Es hija de la inmigración italiana, de cuando las carnicerías, panaderías e iglesias de impronta y acentos latinos convivían en comunidad, una que creció tanto que hoy es la más numerosa de Nueva York. El nombre proviene de “North of Little Italy”, su barrio madre. Al retirarse gran parte de sus residentes italoamericanos, este pequeño enclave abrazó la independencia y desarrolló su encanto propio. Algunos la comparan con el SoHo, antes de ser un epicentro multitudinario y precios turísticos, pero todos la describen como las diez manzanas más vibrantes de Manhattan. Nolita es una rareza espectacular, y MALEVA la recorrió entera.
Las calles de entrada son cuatro: Houston, Bowery, Broome y Lafayette. Una vez cruzadas estas líneas periféricas se ingresa a un mundo donde la moda de vanguardia es un imán al ojo en boutiques y veredas, las galerías de arte afloran, la aclamada gastronomía se saborea en restós, cafés y diminutos espacios pintorescos, y el happy hour existe en contados bares que son los favoritos de los locales. Todo a la vista es atractivo y estéticamente armónico. Las fachadas son una obra de arte en sí: ladrillo expuesto, colores estridentes y pasteles, las típicas escaleras de emergencia que son marca registrada de Nueva York y murales de artistas urbanos en cada cuadra. Hasta las puertas de servicio alguna vez gris metal están decoradas con stickers, afiches y graffiti que concluyen en una mélange melódica.
Las calles son angostas y pobladas de árboles ordenados en hileras. Si bien los espacios verdes casi no existen, las copas verdes en verano y primavera son de ensueño; cuesta creer que se está en el corazón de Manhattan. Petrosino Square es una plaza triangular compartida por Nolita, el SoHo y Little Italy, y es el spot ideal para descansar en un banco, refugiarse bajo un árbol o simplemente hacer un poco de people watching, una de las actividades preferidas de los neoyorquinos (y de quien escribe). Ubicado en el centro del barrio está Elizabeth Street Garden, el único parque no asfaltado donde conviven plantas y esculturas que su dueño exhibe como anexo a la galería de al lado. Además de ofrecer un necesitado espacio público, organiza más de doscientos eventos culturales durante el año.
Nolita es bonita pero también cultural. Aloja al Puck Building, el histórico edificio que fue sede de la revista de humor homónima de los Estados Unidos, la primera en su tipo en alcanzar un éxito rotundo con sus caricaturas, dibujos animados y sátira política del siglo XIX. El edificio se consagró en televisión y cine con los clásicos “Grace & Will”, “Seinfeld”, “When Harry Met Sally” y “American Psycho”. Otro sitio histórico es la antigua catedral de St. Patrick’s, que data de 1809 y es una de las construcciones con más años de la zona.
Pasear por Spring y Prince, las arterias urbanas de Nolita, implica perder noción del tiempo entre los libros de McNally Jackson, probar el mac and cheese en Macbar, degustar platos mexicanos y argentinos en Oficina Latina, perder la cabeza con la pastelería de Little Cupcake Bakeshop y hacer compras de diseño independiente o marcas consagradas como Rag & Bone. Pero lo mejor es guardar el mapa y perderse por las callecitas tranquilas que caracterizan el barrio. No hay nada como obedecer el instinto y dejarse lleva.
Otros recomendados son el brunch de The Grey Dog, Estela, The Butcher’s Daughter y Public, tomar un café en el paraíso rosa de Pietro Nolita y cenar en la taquería de La Esquina (que más tarde se convierte en barliche). Bares hay pocos pero buenos: Sweet & Vicious, Mother’s Ruin y The Daily son los más populares. Los más dulceros no pueden dejar de ir a Eileen’s Special Cheesecake, que compite, y algunos afirman que gana, en las ligas mayores de este clásico neoyorquino.
No hay dudas: Nolita es la niña bonita de la Gran Manzana, con sus gentes, su arte y su cultura. Todo en ella es exquisito, quizá por ser pequeña y traviesa, callada pero con carácter, o la combinación de todo y algo más, algo que todavía no tiene nombre, y que es el secreto de su encanto.