Porque ninguna pandemia puede con la magia de esta ciudad: siguen floreciendo nuevos locales con ideas diferentes en las calles porteñas y salimos a buscarlos/Desde un restaurante en una de las esquinas más cancheras de avenida Libertador hasta un bar de vinos en Chacarita que tiene como principio: menos reglas, y más disfrute/Además: coordenadas dulces, mexicanas y hasta uno que resignifica la gastronomía coreana/¡Tomen nota!
Nuevos sabores en Buenos Aires: nueve restaurantes que abrieron hace nada y tenés que tener en cuenta. Por Camila Barreiro.
Quedarse en casa se convirtió en un punto de arranque para muchas ideas, y ni bien se puedo salir a las calles de la Ciudad florecieron nuevos locales con ideas disruptivas que empiezan a copar las callecitas de Buenos Aires.
Cada vez más cerca del verano es el mejor momento para ocupar las veredas (y algunos interiores) y descubrir ricos helados, tragos, vinitos, sandwiches y comida para viajar desde la mesa.
Con MALEVA salimos a buscar nueve propuestas que la rompen y se van a convertir en tus spots ideales para compartir reencuentros con amigos, familia o conocer gente. Te invitamos a que les vayas a dar la bienvenida y disfrutes de la nueva normalidad con una experiencia distinta.
1) Naranjo Bar: un bar de vinos que llegó para cambiar las reglas y disfrutar más / Ángel Justiniano Carranza 1059 – Chacarita
Los comensales eligen sus platos de la heladera y se sientan a disfrutar de un vino. Las propuestas son dinámicas: cocinan lo que ven rico en el mercado, sin recetas (o sí, pero las leen como “un músico de jazz a la partitura”).
Augusto Mayer y Nahuel Carbajo se conocieron en Proper, y Augusto como jefe incentivó un plan de negocios. “¿Qué te abrirías? ¿qué no querés? Siempre le rescato que vino a hacer crecer”, recuerda Nahuel. “Él venía de ser jefe de sala en Tegui, y vino a Proper a atender el salón y cargar cajones de agua”, agrega Augusto. Ya se daban cuenta de que querían deconstruir la gastronomía. “Buscamos romper las estructuras que nos oprimieron a nosotros y a veces tanta libertad abruma. «Es una vivencia que pasa por el corazón”, explica Nahuel señalando una mesita nueva (la 40) que agregaron bajo el naranjo.
La sustentabilidad es uno de sus pilares: hay comida vegetariana, gluten free, nada tiene azúcar procesada y sus proveedores son pequeños productores agro ecológicos. Todo parece más cuando vibrás la buena energía, entrás y podés elegir tu vino como si estuvieras en un almacén de barrio. “No damos de probar el vino, es un error enaltecer al vino. Que no sea un concepto elitista en el que cuanto más sabés, más disfrutás. Que elegir un vino sea como comprar un CD”, señala Nahuel.
Con Naranjo no solo crearon hace poco más de un mes el bar al que ellos querían ir, sino el trabajo que ellos querían tener. Y así van, disfrutando de “romper las reglas” con swing.
2) La Mantequería: la búsqueda de la felicidad, entre facturas, treinta sabores de helado (¡prueben el de limón con albahaca!) y una selección minuciosa de materia prima agro-ecológica / Malabia 1779 – Palermo Viejo
La Mantequería es la perfecta definición de emprendedorismo y de sobreponerse a las contingencias. Habían alquilado el local para hacer una peluquería, pero en medio del aislamiento, ese proyecto pareció dejar de ser una buena idea. Ahí apareció Pedro Jáuregui Lorda, un fanático de la materia prima decidido a llevar sus sueños adelante. En 45 días, el espacio se transformó para “ofrecer un producto que conmueva al cliente y le despierte emociones”.
“Cuando Pedro decide que quiere hacer algo, se le fija en la mente hasta que lo puede hacer bien”, explican. Sus helados están elaborados con: leche agroecológica, azúcar mascabo, huevos orgánicos pastoriles y no tienen Tacc (hay veganos). “Lo que estuvimos buscando es que nuestros helados produzcan felicidad”, confiesa Pedro.
Tienen 30 sabores de helado (atención con el pistacho ¡y el limón con albahaca!, variedad de facturas, una brioche rellena de helado (típica del sur de Italia pero “a la argentina”) y café de especialidad. Los sábados y domingos preparan helado artesanal a la vista y lo regalan para concluir la visita con dulzura.
3) Morbx: un «sándwich bar» que te recuerda por qué es un elogio estar más bueno que “comer con la mano” / Los célebres bartenders Mona Gallosi y Lucas López Dávalos, entre los creadores / Fraga 93 – Chacarita
“Lo primero que se van a habilitar son los patios”, aventuró el bartender Lucas López Dávalos en medio de la pandemia. Por eso, después de vender miles de tragos envasados al vacío junto a su colega Mona Gallosi, decidieron aprovechar el patio de Puente G para dar rienda suelta a un sueño: un sandwich bar (para chuparse los dedos, literalmente).
Con Daniel García como socio y chef, crearon una carta breve pero que cumple con su propósito: correr los límites desde lo sencillo. Alejarse de lo tradicional con sabores clásicos y cuidados (hacen su propio pan brioche, curan las carnes y fermentan sus verduras). No puedo dejar pasar el Vurger: un sándwich vegano con soja, cebolla, pepinillos y mayonesa de pickles que demuestra que, con un gran chef, comer sano y riquísimo es posible. La idea es continuar explorando sabores veggies para desmitificarlos y acercarlos.
“Queremos darle un nuevo sentido a la palabra morbo. Parece ser negativa, pero es algo que todos tenemos. Es disfrutar de algo que no está tan aceptado, como comer con las manos y enchastrarse”, explica Lucas. Mientras continúan en formato pop up, siguen armando un menú de cocktails que está creciendo para sorprender.
4) El Imperfecto: sentirse en el campo pero en Palermo, con cocina a leña y recetas que mezclan Salta y el mundo / Gascón 1417 – Palermo Scalabrini
Las mesas están completas, la gente hace pedidos y el fuego arde detrás de la barra. Las paredes dejan entrever varios tonos de pintura: estás en Palermo pero te sentís en un bar de campo (para colmo, de fondo suena “Duerme, negrito” en la voz de Mercedes Sosa).
“Nos casamos o ponemos un restaurante” fue la decisión que barajaron Diego Rizzi y su pareja, Emilia. “Fue una buena elección, porque se hubiera cancelado el casamiento y la luna de miel”, se ríe Diego. La inauguración fue de la mano de un locro por el 9 de julio y les quitó la presión por no tener expectativas.
A pocas cuadras de su otro local, Opio, se dedicaron a crear a El Imperfecto con su propio estilo y ¡manos! (hicieron hasta las mesadas). La carta tiene la premisa de estar cocinada a leña, pero sin caer en la parrillada. “No tenemos una línea. Cocinamos con productos que uno tiene en su casa. Hoy está todo mezclado y vamos por ahí”, enumera quien divide con su pareja el horno de barro y la parrilla todos los sábados y domingos al mediodía ¡no se pierdan las empanadas salteñas de queso fritas ni la tortilla de rescoldo con camarones!…”que tu mamá está en el campo, negrito”.
5) Yiyo, El Zeneize: la segunda vida de un bodegón con mucha historia (y un toque trendy). / Tienen algunas propuestas tremendas como su Negroni preparado con aperitivos antiguos (también tienen platos veganos) / Parque Avellaneda
La pandemia se llevó a Yiyo, pero dejó sus ganas y al almacén de sus amores. Ese amor unió a su nieto Danilo, su hijo Omar y sus clientes Cristian y Maxi, y los transformó en un equipo que tomó su legado y lo convirtió en un bodegón histórico con más elevada gastronomía, pero sin perder esa magia que sus viejos clientes tanto apreciaban. Hoy, entre tortillas rellenas y sanguchitos de vitel toné, nuevos y antiguos comensales vuelven a pasear por su bodega, oficina y salón.
“Hicimos un evento como pop up el 3 de octubre y todos se pusieron muy contentos. Se dio muy orgánicamente la apertura. Queríamos resurgir con el bodegón pero atrayendo gente joven, con productos de alta calidad, quesos raros, buen vino y propuestas veganas”, cuenta Maxi Luque sobre el almacén que el año que viene va a cumplir 100 años.
Los platitos son accesibles para probar de todo, pero no te vayas sin tomar su negroni (preparado con botellas de 1940 que encontraron en la bodega y es alucinante). De a poco las recetas escondidas de Luis Yiyo van volviendo a la vida de la mano de Omar (y la experiencia se completa una vez cada 15 días, cuando hacen veladas mágicas a la luz de la vela).
6) Na num: cocina coreana traducida al “argentino” / Roseti 177 – Chacarita
Marina Lis Ra tenía todo preparado para la apertura el 28 de marzo, nunca imaginó que iba a terminar inaugurando en julio con solo tres personas detrás del salón. “Me ayudaron amigos cocineros, cambié toda la carta porque tenía contrastes de temperaturas o crocantes que en take away no iban a funcionar”, recuerda entre risas.
Lis optó por armar una carta con palabras reconocibles (nada de tener que preguntarle todo al mozo). Vas a encontrar “tortillas” o “ñoquis” que nada tienen que ver con lo que conocemos, pero explican de manera más elocuente qué tiene el plato.
En su casa siempre se comió comida argentina, coreana y yankee, de ese mix nace Nanum. “La cocina cien por ciento coreana no me identifica. Cuando me pregunté cuál era mi diferencial, fue la mezcla de culturas y decidí explotar eso. Tuve que decidir entre conocer Corea o hacer un restaurante…y encontré un local del que me quedé enamorada”, recuerda.
Hacele caso a tu instinto y pedite la tortilla de papa y nabo con shiitakes marinados, alioli de wasabi, teriyaki y ensalada de hinojo ¿te animas a acompañarla con soju?
7) Ya Cabrón: el verdadero “Viva México, cabrones” /Pop Ups o Boxes (pero con un inminente local)
Esteban Cigliutti es la muestra fehaciente de que la cuarentena puso en pausa muchas cosas, pero también vehiculizó otras. En medio de sus primeros meses de paternidad decidió aprovechar el parate de su trabajo en la industria automotriz para cumplir su sueño de lanzar una propuesta con sabores reales mexicanos (un sueño tan profundo que había registrado “Ya Cabrón” en 2015).
“Mi hermana vivió 7 años en México y conocí la gastronomía mexicana de verdad. Acá no la asociamos con el pescado y allá es muy importante. Queremos traer mezcales y productos locales para mexicanizar y elevar el lado gastronómico”, narra quien se asoció con Agustín Jimenez Rivarola y Alejandro Luchetti, que tenían un catering frenado por la pandemia.
El 12/12 van a hacer un pop up en Carranza 1946 y entregan cajas envasadas al vacío todas las semanas. Mientras buscan un local para establecerse, por el éxito en la recepción, recomiendan probar su tostada de coctel de camarón o sus tacos de costilla de cerdo. Productos argentinos cocinados a la mexicana: caballo, bota y sombrero, tequila, tabaco y ron.
8) París Crepas: Crepas en modo cool y eco-friendly, con lindísimo local (con mercadito gourmet incluido) en Palermo / Gurruchaga 1686 – Palermo Viejo
Llenos de incertidumbres, pero decididos a buscar oportunidades en medio de la crisis, los dueños de París Crepas desembarcaron en noviembre en Palermo con su pastelería de autor. Gracias a la pandemia pudieron acceder a locaciones que no hubieran estado disponibles en otras situaciones. Hernán Menéndez, uno de los socios fundadores, analiza: “fue una experiencia nueva y compleja, pero logramos cumplir nuestro objetivo”.
Los dos socios son amigos y durante un viaje con sus familias probaron las crepas y enloquecieron. Apostaron por desarrollar este producto y eligieron destacarse por la estética del local (mega cool y rebelde) y la producción sustentable (aprovechan cada producto de principio a fin, cuentan con su propia huerta y el packaging es compostable).
Montaron un centro de producción para que la calidad de sus productos se replique en cada punto de venta, porque planean terminar el año con 5 locales. La carta, ideada por la chef Nadie Arce es super versátil, pero te recomendamos probar la crepa de pollo asado con vegetales. Y, si vas por lo dulce, no te podés perder la crepa de nutella con almendras o el croissant de, escuchá bien: Ferrero Rocher.
9) La esquina de Goyo: lo nuevo de una de las esquinas soleadas más cancheras de la ciudad / Una carta bien porteña, además de tragos y buenos vinos / Avenida del Libertador (esquina Olleros) – Belgrano (La Imprenta)
“Goyo es uno de mis abuelos, pusimos el nombre en homenaje a él”, cuenta Tomás Schonfeld, uno de los socios (todos familiares) de este restaurante en una muy genial esquina de Belgrano que tiene todos los condimentos para sentir calor de hogar.
Siempre habían soñado con abrir un proyecto propio y con el stop de la pandemia sintieron que los planetas se alineaban. “Nos tomamos tiempo para pensar y terminamos donde estamos ahora. La idea es que sea un restaurante de familia para que coma la familia. Superamos nuestras expectativas porque tenemos el respaldo del barrio, los vecinos nos conocen y estamos identificados con esta esquina”, reconoce orgulloso Tomás.
Si vas, te recomendamos el ojo de bife con papa rellena y la berenjena a la parmesana. La carta es tradicional, así que seguro que algo acorde a tus gustos encontrás.