Entrevista a la fundadora de una galería que busca volver a unir los mundos del diseño y del arte/Fluidez y colaboración: lo que antes caracterizaba el vínculo/¿Cómo consigue los objetos (muchos espectaculares)? ¿Cómo fue la primera muestra «indisciplina» y por qué las obras llamaron tanto la atención? ¿Cómo visitar Satsch en el muy atractivo espacio Estrella?
Sandra se cansó de escuchar que lo que viene de afuera es mejor.
«Nuestro deseo es que se coleccione diseño argentino»: Sandra Hillar, creadora de la original galería Satsch. Por Melisa Boratyn. Fotos: Marina González Mazza.
Sandra Hillar es una buscadora de tesoros. Diseñadora de profesión, hace años que se relaciona con el mundo del arte desde diferentes lugares, como coleccionista, alumna y enamorada del talento nacional. Durante la pandemia ideó un proyecto que se abandera bajo el nombre «Satsch«. Una galería, espacio especializado en el diseño nacional y una hoja en blanco, lista para lo que depare el futuro. Llegamos a un gran lugar a puertas cerradas en el corazón de un predio industrial llamado La Estrella en el barrio de Agronomía, para asombramos con todo los tesoros que allí se esconden.
Me gustaría que cuentes cómo empieza tu camino con el diseño y de qué manera te conectás con el mundo del arte.
Soy diseñadora y siempre estuve conectada con el arte desde diferentes lugares, ya sea como compradora, formadora o colaboradora. Sin embargo durante la pandemia empecé a pensar en lo que significa el legado de un país. Siempre tuve la sensación de que lo que «venía de afuera era mejor» y estaba cansada de esa idea. Así nació mí deseo de construir un proyecto dedicado exclusivamente al diseño argentino, una mirada que coincide con la de otras personas que también tiene el objetivo de valorar el diseño local.
«Si bien nuestra primera muestra «Indisciplina» ya no puede verse, pueden ver todas las piezas que ellos confeccionaron y pensaron con tanto detalle, como la silla de Vicente hecha en carbón que no mancha y que es un ejemplo del brillante manejo de materiales que todos ellos tienen. Estoy muy orgullosa del trabajo que hicimos…»
¿Y cómo describirías el proyecto de Satsch? ¿Cómo era la relación entre el diseño y el arte en el país?
Este es un proyecto de galería que hace años vengo trabajando y que abarca una historia entre artistas y colaboradores del diseño, donde se trabajaba para que el arte llegara a la gente, pero no de forma elitista, sino que se creaban piezas que podían formar parte del día a día de las personas. Jarrones intervenidos por artistas argentinos como Jorge De La Vega o regalos de fin de año que entregaban empresas, diseñadas por artistas como Rogelio Polesello. Había una impronta de fluidez y colaboración que hacía que el vínculo con el arte fuera distinto. Con el tiempo las ramas del arte y el diseño se fueron dividiendo, sobre todo el diseño industrial que se hizo más rígido. Hoy estamos en una etapa más interactiva que agranda el panorama. Valoramos la producción no masiva y que la conexión con los objetos tengan un significado para que las compras no estén empujadas por la necesidad de consumo, sino algo más profundo.
¿Y a partir de ahí empezaste a buscar las piezas o ya las venías coleccionando?
Con esta nueva etapa empecé a rescatar piezas y armar las dos colecciones de vidrio que tenemos, de Churba y Querandí, y a contar la historia de inmigrantes que desarrollan una industria nacional y que crearon sus famosos troncos, una serie conocida como Suomi. Ellos hacían los vidrios de Churba pero también los del Ferrocarril. Todos estos objetos hablan de la evolución y los momentos de un país, incluso con detalles como el color de los vidrios. Acá cuidamos objetos valiosos, de ceramistas que no son tan conocidos y por eso quiero crear un centro de diseño, permitir que más personas puedan generar y experimentar con materiales.
«Soy diseñadora y siempre estuve conectada con el arte desde diferentes lugares, ya sea como compradora, formadora o colaboradora. Sin embargo durante la pandemia empecé a pensar en lo que significa el legado de un país. Siempre tuve la sensación de que lo que «venía de afuera era mejor» y estaba cansada de esa idea. Así nació mí deseo de construir un proyecto dedicado exclusivamente al diseño argentino…»
¿Cuál es la mejor manera de definir a Satsch?
Yo me centro en una frase que dice «qué haremos con lo que se hizo» a lo que la respuesta natural es «haremos más». Siento que es un proyecto muy inclusivo que trasciende y quiere darle posibilidades a las personas que quieran hacer más. Creo que es un proyecto que reúne a muchas personas frente al deseo de revalorizar al diseño argentino, algo que ha tenido un cambio muy sólido. De hecho tengo ganas de armar una muestra que resalte el trabajo de los diseñadores de los 90, una generación muy avanzada. Hoy en día también suceden cosas muy interesantes y hay mucho talento y diversidad. En ese sentido somos multi-culturales.
A veces uno no se da cuenta de eso hasta que tiene la posibilidad de viajar y entendemos la enorme circulación de arte que existe, las colecciones con profunda identidad que se han gestado y la variedad de talento y estilos que tenemos en Argentina.
Somos muchos los que queremos impulsar el crecimiento artístico nacional, un trabajo duro pero no nos vamos a dar por vencidos. Desde Satsch nos interesa pensar nuevos proyectos, queremos llevar el talento nacional afuera y darnos a conocer en el mundo, formar parte de alguna feria y continuar el impulso de gestión de proyectos y estrategias para fomentar y darle opciones a una nueva generación.
«No todas las búsquedas son muy glamorosas y todo tiene un largo proceso, pero el deseo es que la gente empiece a coleccionar diseño argentino como un refugio de valor. Tenemos piezas espectaculares que rescatamos, limpiamos, restauramos y volvemos a poner en circulación. Todo lo que está acá tiene un camino y pasa por mis manos…»
¿Cuáles son las estrategias que piensan para vincularse y crear lazos con el público?
El primer paso comunicacional y nuestra presentación en público, que tuvo una respuesta muy positiva, fue la muestra. A pesar de que el proyecto ya existía, esta fue nuestra «salida del closet». A través de la web la gente tiene toda la información para contactarnos y venir a visitarnos. No es un proyecto a la calle pero nuestras puertas están abiertas y le damos la bienvenida a cualquier persona que quiera venir a conocer el espacio.
¿Qué alianzas creaste para darle vida a «Indisciplina» tú primera muestra?
Fue un proyecto co-curado junto a Eugenio Gómez Llambi, una figura clave para esta primera experiencia. Pensé en artistas que tienen la característica de manejan muy bien la volumetría, por lo que la selección me fue muy natural: Alexis Minkiewicz, Celina Saubidet, Grupo Bondi, Vicente Grondona y los chicos de The internet office, que por primera vez hicieron una obra analógica después de trabajar con NFTS. Si bien la muestra ya no puede verse, pueden ver todas las piezas que ellos confeccionaron y pensaron con tanto detalle, como la silla de Vicente hecha en carbón que no mancha y que es un ejemplo del brillante manejo de materiales que todos ellos tienen. Estoy muy orgullosa del trabajo que hicimos.
Volviendo a la galería y sus increíbles piezas…¿Cómo encontrás estos tesoros?
No todas las búsquedas son muy glamorosas y todo tiene un largo proceso, pero el deseo es que la gente empiece a coleccionar diseño argentino como un refugio de valor. Tenemos piezas espectaculares que rescatamos, limpiamos, restauramos y volvemos a poner en circulación. Todo lo que está acá tiene un camino y pasa por mis manos.
«Acá cuidamos objetos valiosos, como objetos de ceramistas que no son tan conocidos y por eso quiero crear un centro de diseño, permitir que más personas puedan generar y experimentar con materiales…»
¿Cuál es tú relación con las piezas después de ese camino tan íntimo? ¿Te cuesta desprenderte?
En el pasado me costaba soltarlas, pero ya llega un momento en el que hay que practicar el proceso de desapego. Me hace feliz cuando hay otra persona que tiene algo que me gusta que lo tenga y lo cuide. El camino de la búsqueda es lo que más de apasiona.
Desde que llegamos mis ojos no paran de rebotar de un extremo al otro y ya me enamoré de varias cosas que percibo esconden una historia detrás y algo por descubrir. ¿Cómo rastreas esa información que le da identidad a los objetos y hacen la diferencia?
La mayoría de las cosas que tenemos están reproducidas en libros o catálogos, pero no es mucha la bibliografía que existe sobre diseño argentino. Con todo lo que llega, nos tomamos el tiempo de describir las adjudicaciones y estudiamos la tipología de los objetos en detalle. Por eso, la labor que hacen instituciones como por ejemplo la Fundación IDA es fundamental para recuperar más información valiosa y necesaria. Somos muchos los que estábamos esperando un capital cultural que se pueda compartir.