Muestra imperdible: así es «Lumiere Photo» en Fola, una experiencia inmersiva donde las fotografías cobran vida

La exposición dura hasta el 21 de noviembre

Muestra imperdible: así es «Lumiere Photo» en Fola, una experiencia inmersiva donde las fotografías cobran vida. Por Candelaria Penido. Fotos: Azul Zorraquin.

Ingresar a la sala principal de la Fototeca Latinoamericana ubicada en el primer piso de Godoy Cruz 2626 (en el distrito Arcos) es abandonarse al vaivén propuesto por las obras que rodean al espectador. El que se produce en el agua con el suave movimiento de los barcos proyectados, la sensación de vaivén a medida que las obras rotan, se mueven y desaparecen ante nuestros ojos y la invitación de producir el vaivén con nuestro propio cuerpo, yendo y viniendo. Recorriendo la sala sin un camino claro, ya que la muestra “no tiene ni principio ni fin”, nos contó Gastón Deleau, director general de FOLA, en una charla exclusiva con MALEVA.

Inspirada en la muestra inmersiva de Van Gogh en una fábrica abandonada de París, la experiencia propuesta por FOLA revive más de 50 fotografías históricas, en blanco y negro, de Estados Unidos y Argentina, hasta el 21 de noviembre. “Luego de haber visto algunos videos de lo que L’ Atélier des Lumières estaba haciendo con las obras de Van Gogh, me nacieron las ganas de hacer algo similar. Viajé a Francia y me alucinó la exposición. Cuando volví empecé a ver qué podía hacer en el espacio que cuento”, nos decía Gastón, recordando los comienzos de esta muestra que estaba pensada para inaugurar en 2020 y celebrar con ella el aniversario de los cinco años de FOLA. Se puso en contacto con el archivo fotográfico estadounidense FSA (Farm Security Administration, por sus siglas en inglés) y el argentino CIFHA (Centro de Investigación Fotográfico Histórico Argentino), creado por Alfredo Srur para acceder a las fotografías que gracias al trabajo de una productora y estudio de animación nacional cobraron vida.

«Viajé a Francia y me alucinó la exposición de Van Gogh. Cuando volví empecé a ver qué podía hacer en el espacio que cuento”, nos decía Gastón Deleau, director y co-fundador de FOLA, recordando los comienzos de esta muestra que estaba pensada para inaugurar en 2020 y celebrar con ella el aniversario de los cinco años de la galería…»

La sala principal, de 500 m², está a oscuras. Es solamente iluminada por la luz que emiten las inmensas fotografías proyectadas sobre las paredes. Imágenes que se cambian de lugar, se mueven y repiten, según desde cuándo y dónde se las mire. Sin seguir un guión curatorial determinado, más allá de algunos conectores temáticos, la exposición le permite al espectador armar su propio recorrido “lo que la hace una experiencia diferente cada vez que nos hagamos presentes en el espacio”, afirma Agustina Rinaldi en el texto curatorial.

Son 25 minutos aproximadamente donde el visitante es el que tiene el poder. La clave de la experiencia es la posibilidad de ser protagonista. De entrar, salir y permanecer cuanto se quiera. “Hay que involucrarse y buscar — nos explicó Deleau —, está bueno quedarse frente a una imagen e intentar ver qué es lo que se mueve.” En algunas fotografías el movimiento es evidente, como en la que el artista Harry Grant Olds registró los depósitos de la Aduana de Buenos Aires en 1901 y mediante el proceso de animación se le agregó un tren que se acerca hacia nosotros a toda velocidad. Mientras que en otras la emoción se encuentra en los detalles. “Es la delicada sutileza lo que hace que las imágenes cobren vida” le dijo Alfredo Srur al director del espacio en la inauguración. Lo interesante es jugar a encontrar esos pequeños elementos que rompen la estaticidad de las imágenes. Ya sean las motas de polvo que se filtran entre los rayos del sol en una estación de tren o la sombra de un ave que cruza el cielo. Moscas girando sobre sí mismas en una esquina, una nube pasajera o el gancho de una grúa que sube y baja.

«La sala principal, de 500 m², está a oscuras. Es solamente iluminada por la luz que emiten las inmensas fotografías proyectadas sobre las paredes. Imágenes que se cambian de lugar, se mueven y repiten, según desde cuándo y dónde se las mire. Sin seguir un guión curatorial determinado, más allá de algunos conectores temáticos, la exposición le permite al espectador armar su propio recorrido…»

El gran tamaño de las proyecciones y la música que suena acompañan y general el clima de la exposición. Un tango electrónico y un jazz envolvente nos transportan a las grandes metrópolis representadas. “Su modo inmersivo desafía los límites espaciales y pone en jaque nuestra percepción invitándonos a dejarnos llevar por el encanto de la inmensidad”, describe Rinaldi.

El énfasis está dado por los diferentes efectos técnicos, ya que son estos los que logran que el espectador se sumerja en los distintos escenarios que se le van proponiendo con las obras de Dorothea Lange, Berenice Abbott, Russell Lee, John Vachon, Marion Post Wolcott, Walker Evans, Harry Grant Olds, entre otros.

La intención de Lumiere Photo es sorprender. Fotografías de principios del siglo XX cobran vida ante los ojos de los visitantes. Para el amante de este arte analógico también hay un rasgo de interés ya que luego de cruzar los telones negros y pasar a la segunda sala, las obras proyectadas están expuesta en su formato original. “Decidimos primero presentar el resultado de un problema matemático y después la ecuación. O primero contamos el remate y luego las circunstancias del chiste”, comentó riendo Deleau.

«FOLA cierra la visita con Sonata de cruces posibles, otro conjunto de fotografías de Buenos Aires que también cobran vida. Esta vez en color y actuales, son registros de una ciudad pandémica vacía…»

Un extra imperdible

FOLA cierra la visita con Sonata de cruces posibles, otro conjunto de fotografías de Buenos Aires que también cobran vida. Esta vez en color y actuales, son registros de una ciudad pandémica vacía. Las imágenes de Gian Paolo Minelli han sido intervenidas por Rafael Parra Toro a través de un filtro de Instagram que se activa al escanear los códigos QR que se encuentran al lado de cada obra. “Es una invitación a habitar otros escenarios posibles dominados por fronteras desdibujadas” afirma Agustina Rinaldi, su curadora.

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