Aunque el peso argentino se vaya a cien mil por dólar, hay miles de argentinos que se bancan los precios con tal de pisar las arenas de Punta del Este (y lograr la tan anhelada foto en Instagram)/¿Qué tiene el verano en Uruguay que sigue siendo un ritual obligatorio para más de uno? Desde la necesidad de conservar el estatus hasta atardeceres gloriosos
«Para la «clase media alta aspiracional wannabe», se puede renunciar a todo menos a Punta del Este en verano»
Ocho razones (confesables e inconfesables) por las que la gente sigue amando, y precisando, ir a Uruguay en verano. Por Luis Corbacho. Fotos: Azul Zorraquín.
Pasa cada noviembre: “Este año ni locos vamos a Punta, los precios son una locura”. Sucede en febrero: “No pienso volver Uruguay, está lleno de mostras wannabe y por esa plata meto una semana en Miami”. Ocurre, indefectiblemente, a mediados de diciembre: “Al final conseguimos algo en La Juanita y nos vamos del 29 al 5, ¡Buenos Aires esos días es una depresión!”. Uruguay nos llama, nos absorbe, nos conmueve. ¿Por qué será que siempre terminamos ahí, y si no llegamos a ir un verano lo miramos rabiosos por Instagram? Al voleo, y con la experiencia de haber empezado cada año en Uruguay, enumeramos las razones que se nos acaban de ocurrir.
1) CONSERVAR EL ESTATUS (CON EL BOLSILLO ANORÉXICO, TE PODÉS BAJAR DE TODO, MENOS DE PUNTA DEL ESTE EN EL VERANO) / A ESA FOTO DE INSTAGRAM HAY QUE LOGRARLA SEA COMO SEA (NO VAYA A SER QUÉ…)
Los primeros síntomas de crisis que vemos en la clase “media-alta-aspiracional- wannabe-soy lo más-todavía puedo” es gente bajándose de cosas. Primero se bajan de lo más básico y caro, pero a la vez sustituible: se bajan de comprar pavadas en el shopping, de zarparse con la tarjeta en New York, de comer en Elena y La Mar dos o tres veces por semana, de tener el Iphone de tres cámaras cuando el común todavía aguanta. Se bajan incluso de cambiar el auto, porque la gente bien no está pendiente de esas grasadas nuevariquezcas (perdón, ¿estamos hablando de gente bien en Uruguay? No sé, la verdad). La cosa es que los que van a Uruguay “de toda la vida” y ahora andan con el bolsillo anoréxico empiezan a bajarse de un montón de situaciones pero nunca, jamás de los jamases, abandonan las playas doradas de Punta del Essssteee. Mi amiga Mary, por ejemplo, pagó diez mil dólares la quincena por una casita en Montoya para ella, su marido y sus dos hijas. Gracias a eso, o por culpa de eso, tuvo que cortar el resto de los viajes del año (Madrid con su marido en mayo, Miami con las chicas en septiembre). Mary, como tantos otros argentinos, está dispuesta a reducir cualquier cosa menos sus vacaciones en Punta del Este, donde se encuentra con sus amigas de toda la vida, con las mamis del cole y con toda su gente de Instagram que confirma, aliviada, que Mary sigue veraneando en Uruguay. El resto, se verá.
2) LOS URUGUAYOS: ¿ALGUNA VEZ VIERON A ALGUNO ESTRESADO, ANSIOSO O HISTÉRICO? ADEMÁS HABLAN MUY BELLO
¿Hay algo mejor que un ser completamente relajado terminando cada intercambio de palabras con un fabuloso “Que pase bien”? ¿Existe algo más bello que un joven hablando correctamente el español con “tu” o “ti” en lugar de “vos”, pero sin ningún tipo de tonada centroamericana? ¿Alguien vio alguna vez a un uruguayo estresado, ansioso o histérico? Not me.
Desde Punta del Este hasta Punta del Diablo, las playas uruguayas tienen «un encanto inexplicable»
3) LOS ATARDECERES SON REALMENTE GLORIOSOS / UN CONSEJO: NADA DE VEDETISMOS Y VAYAN A CONTEMPLAR EL DE LAGUNA DEL SAUCE
La palabra “Sunset” repitiéndose como titular en las revistas Gente y Caras del 6 de enero confirman este punto: los atardeceres en Uruguay son realmente gloriosos. El sol anaranjado posándose sobre el horizonte en la playa La Susana de José Ignacio hace que todo sea bello y nuestras fotos adquieran un tono cálido que las hace perfectas “para el feed”. Ahora, con tanto evento en La Susana lleno de pashminas, relojes dorados, pareos brasileros, cuerpos trabajados y caras inyectadas, ¿no está siendo un mega quemo estar ahí? Puede ser, pero más allá de las implicancias sociales, los atardeceres uruguayos siguen siendo divinos. Consejo: evitemos el vedetismos esteños y quedémonos por Punta Ballena viendo caer el sol sobre la laguna del sauce, donde a las siete y media de la tarde todo se convierte en una bellísima obra de arte.
4) LAS PLAYAS: NO SERÁN LAS DEL CARIBE, PERO TIENEN UNA MAGIA INEXPLICABLE
En Argentina las playas son horribles. En Uruguay no serán el Caribe, pero tienen una magia que todavía no se explica.
5) EL BUQUEBÚS: PORQUE ES COMO ESTAR EN DISNEY, A SALVO DE LA ARGENTINA DEVALUADA Y TE «ENCONTRÁS CON MEDIO MUNDO»
Los argentinos amamos al Papa Francisco, y no estoy hablando del Sumo Pontífice sino del bello y lujoso buque que nos trasporta a todos como manada cool surcando las aguas amarronadas que dividen Puerto Madero de Montevideo. Te subís al barco y “te encontrás con medio mundo”. Te subís al barco y ya saliste de la Argentina devaluada y te podés comprar unas cookies Milano, unas mentas After Eight, una remera de Gap o un chocolate Lindt. Te subís al barco y ya sentís que estás en Disneylandia.
6) LOS EVENTOS: ¿QUÉ VA A HACER UNA SOCIALITÉ SOLA EN UNA PLAYA DEL NORTE DE BRASIL? EN URUGUAY ESTÁN LAS FIESTAS DONDE TODOS SE SALUDAN (Y SE COMPARAN)
Sí, suena muy absurdo pues para nosotros, los periodistas, eso es trabajo. Pero imaginen una cosa: ¿qué haría una socialité suelta en una playa desierta del norte de Brasil? ¿Cuánto tiempo aguantaría leyendo, escuchando música o caminando por la playa de la mano de su tórtolo? En el verano uruguayo están los eventos, la joda, las fiestas, la cháchara donde todos se encuentran, se visten, se saludan, se comparan. Sin eso, Walter, no somo nada.
Los eventos y las fiestas, también son otra gran razón para no aislarse en una playa del norte de Brasil
7) TODO LO QUE NO ES PUNTA DEL ESTE (Y TAMPOCO JOSÉ IGNACIO, QUE ES CASI LO MISMO) / ASI ESCAPÁS DE LA JUNGLA «LULI POP» Y TE PODÉS RELAJAR EN EL BOSQUE DE LA PEDRERA O EN LA DESPREJUICIADA PUNTA DEL DIABLO
Y tampoco José Ignacio, que sería casi lo mismo. Si seguimos más para arriba y manejamos una horita más aparece La Pedrera, un lugar que a pesar de estar cada vez más atestado de jóvenes bolicheros sigue conservando su magia. Alquilar entre varios una casa en medio del bosque puede ser una experiencia rústica hippie casi maravillosa que todos deberíamos atravesar alguna vez. Los restaurantes de La Pedrera son mejores que los de Punta, y el factor “túnica blanca- atardecer en La Susana- fiesta en Ovo Beach del Conrad” desaparece por completo, así como desaparece nuestra angustia o terror a formar parte de aquella jungla Luli Pop. Punta del diablo, todavía más arriba –casi al lado de Brasil -, es otra playa uruguaya que puede resultar fascinante. Ahí se mezclan los brasileros con los paraguayos, los argentinos con los uruguayos, y todo es una fiesta pues no existe pose o vidriera alguna: solo chicos en zunga y chicas en bikini tomando cerveza Patricia y comiendo fritangas de mar. El paraíso, ahí si existe.
Los atardeceres también explican el amor de los argentinos por el país vecino
8) CONAPROLE: NADA MÁS ESTIMULANTE QUE VOLVER DE LA PLAYA Y CLAVARTE UN PAN CON QUESO PHILADELPHIA Y DULCE DE LECHE DE ESTA MARCA EMBLEMA URUGUAYA
Amamos sus lácteos en todas sus formas. Sí, suena raro y hasta sexual, pero aquí no hay ironía alguna: dame leche, dame queso, dame yogurt, ¡dame dulce de lecheeeee! La industria láctea es la más fuerte en Uruguay, y los uruguayos saben como hacerlo. Volver de la playa a tu casita en La Pedrera y clavarte una canasta de panes de masa madre con una especie de queso Philadelphia de Conaprole y dulce de leche ad hoc puede resultar más estimulante que cualquier fiesta de música electrónica con Dj Pirulo de Dinamarca en un bosque perdido de La Barra.
Fotos: también gentileza Unplash