Un puente que cruza el río más místico de Estados Unidos, el bramido de una trompeta, un collar arrojado desde balcones pervertidos por la historia, un hechizo vudú, las aventuras de Tom Sawyer, un sandwich gigante lleno de camarones, las tetas desnudas del carnaval. Nueva Orleans es un poco de todo eso y mucho más: La ciudad más importante del estado de Louisiana ofrece, a orillas del Mississippi en el sur de los Estados Unidos, un enorme abanico de posibilidades al visitante ávido de nuevas experiencias. MALEVA recorrió la ciudad arrasada por el huracán Katrina en 2005 y regresó con estas siete aventuras imperdibles.
Nueva Orleans fue fundada en 1717 por colonos franceses, pero a fines de aquel siglo Francia le cedió la ciudad a España por su ayuda en la guerra contra Inglaterra, por lo que la parte más antigua es una amalgama de estilos y tiene mucho que ver con las ciudades más longevas de Latinoamérica, producto de su arquitectura. De pequeñas casas y restaurantes tradicionales, el French Quarter -barrio francés, en inglés- es la zona más turística de la ciudad, y es fácil de caminar de punta a punta. En su centro neurálgico se encuentra Jackson Square, la plaza central frente a la Catedral y el Cabildo: Todo bien colonial. Y detrás, el histórico Café du Monde en el French Market (800 Decatur Street), donde desde 1862 sirven los famosos beignets, unas masas fritas cubiertas de azúcar impalpable.
En el corazón del Barrio Francés se encuentra Bourbon Street, calle que debe su nombre a la familia que regía los destinos de la Francia monárquica. Durante décadas, la calle fue visitada por locales y extranjeros que querían disfrutar de su música, sus burdeles y la falta de moral que abundaba cerca a la “zona roja” de la ciudad. Hoy en día, como sigue rigiendo la posibilidad de beber alcohol en las calles, la postal ofrece tardes calmas y una esquizofrénica vida nocturna, con bares, restaurantes, strip clubs y miles de turistas en busca de diversión, siempre con una bebida en la mano. Durante el carnaval, la locura se multiplica con hordas de turistas que asisten al Mardi Gras, época en la que las mujeres de pechos desnudos lanzan collares desde los balcones repitiendo la tradición cada año.
NOLA rebasa de música en cada esquina, y la razón de tal goce hay que buscarla hace más de 200 años. A fines del siglo XVIII, los esclavos provenientes -en su mayoría- de África occidental y el Caribe comenzaron a teñir las tierras con su música. Generando sonidos hasta con los grilletes con los que eran subyugados, privados de la posibilidad de tocar sus instrumentos, los esclavos organizaban fiestas los domingos en la Plaza del Congo, hoy parte del Louis Armstrong Park, y durante un siglo fueron dándole identidad al nuevo género. Hoy, el Parque recuerda -además del más popular músico de jazz, nacido en estas tierras- esa historia con estatuas que pueden sensibilizar al más impasible, y no existe manera de transitar por las calles sin caer bajo los encantos de una trompeta o un saxofón. Dentro o fuera de un bar, se puede disfrutar del mejor jazz del mundo a cambio de las monedas que se quieran dejar de propina en un sombrero.
Pasando el French Quarter nace Frenchmen Street, la calle por excelencia para los que buscan divertirse pero escapando del desenfreno de Bourbon Street. En 300 metros, proliferan decenas de pubs con la mejor música de la ciudad, con bandas a las que, para poder verlas en otras ciudades, hay que pagar costosas entradas. Los más recomendables son The Spotted Cat y DBA, mientras que en The Maison (508 Frenchmen St), además del mejor jazz en vivo se puede encontrar la más alta coctelería internacional de la zona. El bartender Juan Caraccioli sabe recomendar los mejores tragos, como el Captain Pastera, un cocktail con Pisco, Fernet Branca y Punt e Mes. Imperdible experiencia.
El vecindario de Gardens District es considerado una de las colecciones de mansiones mejor conservadas del sur de los Estados Unidos. Subirse al tranvía más antiguo del mundo para recorrer St. Charles Street, hasta sumergirse en el barrio donde yacían las antiguas plantaciones en tiempos de esclavitud, es otra de las perlas de Nueva Orleans. Lugar elegido para vivir por estrellas como Beyoncé, Sandra Bullock o Nicolas Cage, el Gardens District cuenta con otra atracción imperdible: El Cementerio Lafayette, activo desde 1833, es uno de los preferidos de los directores para filmar películas y series, por sus impresionantes tumbas y mausoleos. Además, Nueva Orleans cuenta con otros cementerios alucinantes en los que se ofrecen tours guiados, como el de St. Louis, donde descansan los restos de Marie Laveau, la legendaria “Reina Vudú”.
Nueva Orleans fue erigida sobre pantanos, debajo del nivel del mar. Una buena manera de descubrir su lado natural es visitar, justamente, sus pantanos. Al norte de la ciudad se puede explorar la vida salvaje de Louisiana adentrándose en ciénagas y pantanales que cuentan con una notable fauna, destacándose los caimanes (alligators) que son alimentados por los guías en tours que se consiguen por 50 dólares; otros pantanos, como el de Manchac, atesoran historias de terror protagonizadas por lagos encantados y hechizos vudú.
En agosto de 2005, Nueva Orleans fue sacudida por uno de los huracanes más destructivos en la historia de los Estados Unidos, acabando con la vida de 1833 personas y generando daños materiales por más de cien mil millones de dólares. Hoy, esa historia de terror puede ser reconstruida en el Museo Estatal de Louisiana, en el edificio The Presbytère, donde solía funcionar la Casa Curial de la ciudad. Este hermoso edificio, lindante a la Catedral y construido para espejar al Cabildo en el centro de la ciudad antigua, alberga la historia detrás de las fallas en el sistema de emergencia de los Estados Unidos, y cientos de testimonios de las horas más tristes de la ciudad. Definitivamente, un must en NOLA.
Fotos Flick R – CC – Rocco Vitale, ami entouriste