y Rey de Copas, que también es un bar muy pintoresco. En Fifí Almacén, un poco más adelante, hay vasta variedad de productos naturales, y una oferta de cocina a base de plantas.
Llegando al final del sendero, aparece un spot casi inadvertido pero imperdible y que son muchos los que lo aman.
4) Nola: Nueva Orleans bien vale una parada / Cocina cajún que no puede más de lo sabrosa y cerveza tirada / Ahora también incorporaron vinos orgánicos / Dato: sean felices con el «Corn Bread» y el guiso «Jambalaya» / Gorriti 4389
Su dueña, oriunda de New Orleans, aterrizó en nuestro país y trajo la valiosa propuesta gastronómica cajún a Palermo. ¿De qué se trata? Mucho pollo frito, ya sea en pechuga, pata-muslo, alitas o nuggets, y también ofrece opciones veganas y vegetarianas. Es una cocina rústica, de preparación muy simple, pero inmensamente sabrosa. También hay sándwiches, como el Gaucho, que es un hit y trae chimichurri, provolone y lechuga. No hay oferta de gaseosas, solo de tragos, cerveza, y appetizers naturales; también hay una carta de vinos orgánicos. El “cornbread” también es un must y un clásico de Orleáns: es un pan de maíz, y es tan rico ¡que parece un budín! Me dieron para probar el “Jambalaya”, un guisado de pollo en arroz cajún, y certifico que es una delicia.
La calle Gorriti, justo antes de hacer una “V” en Gascón, desemboca en el emblemático (no podía no incluirlo):
5) Desarmadero Bar: una de las cervecerías más logradas de la ciudad, perfecta para brindar y comer rico (ahora también tienen mercadito gourmet) / Gorriti 4295
Su estilo berniesco es indiscutible: la fachada está decorada con una obra de arte, hecha con chatarra, que de lejos se advierte como la cara de un viejo, y su boca es la puerta que se abre hacia arriba y se convierte en techo. Imponente. El artista que lo llevó a cabo es el pionero del arte urbano, Alfredo Segatori, premiado por Guiness en otra ocasión por ¡el mural más largo hecho por una persona! Los murales del interior también fueron pintados a mano alzada por él.
Es un bar emblema donde convergen la cerveza artesanal, o “craft” y un menú foodie súper birrero: hamburguesas, como la “de la casa” que viene en pan brioche, sándwiches de milanesa, bondiola, y mollejas, y opciones para picar como tortillas, croquetas y buñuelos. Un imperdible que nunca pierde el encanto.
Llegando a Gallo, se acaba esta calle que es una joya, y que tiene puertas para tocar, de todos los gustos. Lo mejor en estos tiempos: ¡transitarla sobre pedales!
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