MONJE POR DIEZ DÍAS (EN LA PAMPA)

 


 

ESPERANDO EL SILENCIO OBLIGATORIO ENTRE DESCONOCIDOS

Son las cuatro de la tarde y entro al centro de meditación Vipassana bonaerense donde todo está digitado en clave pampa; la llanura del campo se corta al fondo con el cielo y unas vacas pastan en los terrenos linderos. El único movimiento de personas ocurre en la sala de recepción dónde los participantes se despiden de sus celulares y relojes luego de firmar la planilla de ingreso. A pesar de que el retiro no arrancó, en la sala nadie habla. Algo incómodas, las charlas se reducen al mínimo. Como si el silencio que pronto será obligatorio ya fuera norma. A fin de cuentas somos gente de ciudad que vino a vivir la experiencia de ser un monje por diez días. Hay una contradicción de base. Nadie se puede convertir en otro con solo desearlo. Al menos no con naturalidad.

EL MAESTRO GOENKA NOS DA LA BIENVENIDA EN UN TELEVISOR VIEJO

A las ocho de la noche arranca el retiro. En la pantalla de un televisor gris de los de antes ocurre el primer contacto con S. N Goenka, quien será el guía. Es de mediana estatura, rechoncho y su voz es gruesa. Da la bienvenida en inglés matizado por su acento birmano. Hoy tiene más de ochenta años y cuentan que ya casi no da cursos. De religión hindú, antes de cumplir los treinta ya era un industrial renombrado. Pero empezó a sufrir migrañas. Su larga búsqueda por una cura derivó en un templo budista de su ciudad natal. Allí conoció a quien fue su maestro desde entonces, llamado U Ba Khin. Goenka está casado, tiene hijos y siempre trabajó. Esos detalles me hacen sentirlo más cerca. No es un monje remoto de Oriente. Hoy sus cursos son conocidos a lo largo del mundo. Incluso en Brandsen, a sólo 45 minutos de Constitución, dónde somos alrededor de sesenta inscriptos de entre 20 y 50 años que participamos del primer retiro para estudiantes nuevos del centro inaugurado en enero. Algo está claro, no son vacaciones.

A LAS 4 DE LA MAÑANA: EL PRIMER GONG, PARA UNA MEDITACIÓN DIGDERIDOO

A las cuatro de la mañana del primer día suena el gong, el instrumento que marcará el pulso de las actividades. Todos dormimos en la misma sala construida a base de ladrillos. Una lona divide el salón en dos y marca una barrera que sólo se rompe en la sala de meditación, hombres de un lado y mujeres del otro. A su vez, cada sector está subdividido en tres espacios de doce camas cada uno. Un cara a cara silencioso. El frío se siente. Cada noche me sumerjo hecho un nudo entre la frazada y la bolsa de dormir. En el cuarto general cada uno es dueño del lado derecho de su cama. Lo que no tiene propietario son los ruidos. Ronquidos, cuerpos que se mueven entre las sábanas, estornudos. Dormirme sin dar cuenta de los sonidos es una prueba difícil. La primera meditación arranca de noche y termina cuando amanece. Antes de comenzar, Goenka da las instrucciones a través de grabaciones administradas por los profesores asistentes. Con su tono grave y alargado, se convierte en un didgeridoo humano, mientras repite una y otra vez la palabra “anicca”, “aniiiiiiiiica”, que significa que todo cambia y nada permanece.

AL PRINCIPIO, EL CUERPO ES UN COMBINADO DE DOLORES Y LA MENTE NO AYUDA

Ocurre que el propósito principal de Vipassana es que los estudiantes experimenten en carne propia la tesis metafísica de la impermanencia, y en ésta técnica eso se logra a través de la observación de las sensaciones en el cuerpo. Cuesta acostumbrarse a estar sentado. Al principio el cuerpo es un combinado de dolores. La mente tampoco ayuda. Mi pensamiento se escapa igual a un mono que corre por las ramas de un árbol. Me imagino en casa, con amigos, acostado. Las primeros tres días de meditación están dedicados a la práctica de “Samadhi”, en criollo, concentración. Aquí la atención se enfoca en la parte superior del labio. La idea es agudizar la mente. Hay una constante.
 

Las camas del cuarto. De noche: difícil dormir entre ronquidos y ruidos de todo tipo
 

Y AL FINAL SUCEDE: ME QUEDO INMERSO EN LA OBSERVACIÓN DEL ATARDECER

Lo que parece difícil e imposible, de un momento a otro sucede. De estar perdido en distracciones o atento a las molestias, de pronto paso a atender sin titubeos durante una hora la respiración. En esos casos, la sesión de meditación vuela. Esas pequeñas victorias alimentan las ganas de seguir. Incluso en los ratos libres percibo los cambios. Me quedo inmerso en la observación del atardecer sin perderme en preocupaciones. Siento mi cuerpo liviano. Hasta el trato con los alimentos varía. De la voracidad de los primeros días paso a comer lo justo, ya que no necesito más que eso y no tengo miedo de sentir hambre a pesar de que la última comida fuerte de cada jornada es el almuerzo a las 11 am. Eso sí, el café con leche de la tarde es una distracción exquisita.

LA OPERACIÓN QUIRURGICA DE LA MENTE O SENTIR LOS PELOS DE LA PIEL

Al cuarto día comienza la práctica formal de Vipassana. La técnica consiste en trasladar la atención a través del cuerpo y percibir las distintas sensaciones. Algo así como sentir los pelos de la piel. Aquí comienza a realizarse la “operación quirúrgica de la mente” que pregona Goenka. En este escaneo a través del cuerpo de pronto surgen sensaciones puntuales: dolor agudo, picazón, pesadez, calor, frío, placer, alegría, tristeza. Incluso hay quienes no sienten nada. Goenka explica que esas sensaciones son “sankaras”, que son complejos de aversión o deseo que hasta ese momento estaban ocultos en el inconsciente y ahora salen a la superficie. La idea es mantenerse ecuánime para purificar la mente pero, admito, a veces es difícil mantener el añorado punto medio.
 

La estafadora le hizo hacer un absurdo trabalenguas
 

DESPUÉS DE DIEZ DÍAS, DE LA MEDITACIÓN SE PASA AL CLUB SOCIAL

El último día se rompe el silencio. Al principio vuelvo a sentir la misma sensación incómoda que cuando llegué. Pero después de unos minutos me suelto un poco más y conozco que entre los muchos que compartí la experiencia hay un joven de Bahía Blanca que se había colado en el tren para llegar y también un abogado penalista dedicado al narcotráfico. Al rato vienen los chistes, el cómo te fue, el viste como hablaba, y ya por la noche el centro de meditación es un club social.
 

ASPECTOS COTIDIANOS DE LA VIDA EN QUE ME SIRVE LO APRENDIDO

-Estrés laboral: El método sirve para afrontar las tensiones y los problemas del trabajo de una forma tranquila y equilibrada.
-Adicciones: Permite comprender qué sensaciones se asocian con determinado hábito. Muchas personas utilizan este método para alejarse del tabaco, alcohol o drogas.
-Problemas de ansiedad: Permite calmar la mente y ayuda a quienes lo practican a experimentar el presente sin preocuparse más de la cuenta por el futuro.
-Trabajo: Ayuda a mantener el foco en una determinada actividad, mejorando el rendimiento y la capacidad de concentración en una determinada tarea.
-Salud: Disminuye la presión sanguínea y los dolores relacionados a la tensión como el dolor de cabeza, úlceras y problemas musculares. También mejora el sistema inmunológico.